”Los comics y la política no se mezclan” es algo que se ha escuchado con relativa frecuencia en los últimos años. Una frase que nos demuestra lo peligroso que es dejar que una generación crezca creyendo que “Spawn” y “Gambit” son buenos personajes (no muerda, lector). Irónicamente America, la historia que concierne a éste artículo, no solo tuvo su génesis en la misma época de apogeo que los vacíos de creatividad antes mencionados, sino que a la vez rechaza por completo la declaración de los reinvidicadores contemporáneos de Fredric Wertham. Pero antes, es menester un poco de contexto sobre el personaje cuyo existencia hace posible la del cómic en cuestión.
Él es la ley, y mejor que lo creas
Debutando en 1977, Judge Dredd por Alan Wagner, Carlos Ezquerra y Pat Mills para la revista de antológia "2000 AD". Joe Dredd es un Juez en la post-apocalíptica metrópolis conocida como “Mega-City One”. Los Jueces son policías futuristas con el poder de juzgar y condenar en el acto, siendo Dredd el mejor y más severo de todos ellos; no limitados a la seguridad urbana, los jueces también ejercen como gobernantes, en un modelo de gobierno que, con algunas variaciones, ha sido adoptado por todas las naciones del planeta.
Cuando contaba con más de 10 años de historias y siendo el personaje de cómics británico más popular y con la idea de una película en camino, se decide a principios de los 90’s darle a Judge Dredd su propia revista mensual: “Judge Dredd: The Megazine” (aunque la línea publicación principal continuaría siendo 2000 AD, publicada semanalmente). Para ésto proyecto se optó por el regreso de su creador, John Wagner, el cual había dejado hacia unos años al personaje en las manos de un tal Garth Ennis.
En ésta ocasión, Wagner se aleja completamente de la sátira y el humor negro que caracterizaban a Dredd, en favor de un tono más serio y profundo, algo que se había hecho antes en la serie, pero en muy pocas ocasiones y nunca en de forma drástica y lúgubre.
Con la historia en mente, solo restaba elegir encargado del apartado visual. Inicialmente John pensó en otro de Carlos Ezquerra, pero al estar el español ocupado en “Al’s Baby” se optó por Colin McNeil, quien ya tenía un poco de experiencia dibujando a “la ley”.
Solo unas páginas bastan para ver que dieron en el clavo con la elección, ya que su estilo captura rápidamente el tono, desde momentos cálidos y nostálgicos, hasta la tragedia y la oscuridad opresiva de los Jueces.
Romance en tiempos de Ingsoc
Ésta es una historia de amor, de como dos personas nacidas en un mismo lugar pueden seguir caminos diametralmente opuestos según sus posturas ideológicas y como, a pesar del gran afecto que sienta una persona por otra, una sociedad totalitaria puede oprimirlas hasta ponerlas en contra. Dicho ésto, “America” no cae en la trampa obvia de darnos a un villano infinitamente malo y unos héroes bonachones y honorables. Detrás del idealismo de una sociedad democrática, la aversión a los jueces termina por convertir a los activistas en terroristas, al punto de no temer rebajarse a los mismos niveles de violencia que éstos.
Sabíamos que existían. Y había una gran posibilidad de que vinieran por nosotros".
Wagner nos introduce un relato con esporádicas intermisiones de Judge Dredd, explicando al lector por qué la libertad y los derechos “en exceso” son peligrosos para el orden social, y por ende deben ser firmemente controlados, estableciendo claramente a Joe no solo como antagonista, sino a su vez como una presencia opresiva cuya vigilancia es imposible de escapar. El resto se ve a través de varias analepsis de Bennet Beeny, quien nos narra su vida y la de la hija de inmigrantes y amor de su vida, America Jara, sus infancias en los Mega-Bloques (residencias para las clases medias-bajas), su adolescencia, eventual separación y su re-encuentro final, momentos que nunca escapan de la vigilancia de los jueces. Mientras Beeny descubre un talento innato para la comedia musical, America se involucra más y más en los movimientos que abogaban por el regreso a la democracia, sistema de gobierno el cual es ilegal en Mega-City One.
A lo largo de su vida ambos intentarían convencer al otro de cambiar su forma de pensar, siempre llegando a la conclusión de que ambos son incompatibles ideológicamente, y culminando en una traición que él nunca podría perdonarse.
De ésta forma presenta un yuxtaposición de lo más deprimente entre ambos personajes. Por un lado, America vive una vida inconforme con la sociedad, en constante frustración por un cambio que no llegará y un asfixiante resentimiento hacia el sistema gobernante. Por el otro, el éxito de las canciones de Beeny lo convierten en un millonario, abandonando el hacinamiento de los bloques de Mega-City One y gozando de una vida tranquila. Sin embargo, sabe que jamás logrará cambiar la opinión de la mujer que lo obsesiona, y nunca logrará superar sus sentimientos de auto-desprecio por su cobardía, ya que la única razón por la cual no se subleva es el temor a la muerte.
Con ésto, sin muchas sutilezas Wagner nos indica que en un mundo de doctrinas totalitarias, no es ni quien se rebela ni quien se somete el que triunfa, sino quien cree firmemente en ellas.
Debes seguir buscando a America
America marcó un antes y un después en la historia de Judge Dredd. Su éxito fue tan grande que por años fue imposible conseguir TPBs ya que la tirada fue muy limitada y se agotaron al instante. Debido a esto, hubo dos secuelas: “Fading of the Light” y “Cadet”, las cuales vienen incluidas en las recopilaciones modernas y expanden de maneras interesantes algunas de las ideas presentadas aquí.
Sin dudas, estamos ante una historia que debería leer cualquiera, con un mensaje profundo, arte estupendo y a su vez un gran punto de partida para los que quieran adentrarse en el genial mundo de Judge Dredd.
Recuerden que leer éste artículo es una ofensa seria y está penada con 3 años en los Iso-Cubos.