Cuando empecé a leer historietas de super héroes, lo primero que me pusieron en frente fueron las colecciones de Clarín de Batman y Spider-Man, pero… ¿Y después? En esa época todavía no existía la infladísima Salvat ni el coleccionismo por lomos, solo algunas colecciones chicas y de mala calidad, pero a las que un pibe entrando en la adolescencia podía acceder. Mi ansia de buscar héroes en mallas me llevó a las cuevas de polvo, ratas y pelados que te pelean cinco pesos por una revista: las librerías de saldos. Todavía por esa época existían los pilares infinitos de historietas antaño traídas de España que saturaron un mercado que las despreciaba. ¿Y cómo no hacerlo? Con el cambio de siglo el público se renovó y la industria se lavó la cara y decidió colectivamente que los ultra músculos, las historias repetitivas, las armas gigantes y los pelos largos ya no estaban de moda. Y gracias a Doom que lo hicieron, porque ya daba medio asquito todo eso.
Pero las sobras de esa época plagaron por años nuestras queridas librerías oscuras y grises en la avenida Corrientes, y ahí este chico de doce o trece años con muchas ganas de leer y un pésimo criterio se compraba todo lo que tuviera la palabra MARVEL en algún lugar de la portada, creyendo que formaba una colección coherente. Leerlos se volvió una tortura (resulta que no es una sola historia continua solo porque sean todos de la misma editorial, quién lo hubiera dicho) y con el internet de su lado, ese chico dejó juntando polvo esas revistas para dedicarse a investigar y armar el rompecabezas infinito que es el Universo de la Casa de las Ideas.
Leer online y comprar con algo más de criterio llevaron a nuestro joven protagonista a vender o canjear esas viejas revistas. Todas excepto un título: X-Factor de Forum. Lo poco que había leído de esas grapas españolas le había llamado la atención como para conservarlas y (una vez completa la serie), pegarles una buena leída en el futuro. Bueno, el futuro es ahora. Con una mezcla de grapas gallegas e issues yanquis, su servidor tuvo la chance de sentarse y leer las aventuras de uno de los tantos grupos mutantes de mediados de los noventa.
Y la pasé genial. Lo bueno de no tener expectativas es que si algo es bueno, es MUY bueno. No me malinterpreten: sigue siendo una serie de mutantes genérica de su época, pero el nivel artístico, el desarrollo de los personajes y la complejidad bien tratada de sus arcos argumentales hizo que no me pudiera despegar por los 39 números que componen esta serie.
El título del artículo es una trampa: acá no voy a hablar específicamente del X-Factor de Howard Mackie (aunque el 90% de las revistas sean su run en la serie) sino del segundo volumen de la serie según la numeración de Forum, el famoso “Marvelution” que reiniciaba las numeraciones después de Age of Apocalypse. Aunque en su momento pensé en vender/canjear/tirar estas revistas y comprarme sus equivalentes en inglés, hoy mi intención es todo lo contrario. Hay tanto amor en esas ediciones que no podés soltarlas. Los editores, traductores, letristas y maquetadores ponían el alma en cada grapa para que el lector menos avispado pudiera entender lo que pasaba entre cuadros. Notas informativas, artículos explicando las referencias en la historia, incluso respondían cartas de los lectores contándoles lo que les faltaba para llenar los huecos (y a veces los desgraciados incluso spoileaban, o “destripaban”, a sus lectores que dependían cien por ciento de la revista para enterarse qué andaba pasando en USA).
Esta historia existe en un hueco editorial entre las historias clásicas de los X-Factor (los X-Men originales que formaron su propio grupo) y las primeras historias de Peter David guionizando a la segunda encarnación del grupo con su impresionante “X-Factor Investigations” y la última historia del grupo, los “All-New X-Factor”. Y tiene la infamia de ser la única época del grupo que no fue recopilada en tomos ni rescatada de alguna forma.
Y como me encanta repasar historias (y porque no me traje casi cuarenta revistas al laburo al pedo), destripemos las aventuras de mis queridos portadores del factor X.

PREVIAMENTE
Todo lector del Universo Marvel sabe que, para bien o para mal, todo está conectado, y es endemoniadamente difícil leer una serie de principio a fin sin estar atado a un millón de referencias, así que para resumir: Poco antes de la Age of Apocalypse, Jamie Madrox, el Hombre Múltiple (Multiple Man), muere víctima del Virus Legado (Legacy Virus). Incluso antes de eso, él y otros mutantes habían formado la “nueva” X-Factor, un grupo de mutantes que trabajaban para el gobierno. Luego de la ya mencionada Age of Apocalypse el grupo no la pasó muy bien: algunos miembros dejaron el equipo, Guido (Fortachón, Strong-guy) sufrió una especie de ataque cardíaco y entró en un coma inducido para que su enorme cuerpo no lo matara; y Alex Summers (Havok, Kaos,, hermano de Cyclops) perdió el control de sus poderes y casi causa un desastre antes de que lo secuestraran.
Además, Val Cooper, la agente que enlaza al grupo con el gobierno, se encontró con una misteriosa persona que pareció reconocerla en la calle, pero luego desapareció. Similarmente, una figura sin identificar atacó a Mystique y la dejó medio muerta. Un par de misterios que Mackie tomó para su trama.
Por último, hay que mencionar a Bishop, el mutante de un futuro similar al de Days of Future Past (aunque no el mismo) donde los mutantes fueron cazados por los humanos por culpa de un misterioso (otro misterio más) suceso en la historia, que viajó al presente donde es parte de los X-Men. Pero no vino solo, en su muñequera trajo la conciencia holográfica de su hermana muerta, Shard, que pasó a manos de Forge, el líder de los X-Factor.
EL EQUIPO QUE NO HACE NADA
La historia arranca bastante movida. El equipo está formado por Lorna (Polaris), Mystique, Wildchild (un ex-miembro de Alpha Flight que desertó por razones desconocidas y fue llamado para ayudar a los “facturados”, como dice Forum) y Forge. Estos cuatro recibieron la pista de que Havok había aparecido en Tokyo y, sin poder controlar sus poderes, estaba causando, ejem, caos en la ciudad nipona. Hay unas peleas con los antimutante locales y descubrimos que Mystique, siempre una villana, está en el equipo porque cuando fue atacada Val Cooper se la dejó a Forge para que la vigilara y le pusiera un chip rastreador que evita que no la reconozcan, además de prohibirle físicamente transformarse en algún X-Men por más de 30 segundos. Que está acá a la fuerza, básicamente.
Aparecen dos villanos trabajando para el mismo jefe misterioso: Random (que absorbe energía y transforma su cuerpo en bazookas) y Fatale (teletransportadora) que quieren quedarse con Havok. Fatale logra escapar de los X-Factor y obtiene a Alex, que nos da una lección de lo emo que puede llegar a ser lamentándose por sus poderes que no andan o su hermano que es mejor que él o su equipo que siempre tiene que rescatarlo. Finalmente arma una explosión tan grande que vuela a la mierda todo el muelle en el que estaba confinado y vuelve con su grupo, donde tiene que volver a usar su viejo traje negro que contiene sus poderes y evita que sea una bomba con piernas.
Una vez recuperado Alex el equipo se estabiliza y vemos la dinámica caótica que manejan. Mystique molesta a todos y le tira onda a Forge (que tira la gran frase “Raven, vos naciste culpable”). Alex se deprime, para variar. Wildchild se hace el cool pero se enoja cuando alguien habla mal de Val. Y, en medio de todo esto, Polaris intenta que todos se lleven bien. En un divertido capítulo la historia se concentra en dos parejas: la primera es Forge con Mystique, que pasan tiempo juntos en la sala de hologramas de entrenamiento y nos cuentan que dos futurólogos distintos (un chamán de la tribu de Forge e Irene Adler) predijeron un romance entre ellos. La otra pareja es Alex y su hermano, Scott, que se van a chupar a un bar, se pelean con unos anti-mutantes y resuelven un poco los mambos de Havok.
Finalmente Howard Mackie toma el mando de la serie con un número centrado en Wildchild que nos revela por qué se fue de Alpha Flight. Si creían que Alex era el emo, entonces no leyeron esto: cuando su gen mutante evolucionó se hizo feo (bastante parecido a Sabretooth), por lo que dejó a su novia Aurora y a su equipo y se fue sin avisar. Cuando Aurora, esquizofrénica y posesiva, descubre a dónde fue va a matarlo, pero el equipo se une y logran salvarlo de su ex demente, que luego se llevan los Alpha Flight.
Se revela el primer misterio: el villano que quería secuestrar a Alex no es ni más ni menos que Dark Beast, el McCoy de la Era de Apocalipsis. Mientras tanto en la base de nuestros héroes Wildchild se encuentra con un holograma en el laboratorio de Forge, nada más y nada menos que el mejor personaje de toda esta serie: Shard, la hermana holográfica de Bishop. Ella queda como miembro no oficial del grupo por el momento, ya que tienen cosas más importantes de las que ocuparse. Alex recibe una carta diciéndole que vaya solo a una fábrica abandonada, así que deja a su equipo y a su novia, Polaris, y se va a ver qué onda. Por supuesto, era una trampa, y lo espera Random, ordenado por Dark Beast, para secuestrarlo por segunda vez. Y como los poderes de estos dos son tan compatibles (expulsar energía y absorver energía), llega lo que es fácil una de las mejores peleas de toda la serie y una de mis favoritas de los cómics: Random vs Havok, ilustrada por el genial Alan Davis.
En resumen, se cagan a piñas y hacen mierda toda la fábrica, pero al final Random gana y se lo lleva, dejando una carta falsa en la que dice que es tan cortavenas que no puede seguir con el grupo. Por supuesto que todos se la creen.

LLEGA EL ADVERSARIO
Paralelamente al drama del grupo se cierne una amenaza real: Adversary, una especie de espíritu demoníaco salido de las leyendas de los Cheyenne, la tribu de Forge. Es un super villano de la re hostia, un personaje tan poderoso que desequilibraría las escalas de poder del Universo Marvel, por lo que después de esta historia jamás volvió a aparecer, tal vez para mejor. Este arco está centrado en Forge, en cómo le dio la espalda a su tribu para ser un tecno-mago y un X-Men. Es interesante la dualidad que plantea y cómo la solución para derrotar al villano es que encuentre un equilibrio entre sus dos vidas, aunque el golpe final sea un hechizo super poderoso en el que literalmente dispara las almas de sus compañeros que jamás volvió a usar.
Con esta historia Shard se vuelve una miembro oficial del equipo y tiene un breve romance con Wildchild, pero lo rechaza porque él es físico y ella un holograma. En lo que refiere a drama, esta serie siempre se supera a sí misma y me encanta.
LA LLEGADA DE LOS SABUESOS
Arranca la etapa artística más interesante de la serie, cuando toma los pinceles Jeff Matsuda, americano y japonés que introduce estructuras de manga sutilmente en los cómics. Mystique descubre que el gobierno tiene encerrado a la cosa que la atacó y la dejó en manos de los X-Factor, así que se escapa para vengarse. Debido al chip que tiene implantado, todo el equipo la sigue y encuentran dos cosas: una base llena de empleados muertos, masacrados, y a Sabretooth. Cualquiera que conozca a Sabretooth puede sumar dos y dos y saber qué pasó, pero ahí Mackie introduce un giro interesante: Sabretooth está ahí, enviado por el gobierno que lo tiene controlado, para detener a lo que sea que mató a esos empleados y que atacó a Raven (Mystique). La respuesta es THE HOUND, un supermutante artificial del gobierno que se salió de control y que nadie puede detener, excepto nuestros mutantes favoritos. Acá es cuando empiezan a desconfiar del gobierno, sus jefes, por estar haciendo experimentando con mutantes sin decirles, y desconfían más cuando descubren, gracias al testimonio de Shard, que mientras no estaban, unos agentes intentaron robarles sus bancos de datos. La conclusión de todo esto es un malestar general en el grupo, que adoptan a Sabretooth solo porque la trama lo requiere y lo guardan en el sótano con un collar que evita que los ataque a ellos.
¡Y ENTONCES… ONSLAUGHT!
La serie entra en el crossover de Onslaught, pero no aporta mucho. Lo importante es que Random, que le tiene ganas a Polaris, llega al refugio de los X-Factor para hacer amigos y escapar por un rato de su vida de villano (porque él también es un dramático como Alex). Como nadie sabe que trabaja para Dark Beast o que le partió la madre a Alex todos lo aceptan y hasta parecía que lo iban a incluir en el grupo, pero entonces en medio de la búsqueda de un centinela rebelde, el equipo se encuentra con… ¡Alex! El pobre había estado encerrado en un tubo hasta que en una pelea entre Onslaught y Dark Beast se liberó. La fachada de Random se cae frente a su amada Polaris y el resto. La reunión no es tan amigable como esperábamos, porque Havok ahora está controlado mentalmente por Dark Beast.
Es todo un caos esta parte de la historia porque mezcla mil historias de los personajes con el crossover general. Basicamente, Havok escapa y le tira a Polaris un “para salir del control mental primero tenés que desearlo”, signifique lo que signifique, y le rompe el corazón a la hija de Magneto. Él y Random se separan y el equipo tiene que retirarse por motivos del crossover.

SE PUDRE TODO
Ahora la cosa se centra en Mystique, que escapa por segunda vez para buscar al nieto de su amante, Irene Adler. Mientras ella ayuda al pibe ahuyentando a unos “Amigos de la Humanidad” (los anti-mutantes), el equipo es interrogado por el gobierno, que sabe que ocultan a Shard. Todos le ponen el pecho a las balas y dicen no saber nada (excepto Sabretooth, que realmente no sabe nada). Luego de salvarle la vida al chico (que quedó en el hospital por los “Amigos…”), Mystique vuelve voluntariamente.
Todo este tiempo el equipo realmente no hizo nada para ganarse su sueldo. Solo buscaron a sus miembros perdidos, se enfrentaron a villanos que los atacaban por motivos personales y se vieron metidos en los planes de otros. Esto se corrige cuando finalmente van en una misión para buscar a unos mutantes “criminales”, misión encargada por el gobierno. Qué sorpresa resultó ser que esos fugitivos eran todos iguales… ¡porque eran todos Jamie Madrox! Era Jamie que, por alguna razón que seguramente incluye que no era el duplo original, se salvó del virus Legacy y estuvo dando vueltas por el mundo medio amnésico (donde se cruzó con Val Cooper, resolviendo ese misterio).
Forge se re enoja porque lo mandaron a cazar a su propio amigo, por lo que no lo entrega y lo esconde con Shard y Wildchild, y en su lugar les manda a Mystique camuflada como Madrox. Raven no tarda ni dos horas en escaparse del gobierno y pone en marcha sus propios planes, por lo que se une al mutante Pyro y se dirige a la aparición en público de su hijo, Graydon Creed. Graydon es el resultado de una aventura entre Sabretooth y Mystique, pero ninguno de los dos lo quiere mucho, y él los odia a los dos así que es pareja la cosa. Graydon es candidato a presidente y tiene una política anti-mutante fuertísima (de hecho él financió a los Amigos de la Humanidad que atacaron al nene que tanto quiere Mystique, Trevor Chase) que sospecha que su madre va a intentar asesinarlo, por lo que el gobierno envía a los X-Factor para que lo proteja durante su discurso. Sí, mandan mutantes a proteger al anti-mutantes de que lo mate una mutante.
Lo mejor de toda esta historia es que obligan al equipo a vestirse con ropa normal y nada me causa más gracia que Sabretooth con un trajesito.
Finalmente llega el discurso y Pyro y Mystique aparecen, pero son atrapados por X-Factor, y cuando creíamos que Graydon estaba salvado… ¡BLAM! ¡Lo asesinan! Y no solo eso, sino que resulta que Mystique trataba de protegerlo porque sabía que lo iban a convertir en un mártir de la causa anti-mutante. Todo sale horriblemente mal, y además obtenemos otro misterio más… ¿QUIÉN MATÓ A GRAYDON CREED? La respuesta no la vamos a saber aún, pero con ese giro de los acontecimientos quedamos todos enganchados, y más cuando al final de esa revista (el #130 USA) nos dejan un poster de Matsuda que dice “EL GOBIERNO YA NO PUEDE CONTROLARLOS”. Así arranca la siguiente etapa…

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