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El Universo Marvel de Jonathan Hickman, parte 3: Dark Reign: Fantastic Four

Primera vez que Hickman escribe a sus amados Fantastic Four. ¿Fue amor a primera vista?

El Universo Marvel de Jonathan Hickman, parte 3: Dark Reign: Fantastic Four

Dark Reign: Fantastic Four

(issues #1 a #5 del tie-in al evento, con fecha de tapa entre mayo y septiembre de 2009)

Portada de Dark Reign: Fantastic Four #1
Portada de Dark Reign: Fantastic Four #1

Dispuesto a pagar derecho de piso, y demostrando las dotes de pulpo que luego desplegaría, Jonathan Hickman escribió en simultaneo con el anteriormente reseñado primer volumen de Secret Warriors esta miniserie de cinco números d Fantastic Four, bajo el banner Dark Reign. El dibujo fue divido entre tres: en los lápices se encuentra a Sean Chen, Lorenzo Ruggiero en tintas y John Rauch en colores. Este fue el debut del escritor como autor solitario en la editorial, que hasta ahora venía guionando sobre ideas de Michael Brian Bendis.

Como ya vimos en entregas anteriores, el ingreso de Hickman al Universo-616 se dio en el contexto del evento comandado por Bendis, Secret War. Dark Reign vendría a lidiar con las consecuencias de la invasión Skrull a la Tierra, pero más aun del hecho que la victoria contra los alienígenas quedó en manos de Norman Osborn. Con el slogan “Ellos perdieron, él ganó”, buena parte de la línea editorial de Marvel quedó afectada a este nuevo statu quo durante buena parte del 2009, de la misma manera en que The Initiative siguió a Civil War.

Esta serie sobre la Primera Familia apareció promediando el evento, a mediados de 2009 (siempre la fecha en la tapa es posterior a la venta en el mercado norteamericano). En cuanto al lugar de la mini en el panorama mayor de Fantastic Four, esta funciona como una suerte de prólogo a la que sería la próxima gran etapa de la serie regular. Luego de la era Mark Waid, quien junto a dibujantes como Mike Wieringo, Mark Buckingham, Casey Jones y Howard Porter, comandó el título entre 2002 y 2005, la serie había quedado en una suerte de impasse, con tres etapas que rondaron la decena de números.
J. Michael Straczynski escribió durante poco más de un año, durante los eventos de la guerra civil de los superhéroes. Luego fue el turno de Dwayne McDuffie, quien guionó a un elenco heterodoxo, en el cual Reed y Sue Richards fueron reemplazados por T’Challa y Storm. Finalmente, antes de esta mini, Mark Millar y Bryan Hitch, inflados a más no poder después de Civil War, se pusieron al frente durante unos dieciséis números, ya con la formación clásica reconstituida.

En este momento en la historia de los personajes es que se inserta Dark Reign: Fantastic Four, que aprovecha el envión del evento para llevar adelante lo que básicamente es un relanzamiento de la serie. Es que si algo tiene en claro este tie-in, es que además de ser lo que reza la tapa, es además clandestinamente un prólogo para lo que vendría después. Todos los involucrados son conscientes de ello, invitando al lector en el último número a leer sobre las repercusiones de esta mini en la serie regular de F4.

No sería Hickman sin un gráfico
No sería Hickman sin un gráfico.

Es justamente en un comic como este, una miniserie tie-in a un nuevo statu quo producto de un evento, así de complicado, que realmente brilla la capacidad de Hickman para crear historias en el marco de la industria yanqui. El tipo parece tener un cerebro cableado específicamente para pensar dentro del marco que provee el tapiz infinito que es la mitología colaborativa urdida por las “Big Two”. Acá, no solo logra insertarse de manera cómoda a el mandato editorial de formar parte de Dark Reign, sino que toma los elementos dispersos dejados por otros escritores y los integra de manera orgánica en una historia totalmente nueva, que por insertarse en un libro que ya venía siendo escrito, no deja de sentirse narrado en una voz propia.

The Bridge” ("El Puente" en criollo), desarrolla a lo largo de sus cinco ejemplares tres historias paralelas, que llegan a una resolución mancomunada en el último de ellos. Primero tenemos a un Reed apesumbrado por sentirse responsable de la debacle que fue la invasión Skrull, que él ve como producto de su participación en la formación de los llluminati y la guerra civil de los superhéroes. Por esta razón construye el titular Puente, una maquina multidimensional que le permite pispear otras realidades, y buscar en ellas un contraste que le dejen idear un camino superador.

Esta parte de la historieta funciona a su vez como un velado resumen de lo que pasó en el 616 durante por lo menos los últimos dos años de serialización. Es aquí también donde Hickman despliega lo más pesando del desarrollo de personajes, así como esa ciencia ficción sesuda con la que tanto le gusta amenazar nuestro intelecto.

Luego los tenemos a Sue, Johnny y Ben, quienes se encargan de volver a poner a punto al edificio Baxter luego de la  invasión. Más, por culpa de un efecto secundario no deseado del Puente, quedan saltando de dimensión en dimensión. En lo que recuerda a una seguidilla de What if…, los otros tres Fantásticos participan una guerra civil británica desatada en un universo Marvel similar a 1602, piratas con barcos voladores contra corsarios Skrull y son pistoleros en un Far West llenó de elementos fantasiosos.

Nada dice aventura como un mundo lleno de dinosaurios
Nada dice aventura como un mundo lleno de dinosaurios.

Si bien toda esta parte juega un claro rol secundario en el gran esquema de la historia, sirve para poner en foco a Sue. Pero más que nada, para dejar en claro a los lectores que Hickman sabe que el título siempre se trató de una aventura familiar, y por más conceptos y cuadros sinópticos que incorpore, siempre habrá lugar en la historieta para esa faz del equipo. Es el encuentro armonioso de la ciencia ficción de los treinta, la de Flash Gordon y John Carter, con la de los cincuenta y sesenta, la de Asimov y Clark ¿Qué más podríamos pedir? A mí no se me ocurre.

Es aquí también donde Chen puede soltarse más y jugar con el dibujo. Encontré este apartado correcto, pero lejos del nivel en que jugarán futuros colaboradores como Nick Dragotta. Los entintados de Ruggiero, y sobre todo, los colores de Rauch, realzan mucho los lápices.

Por último, Franklin y Valeria, quienes volvían de pasear con Alicia, y por eso son los únicos que se quedan en el Universo 616 para lidiar con un Norman Osborn que quiere cortar cabos sueltos antes de siquiera empezar y ponerles una correa a los Richards. Desde la primera línea de dialogo, los dos personajes aparecen completamente formados, nítidos en el guión de Hickman. De hecho, a mi gusto Valeria será de lo mejor de la run del autor, quien brillará tanto en la serie principal como en FF.

Si bien Valeria y Franklin tienden a quedar por fuera de la imagen que tenemos de la Primer Familia, después de todo no son los 6 Fantásticos, son una parte integral de ella. Son el elemento que demuestra que a los Richards es de los pocos personajes que se los ha dejado crecer de manera definitiva dentro una continuidad a la que le encanta volver a arrojar a sus protagonistas de vuelta a donde empezaron. Si no, pregúntenle a Peter Parker.

Podría no escupir en el formulario, por favor.
Podría no escupir en el formulario, por favor.

No solo ellos dos, sino todos los miembros del equipo, aparecen en completamente formados. Como si Hickman los hubiese estado creando y macerando en su mente desde hace tiempo (cosa que probablemente hizo, como lector). Sobre todo Reed, quien como mencionamos en la entrega anterior al hablar de Nick Fury, se convertirá en el arquetipo de personaje Hickmaniano: un genio de intelecto sin límites, y un ego que le hace juego. Porque si el siente culpa de su rol en los eventos que desencadenaron la invasión Skrull, es porque se cree tan poderoso que todo lo existe cae dentro de los límites de su responsabilidad.

Es pensar así “total arrogancia” u “honestamente enfrentar [su] responsabilidad” se interroga a sí mismo, abriendo la pregunta de sí acaso alguien con tal capacidad podría ser otra cosa que soberbio. “Por demasiado tiempo me he ocultado detrás de falsa humildad” y por eso “les ha fallado a todos”, concluye, poniéndose el mote de “el hombre más brillante del universo conocido”. Si estas líneas suenan como propias de un dios como Odin, o incluso Dios con mayúscula, es porque justamente así se piensa Reed. El científico e inventor se descubre aquí un dios, y se dispone a hacerse cargo de la creación que, si bien no es obra suya, bien podría serlo.

Es muy ingenioso también el juego que se arma en el discurso de Reed, pues ese hacerse responsable de todo remite dentro del marco de la historia a la continuidad de los últimos años, pero de una manera más meta, da cuenta del rol de su experimento fallido que los convirtió en los 4 Fantásticos como el hecho que originó todo el universo Marvel.

¿Y dónde está Morty?
¿Y dónde está Morty?

Si todo empezó con él, entonces ahora se hará cargo de todo, llevándonos estos cinco ejemplares de la afirmación “no hay ningún problema que no puede ser resuelto”, al icónico “solve everything (resolverlo todo). Esa frase que no solo daría forma a la serie de la Primera Familia, sino que actuaría como el motor de los siguientes seis o siete años del universo Marvel.

Dark Reign: The Cabal

(one-shot tie-in al evento, con fecha de tapa de junio de 2009)

Portada de Dark Reign: The Cabal
Portada de Dark Reign: The Cabal.

La primera instancia de Hickman escribiendo el otro engraje principal de su etapa en Fantastic Four, Dr. Doom, quedó huérfana en un one-shot tie-in (¡uff!) de Dark Reign, titulado The Cabal, que vio prensa entre el número 2 y el 3 de la serie arriba reseñada.

The Cabal vendría a ser la versión villana de los Illuminati (creada por Bendis y Leinil Francis Yu), en el número 8 de la serie principal del evento Secret Invasion. La mesa chica estaba formada por Norman Osborn, Emma Frost, Dr. Doom, Loki en versión femenina (como era canon en ese momento), The Hood y Namor, quien jugaba a dos puntas porque estaba en los Illuminati también. Este grupo fue una parte integral del evento, y una de las razones por las cuales Osborn fue el gran triunfador de la invasión.

En esta pequeña historieta de ocho páginas, titulada "...And I'll Get the Land" (“…y yo me quedaré con la tierra”), Hickman y Adi Granov¸ quien se hace cargo de manera integral de los dibujos, exploran un escenario alternativo, donde Doom traiciona a Osborn con la ayuda de Namor (ambos complotaron en su contra en la continuidad canon) y se queda con toda la tierra, dejándole al atlanteano todo el mar.

El dibujo de Granov es soberbio, como nos tiene siempre acostumbrados, en ese estilo al óleo similar al de Alex Ross. Aunque, como también en el caso de Ross, esto puede resultar en hermosos cuadros que a veces pierden dinamismo y movimiento.

Granov en todo su esplendor
Granov en todo su esplendor.

En cuanto al guion de Hickman, aquí el escritor deja en claro que rol va a jugar Doom como la contracara de Reed. Con su plan y su última línea, “Doom, siempre Doom”, dicha mientas fantaseaba con matar a su hasta un minuto aliado Namor, queda en claro que el soberano de Latveria tiene un ego para rivalizar con el de Reed. Con su perdón por mencionar a la Distinguida Competencia, así como las mejores historias de Batman dejan en claro que muy poca diferencia la locura del héroe a la del Joker (pienso en Killing Joke, en Arkham Asylum), el guionista aquí traza las primeras líneas de una rivalidad entre dos hombres que se creen dioses, y que como veremos mucho más adelante, incluso llegan a serlo.

Con esta nota ominosa, me despido hasta el mes que viene, en el cual regresaremos a Secret Warriors para meternos de lleno en su segundo TPB. Nos leemos entonces.

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Diego Labra
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