Durante el último mes, coincidió el vigésimo quinto aniversario de la creación de Hellboy con el estreno mundial del nuevo film de Neil Marshall que pretende ser el reinicio cinematográfico de la franquicia. Aprovechando el interés que estos acontecimientos estuvieron generando entre el público, OVNI lanzó “La mansión de los muertos vivientes y otras historias” al tiempo que comenzó la recuperación de los primeros títulos de la serie que fueron publicados en nuestro país por otras editoriales y en diferentes formatos.
La misión imposible de completar Hellboy
“Hellboy” es una serie MUY difícil de seguir para el lector obsesivo y completista. En sí no existe una serie regular sino muchas miniseries, álbumes e historias cortas del personaje publicadas en diferentes antologías. A eso se suma el hecho de que el universo de Hellboy se expandió de una manera tan anárquica como el propio título principal con miniseries, one shots y más historias cortas dispersas por doquier de Abe Sapien, O.D.I.P, Hellboy Junior, Lobster Johnson y un largo etc.
Hoy por hoy, tanto en los USA como en España, las editoriales se han esforzado en reunir y organizar esos 25 años de publicación caótica en algunos libros gordos, pero los que seguimos al personaje mes a mes desde su creación nos volvimos bastante locos tratando de estar al día con tanto material disperso.
A todo esto se suma la complejidad adicional de que las historias no se publican en orden cronológico así que cada vez que sale un nuevo relato, hay que ver dónde lo ubicamos en la línea de tiempo que se va construyendo con la biografía del personaje.
Ediciones locales
En Argentina, la primera edición de Hellboy estuvo a cargo de Thalos que publicó “Semilla de destrucción” en un tomo en el año 2004. La editorial no volvió a publicar material del personaje y fue Gárgola quien obtuvo los derechos para seguir con la edición local.
En 2006, Gárgola publicó “Despierta al demonio” en dos tomos y, en 2007, tres volúmenes de historias cortas (“El ataud encadenado y otros relatos” y “Relatos macabros, bizarros y legendarios” 1 y 2) que no siguen el orden de la edición USA.
Recién en 2009 comienza la edición de OVNI Press que rellena los baches que dejó Gárgola con la publicación de “Los lobos de San Augusto” y “Casi un coloso” y retoma la edición -ahora sí, cronológica- de ahí en adelante. El tema es que tras la publicación de “Caja llena de maldad” y “La mano derecha de la perdición” (todas de 2009), la serie dejó de imprimirse en formato álbum y, entre 2010 y 2011, “El gusano vencedor”, “El tercer deseo” y “La isla” se publicaron en grapas.
Por fin, en 2012, con la publicación de “Makoma”, la serie encuentra el que parece ser su formato definitivo para Argentina: Tomos de más de 100 páginas en 24x17cm. Así vieron la luz “El llamado de la oscuridad”, “El hombre retorcido”, “La novia del infierno”, “La cacería salvaje”, La tormenta y la furia” y los dos tomos de “Hellboy en el infierno” que salieron en 2017.
Estos últimos ocho tomos son lo más parecido que hubo a una edición prolija y coherente del personaje en nuestro país y a ellos podrían sumarse “Máscaras y monstruos” que reúne los crossovers con Batman, Starman y Ghost; y “Lugares extraños” que reedita en un tomo una parte de las historias publicadas en grapas.

Una opinión muy general sobre la serie
A pesar de ser un gran fan de Mike Mignola y su grandote rojo, tengo que reconocer que por momentos perdí la fe en la serie. Demasiadas historias cortas parecían tratarse simplemente de Hellboy fajando al monstruo de turno sin más razones ni pretextos. Y lo peor de todo: sin mayores consecuencias. Es cierto que había enemigos y personajes secundarios recurrentes muy interesantes y de una calidad notablemente superior a la mayoría del comic yankee, pero la historia global parecía estancada en un círculo recurrente de peleas sin fin. El propio autor declaró en alguna entrevista que aunque le gustaba trabajar con los relatos folkloricos europeos y las misiones de la O.D.I.P, algunos de los trabajos que más disfrutaba eran esos en los que Hellboy simplemente se topaba con lo sobrenatural y le machacaba el cráneo. Y se dio el gusto de contar muchas historias de esas.
No obstante, ese aparente estancamiento se rompió en 2006 cuando Mignola decide incluir a dos artistas que se hagan cargo del dibujo para empezar a mantener una periodicidad más regular. Claro que sería mejor decir ARTISTAS porque los nuevos colaboradores son nada menos que Richard Corben y Duncan Fegredo.
Desde el punto de vista gráfico, Corben va a hacer lo que se le cante (como siempre) y por eso se va a ocupar de las historias más bizarras e inconexas. Mientras tanto, Fegredo se va a mimetizar con el estilo de Mignola y se va a hacer cargo de la trama principal que poco a poco, pero magistralmente, se conducirá hacia su resolución definitiva.
Este último periodo es mi favorito de toda la serie, no solo por la impresionante calidad del arte (que en eso, el nivel fue siempre superlativo) sino porque Mignola se las arregla para echar por tierra todos mis temores sobre la estructura general del relato haciendo que montones de subtramas y personajes secundarios confluyan en un gran final que le otorga coherencia y cohesión retroactiva a todas las historias anteriores. Una verdadera maravilla.
En 2011, al finalizar la serie por todo lo alto y con un altísimo interés del público, Mignola anunció que volvería a hacerse cargo integralmente del personaje con un nuevo título: “Hellboy in Hell”. Este anuncio generó muchísima expectativa porque se presentó como una serie que, como su predecesora, se organizaría en una cantidad potencialmente infinita de miniseries y relatos unitarios. No obstante, en 2015 y tras haber publicado solo diez números, el autor declaró que, sin darse cuenta había conducido la historia a un callejón sin salida (por motivos que no puedo mencionar sin meter tremendo spoiler) y que la serie terminaba ahí.
Ahora sí: La mansión de los muertos vivientes y otros relatos.
Si me vienen leyendo hasta acá, comprenderán que al finalizar la publicación de la última miniserie de “Hellboy” (“La furia”) y con todo el interés generado por ese gran final, OVNI decidiera seguir con la publicación del título que continúa directamente esa historia: “Hellboy en el infierno”. Y así lo hizo pero al hacerlo, se salteó las dos novelas gráficas con las que Corben y Fegredo se despiden del personaje y que se publicaron en USA en el lapso que hubo entre el final de un título y el comienzo del otro.
Esas dos novelas gráficas, más dos números de la colección de Abe Sapien que, supongo, se incluyen para darle al tomo las 150 páginas a las que estamos acostumbrados, son las que recoge el último libro de OVNI.
“La mansión de los muertos vivientes” se ambienta en 1956 y viene a llenar ese gran agujero de la historia que había dejado la publicación de “Hellboy en México”. Supuestamente, nuestro demonio favorito había llegado al sur de la frontera en una de sus investigaciones paranormales pero un hecho traumático que no se aclara lo llevó a pasarse un periodo de varios meses emborrachándose tan duramente que no puede recordar nada de lo ocurrido en ese tiempo. Algunas imágenes de esa revistita autoconclusiva de 2010 no hacían pensar que se había dedicado a la lucha libre enmascarada, acompañando a unos hermanos mexicanos con los que había entablado amistad.
Bien, “La mansión de los muertos vivientes” nos aclara lo que pasó en México al tiempo que realiza un homenaje a las películas clásicas de terror de Hollywood como “Frankenstein”, “House of Drácula” o “El hombre lobo”.
Pero “Circo de medianoche” es la verdadera joya de este volumen. Ambientada en 1948, durante el periodo en que el pequeño Hellboy todavía vivía en una base del ejército norteamericano de Nuevo México, esta historia cuenta una travesura infantil en la que el niño escapa de la base y se encuentra con un circo. Claro que tratándose de quien se trata, el circo es un fenómeno sobrenatural lleno de demonios (algunos, viejos conocidos de la serie). La historia no va mucho más allá de lo anecdótico, sin embargo, el arte de Fegredo (y el color de Dave Stewart) la lleva a un nivel totalmente excepcional.

El artista trabaja sobre cuatro estéticas diferentes: su estilo habitual en esta serie (que antes definimos como mimetizado con el de Mignola), uno un poco más simple y claro en las pocas viñetas de “Pinocho”, un tercero para el flashback de los vagabundos asesinos, y un cuarto para las escenas que transcurren dentro del hechizo del circo. Este último con acuarelas aplicadas directamente, de una belleza que vas a querer que el comic no termine nunca solo para que Fegredo siga dibujando.
La palabra que se me viene a la mente al pensar en estas páginas es “derroche”. Derroche de estilo, de talento, de calidad... Es como si este enorme artista hubiera querido despedirse de la serie demostrándonos que todavía le quedaba muchísimo para dar.
Desde acá, nos sacamos el sombrero ante el trabajo de OVNI que hace ya muchos años nos viene acercando una edición prolija y cuidada de este personaje fundamental del comic americano; y destacamos que con la publicación de este volumen y las reediciones de los tomos viejos, se ha logrado reunir una de las colecciones más completas del grandote rojo fuera de su país.
Ah... Mención de honor para la traducción a cargo de Mauro Mantella que es tan buena que no falta quien dice que incluso mejora los diálogos de la versión original.