Comics

BRITAIN’S GOT TALENT : KIERON GILLEN (PARTE 2)

Formalismo al extremo y la vuelta a Marvel

Portada

En la primera parte de la nota (que se encuentra aquí) repasamos el acercamiento del autor, junto al dibujante Jamie McKelvie, a ciertas ideas en aquellas obras primerizas aunque complejas. En su posterior etapa, esos temas tomarán vuelo propio sin necesidad de explorarse todas en un mismo trabajo, quizás otorgándole una mayor versatilidad y variedad en el aspecto visual al trabajar con diferentes artistas. Hoy llegamos hasta sus trabajos más actuales mientras nos preguntamos qué otros rumbos tomará su carrera y cuánto disfrutaremos.     

STAR WARS: DARTH VADER (2015-2016)
Por Anibal Berrey

Star Wars no es un tema sencillo. Gillen se hace cargo en el 2015 de la serie de Darth Vader, quien es uno de los villanos más icónicos de la ficción del siglo XX, si no es el más icónico. Todos lo conocemos, y el que no, lo puede intuir sin problemas: sus colores, su presencia, y si no fuera suficiente, la música. En todo esto, si bien se traduce en visibilidad a la hora de trabajar con cualquier personaje de la franquicia, existen dos inconvenientes: por un lado la dificultad de escribir dentro de los límites que el “canon” permita, y por otro, la mirada exigente de los miles de fans que buscan ser complacidos. Spoiler: Gillen sale airoso.
Ubicándose cronológicamente entre el ep. IV y el V, tenemos a Vader tras la pista de “ese piloto” que disparó contra la Death Star provocando su destrucción. Presiente algo y sabemos que el encuentro es inminente, lo cual crea una expectativa que funciona como el combustible de la historia. Sobran las situaciones que el lord Sith tiene bajo control sea gracias a su inteligencia o con el miedo que infunde en los demás, a veces por su mera presencia. Así que tanto en construcción del personaje como buenos momentos, Gillen nuevamente sale airoso.
Pero los 25 números de su run no son el paroxismo de seriedad y “badassness”. Cuando el libro es Vader, es 100% Vader y funciona a la perfección, pero el guionista británico se da el pequeño lujo de crear personajes interesantes, frescos y hasta divertidos, que no fueron desaprovechados más adelante.
 

SW
En esta casa no se habla de Salvador Larroca. Mejor recordar lo bueno que nos deja la serie.

Hace relativamente poco vimos el debut televisivo de Black Krrsantan, el wookie cazarrecompensas de cabellera negra, pero lejos, el más rendidor ha resultado la Dra. Aphra y sus droids. Con un título propio que cuenta ya con varias etapas a cargo de diferentes equipos creativos, Aphra se presenta como una arqueóloga y técnica, que recupera armas o artefactos a lo largo de la galaxia, y es reclutada por Vader para la construcción de un ejército personal de droids. Si bien ella es compleja moralmente y con un carisma que no tiene nada que envidiarle a Han Solo, sus droids, 0-0-0 y BT-1 son la frutilla del postre. Funcionando como versiones oscuras de las ya conocidos C-3PO y R2D2, uno es un droid protocolar pero también experto en tortura, lleno de sarcasmo o comentarios irónicos, y el otro es basicamente una armería andante con poca paciencia.
Luego del paso de Gillen, Darth Vader ha sido escrito por Charles Soule y Greg Pak, pero su run sigue firme como uno de los más recomendables dentro del nuevo canon, y una lectura esencial tanto para los fans de la franquicia como para aquellos que no se le han animado a sus comics.

DIE (2018-2021, IMAGE)
Por Diego Labra

Les voy a ser sincero, después de los cinco años y más de cincuenta issues de The Wicked+The Divine, tenía un poco de fatiga de Gillen y estaba listo para dejar descansar las historietas del guionista por un rato. Pero la propuesta de Die, su siguiente título creator-owned para Image probó ser demasiado atractivo para poder rechazarlo: un planteo casi de light novel japonesa, donde un grupo de adultos vuelven a ser teletransportados al mundo de fantasía donde se vieron atrapados de adolescentes, dibujado por la pictórica Stephanie Hans.

Y, voy a serles sincero de nuevo, no me arrepiento ni un segundo de haberme subido a Die desde el principio. No solo cumple con la promesa del concepto inicial de fantasía, sino que desborda de diseños de personajes alucinantes, mundos steampunk, una exploración de la identidad con una mirada de género y un juego literario posmoderno que ata la historia de los juegos de mesa y rol con la historia europea y mundial de los últimos tres siglos. Además, a diferencia de Wic+Div, es concisa y contundente con sus veinte números o cuatro trade paperbacks (aunque no sé si esto fue una decisión autoral o producto de las bajas ventas). Obligatorio para los fanáticos de Dungeons and Dragons y Final Fantasy por igual.

Die
Juegos de rol y grupo de protagonistas, no sorprende que le salga bien a esta altura. 

PETER CANNON: THUNDERBOLT (2019, Dynamite)

Por Matías Mir

Gillen te mete magia en cualquier lado, incluso en (la generalmente meh) Dynamite, revitalizando una IP que DC perdió tras la muerte del dueño y creador original. PETER CANNON: THUNDERBOLT es un ejercicio narrativo impresionante que aprovecha al máximo posible las posibilidades de la historieta como medio.

La historia de fondo es bastante sencilla, ya la explicó Bob en su momento, y es básicamente así: Peter Cannon es un personaje creado por Pete Morissi (PAT para los amigos) para la Charlton que eventualmente fue comprado por DC. Junto a otros personajitos, es recreado por Alan Moore para volverse un personaje de Watchmen (en su caso, Ozymandias, como ya expliqué en mi ya clásica serie de artículos sobre el tema), luego da vueltas por DC por unos años hasta que PAT muere y los herederos deciden que no se siga usando al personaje ahí. Eventualmente se lo dejan a Dynamite y tiene algunas apariciones hasta que un día lo agarra Gillen y escribe su miniserie con dibujos de Caspar Wijngaard.

La idea de Gillen, sin embargo, no es la de escribir nuevas historias genéricas con el personaje, sino aprovechar la oportunidad única de jugar con un personaje cuyos mitos apenas fueron tocados en casi ochenta años pero que está intrínsecamente ligado a una de las obras más importantes del medio. Peter Cannon, para los lectores conocedores, es Ozymandias en todo menos el nombre, entonces el potencial estaba para hacer su propio “After Watchmen” como solo Geoff Johns (en Doomsday Clock) y, más recientemente, Tom King (en Rorschach) pudieron hacerlo, haciendo algo más en la línea, incluso complementario, a Multiversity: Pax Americana de Grant Morrison.

PC:T ocurre veinte o treinta años después de los cómics de Charlton del personaje y funciona como continuación narrativa directa. Recuenta el mismo origen que en esos cómics y hasta hace algunas referencias oscurísimas a esas revistas. Cannon es un héroe con pocas ganas de salvar al mundo que se enfrenta a un apocalipsis producto de… una invasión de calamares alienígenas. La semejanza con el final de Watchmen no es al azar, y el resto de la historia solo cementa más esos paralelismos. Durante los siguientes capítulos, Cannon se aventura en una lucha interdimensional en la que se cruza con diferentes versiones de sí mismo, incluída una que es 99% el Ozymandias de Watchmen, y se enfrenta a una crisis existencial y de identidad.

Pero las referencias y los homenajes no funcionan en un vacío, no es solo un desfile de frases y escenas alegóricas a la obra de Moore. Gillen elige no caer en ese lugar y en vez de eso busca explayarse sin decirlo en su tesis acerca de cómo la industria del cómic de superhéroes fue afectada por Watchmen, no necesariamente para bien. El abuso de la página de 9 viñetas, los superhéroes “realistas” oscuros, la repetición de esas fórmulas, la canibalización de los conceptos de Moore. Gillen escribe la última historia digna de los mitos del Barba en una obra que no sólo homenajea a Watchmen sino que (y no se me ocurre otra forma de decirlo) le habla en su mismo idioma. Incluso si no sabés nada del personaje ni el trasfondo editorial, al leer PC:T sentís que hay algo Mooreano en las expresiones, en la forma de transmitir el mensaje. Es rupturista, íntimo y pensado hasta el más mínimo detalle, sin que sobre una página, sin que ningún diálogo se desperdicie. Solo a Gillen le salía una obra más deconstructivista que textual y conscientemente critica el deconstructivismo salvaje.

 

PC
Más que referencias, un canal directo de diálogo con Watchmen.

 

ETERNALS (2021, MARVEL)

Por Anibal Berrey

Cinco años pasaron desde el trabajo anterior para Marvel, y en ésta ocasión no sólo se trata de personajes que nunca escribió, prácticamente jamás los había leído. Sumado a eso, le adelantan que el título se publicará paralelamente a la adaptación cinematográfica de los personajes, por lo tanto, tendrá una visibilización y atención particular, posición en la que Gillen nunca había estado. O sea, cero presión.
La verdad es que C.B. Cebulski supo a quién recurrir para manejar las ideas “bigger than life” que Marvel importó del trabajo original del rey Kirby. Conceptos similares no son ajenos a Gillen, como hemos visto en la nota anterior, donde hablamos de deidades, la vida y la muerte ¿Pero qué más podría aportar el guionista británico en un nuevo run? El enfoque elegido, y simplificado al extremo, es una suerte de Game of Thrones con el vasto lore de Lord of the Rings, pero con una salvedad. Para él los Eternos carecían de algo clásico y típico de Marvel: una tragedia.
Durante los primeros seis números nos presentan a los personajes y al primer conflicto, la muerte de Zuras, lo que le da estructura de “whodunit” al relato. En la espera por el regreso del eterno, y la solución a su asesinato, aparece un segundo conflicto (si, son varios, a aguantar hasta el final) y es que el mecanismo se detuvo y los muertos permaneceran muertos. Y para completar el culebrón, concluyen que nada de esto podría haberse dado de no haber un traidor en el grupo.
Esto no es todo, porque aún si no voy a hablar demasiado del trabajo de Ribic, que se encarga de plasmar el relato como una épica de ciencia ficción de tintes europeos, aún faltan dos sub plots (a no desesperar y leer hasta el final). Por un lado Ikaris recibe la visión de la muerte de Toby Robson, un adolescente de trece años al que deberá proteger aunque no sabe la razón. Y el elemento restante, en medio de todo este alboroto, es la aparición de Thanos. ¿Que tan placentero puede ser, para uno de los mayores genocidas del universo, enfrentarse a seres que mueren y pueden volver a pelear y morir una vez más por sus manos?
Luego del primer arco, la serie sigue en dos one-shot titulados Thanos Rising #1 (con dibujos de Dustin Weaver) y Celestia #1 (a cargo de Kei Zama en los dibujos), los cuales trabajan mucho el trasfondo y los grandes conceptos, a la vez que clarifican un poco la cronología, y dan protagonismo a diferentes personajes. Más adelante hay otro one-shot llamado The Heretic, que se ubica entre los issues #9 y #10. Si bien es una etapa corta y llena de ideas, a veces se siente como demasiado contenido para poco espacio, pero todo se acomoda con una relectura comprensiva y tranquila. Y si bien hay poco material exclusivo de los Eternos, a mi parecer es el más parejo en argumento, guion y dibujo, con un dream team que se completa con Matthew Wilson en color y Clayton Cowles en letreado.
 

Eternals
Juntos por una buena causa.

Con poco más de 45 años, Kieron Gillen ya trabajó para los dos grandes sellos americanos de comic, y varios de los independientes, poniendo su propia identidad e inquietudes en ellos. Sabemos que aún le queda mucho para dar y allí estaremos para leer y comentar sus trabajos.

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