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El Universo Marvel de Jonathan Hickman, parte 12: Fantastic Four vol. 4

Y entonces fueron tres…

El Universo Marvel de Jonathan Hickman, parte 12: Fantastic 4 vol. 4

Fantatic Four by Jonathan Hickman v. 04 – Three

(números #583 a #588, con fecha de tapa entre noviembre y abril de 2011)

Fantatic Four by Jonathan Hickman v04 – Three
Fantatic Four by Jonathan Hickman v04 – Three.

Entre libro y libro de Secret Warriors, tenemos un nuevo volumen de la Primera Familia. Aunque no es para nada un respiro o un interludio amable. Hickman haciendo pasar por tribulaciones varias a los guerreros secretos de cara a su final es digno de disfrutar, acá no se queda corto a la hora de hacer atravesar tribulaciones varias a los 4 Fantásticos. Cosa que no digan que juega a los favoritos.

Recordemos que veníamos de un volumen pesado, con momentos emotivos, con revelaciones contundentes y enigmas aún más misteriosos ¿Qué moviliza a los Franklin y Valeria del futuro a, aparentemente, jugar con su familia del pasado? ¿Qué hay detrás del complejo juego de la mancha intertemporal que están jugando Nathaniel Richards y sus tantos alter egos? La presión sigue sumándose desde la misma portada de los números individuales, que plantan el nombre del arco en un banner sobre el título y abren una ominosa cuenta regresiva hacia lo que se adivina una catástrofe.

Los que también parece corrían una carrera contra el tiempo fue el equipo creativo. Comienza con un Steve Epting solitario en lápices y tintas, a quien ya habíamos mencionado antes como uno de los mejores y más representativos artistas del run. Pero a medida que avanza el libro vemos que cada vez se va sumando más ayuda. Primero colaboran Rick Magyar con los entintados del antepenúltimo número, y luego se suma también y Mike Perkins en el mismo rol. El último número, clasificado como epilogo, lo tiene a Nick Dragotta y Mark Russell como artistas integrales. Paul Mounts, en colores, y Rus Wooton, en letreado, le aportan continuidad a todo ese bardo.

Dos potencias se dan la mano
Dos potencias se saludan.

Ya desde el principio la historia no da tregua, sacando de escena a los 4 Fantásticos para dejarle la cancha libre a Valeria, quien no solo descubre el portal dimensional de su padre, sino que conoce a los sobrevivientes del Consejo de Reeds y traba un trato con Doom, en lo que aparentemente ella ve como la única vía posible de salvación para su familia. Más que nunca Val se afirma en este tomo como uno de los personajes definitivos del run de Hickman, demostrando ser la hija de sus padres al conjugar la inteligencia de Reed y el pragmatismo de Susan.

Acto seguido, hay un cambio de ritmo, y se nos regala una hermosa escapada nocturna con Johnny y un Ben que toma de la solución mágica creada por la FF para que pueda disfrutar, una vez por año, de ser humano de carne y hueso. A riesgo de repetirme, porque sé que lo estoy haciendo, vuelvo a remarcar que este run funciona tan bien porque la desmesura cósmica siempre tiene un contrapunto en la historia humana. Hickman te tira un cachetazo de ciencia ficción dura, y después te da una caricia al alma. Desde ese hermoso panel del partido de póker a la emotiva visita a casa de Alicia, pasando por los muchachos de Yancy Street devenidos en tiburones de Wall St., este número está lleno de toques desopilantes y humanos a la vez.

Esto creo que ya lo dije, pero si el run se agiganta con el tiempo, y con el contraste con trabajos posteriores como su regencia sobre los títulos X, es porque aquí el guionista se concentra en un elenco reducido de una veintena de personajes. Especialmente siete, la familia Richards+Doom. Esto le permite profundizar en cada uno de ellos, definir bien sus contornos y luego, cuando ya estas encariñado, mandarte el zarpazo.

Noche de cartas con los muchachos
Noche de cartas con los muchachos.

El libro luego se abre en tres líneas paralelas, que recuperan líneas abiertas en el segundo volumen acerca de las cuatro ciudades: Reed se ve enredado en el conflicto entre Galactus y Nu-World, Susan intenta propiciar charlas de paz entre Namor y los viejos atlanteanos (lindo guiño a la continuidad el paso por la Utopia de Scott Summers y Emma Frost) y Ben y Johnny se encuentran atrincherados en el Edificio Baxter ante una invasión de las hordas de Annihilus que buscan utilizar el portal a la Zona Negativa. Todos de alguna manera ganan, aunque con gran costo: Nu-World desaparece a manos del Devorador de Mundos, Susan evita una guerra al volverse reina de los antiguos atlanteanos y chichonear un poco con Namor (y luego ponerle una trompada en la boca). Pero nadie paga un precio más alto que Johnny, quien se queda atrás para cerrar la puerta a la Zona Negativa ante la impávida mirada de Ben y sus sobrinos.

La secuencia del sacrificio de Johnny, mayormente despojada de palabras, es la frutilla de un postre ya de por sí exquisito que logra crear Epting. En su laburo intenso de sombras y contrastes al color me recuerda al último Buckingham en Fables, que debe ser de los mejores elogios que le puedo dar a un dibujante de las Big Two. Quizás a sus rostros les falte un poco de pulida en algunos momentos, pero en líneas generales es un excelente trabajo.

Cuando todavía estás en el piso por el acto heroico y la pérdida, el epílogo del arco nos invita a pasar “30 días de luto” de la mano del excelente Dragotta, que se despacha con medio número mudo en el que nos ofrece su mejor emulación de Kirby. Después los lápices de la breve viñeta entre Franklyn y Spidey los agarra Russell, cuyo noventismo gráfico no es para nada de mi agrado. Y así y todo no podes no sentir que se te retuerce el corazón al escuchar a esos dos hablar de sus tíos y de cómo no pudieron hacer nada para salvarlos.

Johnny's last stand
Johnny's last stand.

¿Es este el mejor volumen de los Cuatro Fantásticos del guionista hasta ahora? Estoy muy tentado a decir que sí. Si no lo hago, es porque me resulta difícil sacudirme la impresión que me causó el primer libro de la serie, con su ciencia ficción sesuda, con su “solucionar todo” y el Consejo de los Reeds.

Pero estrictamente hablando, este ya es Hickman funcionando a toda máquina, desplegando en un libro gordito miradas intimas a los personajes y momentos épicos, cosechando todas las semillas que fue plantando y que van dando fruto. 

Cada miembro de la familia ya tiene trazos bien definidos, y los conflictos internos que dinamizará su desarrollo de acá hasta el final de Secret Wars ya estan planteados. Solo nos queda ajustarnos el cinturón y seguir disfrutando del viaje.

Funeral para un amigo
Funeral para un amigo.

El mes que viene volvemos con los Secret Warriors, por última vez. Se despide la serie con la que se abrió el Hickmanverso Marvel, y también con la que inauguramos esta columna, hace ya más de un año. Nos leemos entonces.

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Diego Labra
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