Allá por los albores de 2018, se publicó en éste sitio un artículo sobre el héroe noventero Darkhawk bajo el título “Héroes Olvidados”. Dicho artículo fue escrito por su servidor, quién lo pensó más como una suerte de “título ganchero” que cómo una sub-categoría. Sin embargo ante las repetidas sugerencias de continuarlo, y el hecho de que tengo un bloqueo creativo símil al que tiene un escritor de Marvel, no quedó otra que seguir con la corriente y hablar de otro más de éstos personajes desechados como si de un jubilado se tratase.
El Desconocido
"Omega The Unknown" es un título bastante particular en una era particular, donde los cómics estaban desafiando las limitaciones de la CCA, dando mayor libertad creativa a los artistas. Ayudaba también que en Marvel, los editores hacían la vista gorda a lo que sus empleados consumían en sus horas de descanso (contrario a lo que se vería en los años del implacable Jim Shooter) quienes comenzaron a plasmar en viñetas sus viajes lisérgicos. Conceptos más profundos que simplemente “bien vs mal” se asomaban y los héroes eran tan inseguros de si mismos como sus lectores. Omega sobresale no solo por ser uno de los prototipos de narrativas menos convencionales, sino por abordar su estilo antes de su apogeo. En Palabras de su creador, Steve Gerber(creador de Howard the Duck para los menos conocedores).
Quería hacer una serie sobre un chico real que no era el sidekick de nadie, enfrentando problemas reales en lo que ahora sería entorno "crudo y sombrío", Hell's Kitchen en New York. "Omega" precedio la explosión de ambos "Teen Titans" y "X-Men" y el movimiento "crudo y sombrío" por unos cuantos años. De haber salido más tarde, probablemente habría sido considerado un poco extravagante pero mainstream.
Mary Skreenes, quien ya había tenido pequeñas colaboraciones con Gerber en Howard the Duck, The Defenders y Guardians of The Galaxy, se encargaron de ayudar en los guiones de las serie.
Por su parte, Jim Mooney, en ese entonces entitador de una serie de Spider-Man y dibujante en otra, sería el encargado del apartado visual, haciendo un trabajo excelente en plasmar tanto lo mundano como lo bizarro del relato.
Gerber nos presenta dos protagonistas al parecer completamente ajenos. Por un lado Omega, un lacónico alienígena encapotado con el poder de lanzar rayos de la palma de sus manos con la forma del símbolo que le da su nombre, y último superviviente de su raza (me suena) quien se refugia en nuestro planeta luego de que un ejército de robots devastara su mundo. En el otro extremo James-Michael Starling, un adolescente de aparente clase alta con asperger (o alguno de esos trastornos que vuelven a los menores más molestos de lo que ya son), quien después de años de haber sido “educado en casa” se niega rotundamente a ir la secundaria y suelta berrinches a sus padres sobre lo maduro que es como para necesitar concurrir a una en uno de los típicos momentos de ironía en la vida de un púber, y a su vez la representación más fidedigna del lector de cómics promedio (muchos incluso asumimos que de haber sido escrito en éste siglo, James-Michael sería un ávido defensor de Cry for Justice).
Los deseos de James-Michael se ven cumplidos cuando en un accidente automovilístico descubre que sus padres en realidad eran dos robots haciéndose pasar por humanos, los cuales no tienen mejor idea que dejarle un mensaje criptico en lugar de darle información útil. Naturalmente ésto le genera un viaje lisergico al pobre el cual termina dejándolo en coma por varios días.

Al despertar es brevemente interrogado por el Dr. Thomas Barrow, quien sorprendido tanto por la madures intelectual del chiquillo insolente como de su evidente desapego emocional hacia sus recientemente fallecidos padres pero superdotado, concluye en que antes que terminara desperdiciado en algún hogar transitorio de mala muerte es preferible mantenerlo cerca para psicoanalizarlo, por lo cual, mediante métodos de dudosa legalidad, logran que se “hospede” en el departamento de Hell’s Kitchen donde viven la enfermera Ruth Hart, quien no ve con buenos ojos la idea y su amiga, la fotógrafa Amber Grant, quién se encariña rápidamente con el chico y se propone hacer las veces de hermana mayor. Todo parece normalizarse, sin embargo, la noche antes de que abandone el hospital, el joven es atacado por uno de los robots genocidas antes mencionados, al mismo tiempo que el misterioso Omega llega a su rescate en lo que supone el primer encuentro entre ambos protagonistas. A pesar de ésto, es James quien pone fin al altercado utilizando la misma técnica de lanzar rayos que posee el extraterrestre, el cual abandona el lugar sin mediar palabra alguna antes de que lleguen el staff médico, el cual al observar a James descubre que en la palma de ambas manos se encuentra grabado a fuego un símbolo, Ω(Omega para los que no hayan terminado el primario).
"Que el poder sea mi destino"
De aquí en más la historia sigue el formato episodico clásico de esa época. El joven Jim Starling vive en un departamento con dos mujeres mientras piensa constantemente en un misterioso hombre que no conoce e intenta sobrevivir a los desafíos de ser un adolescente social y emocionalmente torpe en la secundaria, donde hace buenas migas con dos compañeros, Dian Wilkins, la chica más canchera del curso y elemental en hacer a James menos lameloide, y John Nedley, el clásico gordito carne de cañon del curso. (Algo así como Evangelion pero en los 70’s).
Por su lado, Omega detiene un asalto a un tienda de empeño en el mismo barrio y hace buenas migas con el dueño “Gramps”, el cual le ofrece asilo y trabajo mientras él hace las veces de super héroe local.
Ambos protagonistas desde sus respectivos lugares van experimentando un mundo que no comprenden y comentando lo extraños que son los comportamientos de sus habitantes. Particularmente la violencia es una de las cosas que los extraña, su fuerte arraigo en la sociedad. Desde bullies que ejercen daño por puro placer o golpean cuando no entienden algo y super villanos que la emplean para obtener beneficios, hasta otros que simplemente la utilizan por estar atrapados en situaciones que escapan de su control. Por supuesto, la ironía clásica del destino conlleva a que ellos deban usar esa misma fuerza natural para escapar de las distintos conflictos que encuentran mientras intentan descubrir el secreto de su incomprensible conexión.

Hay varios aspectos destacables en el resto del reparto. Aunque Ruth Hart tiene un rol más tradicional como la niñera preocupona, se establece que es por trauma del pasado (que nunca descubrimos, pero más de eso después), mientras que Amber Grant es de carácter fuerte e independiente y actúa como “profesora de la calle” de James-Michael. Cabe destacar también que ninguna se convierte ni por asomo en interés amoroso de los protagonistas y hasta se muestra que tienen vidas sexuales activas(tanto como puede mostrarse en un cómic de Marvel de los 70’s claro está).
Esperando el Fin del Mundo
Sería reiterativo hablar de cada uno de los números de Omega, ya que como uno de los pocos datos negativos, cuenta con varias apariciones innecesarias para elevar ventas, desde villanos de Spider-Man hasta el clásico enfretamiento contra un Hulk que pasaba por ahí enojado. Por esto, y porque el que escribe soy yo, vamos a cerrar con el hecho más memorable.

Todo parece marchar bien hasta que, en uno de los eventos más crudos y violentos que se verían en las páginas de un comic de Marvel, el nerd del curso John Nedley muere en un hospital producto de heridas provocadas por los bullies del colegio en un ataque brutal. James-Michael, consternado por los acontecimientos, vuelve a su hogar original junto a Dian a buscar respuestas sobre su pasado y se encuentra con otros robots de sus padres. Mientras tanto, Omega decide que debe sacarlo a de ese entorno enfermo cuanto antes, por lo que concluye en que el mejor curso de acción es apostar en Las Vegas y conseguir el dinero suficiente para mudarse a un lugar mejor.
Luego de hacer varios billetes, una extraña mujer roba su dinero e inician una persecución por toda la ciudad. La policía, creyendo que nuestro héroe desconocido es el ladrón, dispara a quema ropa hasta matarlo.
Así es, Omega: The Unknown termina con uno de los cliffhangers mas horribles que podrían haberse concebido. Bueno, si y no.

Como sucedió en otros casos como el de Adam Warlock, Marvel dio a Gerber la chance de cerrar la historia en dos números de “The Defenders”, pero éste nunca llegó a escribir esos números ya que la editorial lo despidió ante las continuas denuncias por los derechos de autor de Howard el Pato, a los que se sumaría Omega, dejando a Steve sin el pan y sin la torta.
De todas formas, dicho final si vio la luz, en las páginas de Defenders #76 y #77, pero escritos Steven Grant y dejando disconforme a Gerber.
Realmente no merece mucho la pena hablar de ésto porque esencialmente es malísimo, pero para ahorrarles el tiempo y el horrible contraste que es pasar del tren de Gerber a la bicicleta de ruedas cuadras de Grant para narrar una historia, James-Michael termina volviéndose super poderoso y se suicida para no lastimar a sus seres queridos. Tanto su cuerpo como el de Omega son lanzados al espacio en una especie de “Fuck You, no vamos a usarlos nunca más” a ambos personajes.
¿El Final?
Si conocen a Marvel saben que no se contenta con matar a sus enemigos, tarde o temprano va a visitar la tumba para orinar encima. Esa orina hizo contacto con el Tierra en 2007 cuando le dieron el visto bueno a Jonathan Lethem para escribir una especie de re-imaginación de la obra, siendo teóricamente buen escritor y fan de Omega.
De la primera no puedo dar fe ya que no leí sus libros y su cómics es de los insultos retinales más grandes que vi. Lo segundo es más que cuestionable, considerando que demuestra no haber entendido para nada que es lo que hizo en su momento a Omega interesante y desconociendo completamente la situación de apropiación respecto a su autor real.

Pero en fin, no hay mucho que decir del Omega de Lethem salvo que es una porquería mal escrita, con personajes chatos, repleta de clichés para aparentar profundidad y con un final peor que el de Defender. Ni siquiera el apartado visual es rescatable. Farel Dalrymplede esta desconocido en las páginas del cómic, pareciera que le hubiesen pedido que dibujara feo apropósito para darle una apariencia más “indie”, pero solo lo hacen aparentar un producto deshonesto y sin personalidad.
Para echar más sal en la herida, Steve Gerber falleció a causa de una enfermedad durante la publicación ésta mini-serie, llevándose con él la posibilidad de ver el verdadero final de Omega.
¿Esperaban un final feliz?