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La Zona Fantasma: All-Star Batman & Robin, the Boy Wonder

El Batman más odiado de Frank Miller

La Zona Fantasma: All star Batman & Robin, the Boy Wonder
La Zona Fantasma

Hasta los peores criminales del universo tienen derecho a la legítima defensa.

En esta ocasión, los enjuiciados son Frank Miller y Jim Lee. Su crimen: All-Star Batman and Robin, The Boy Wonder.

Miller redefine a Batman

En 1986, Frank Miller escribió y dibujó la mejor historia de Batman que se había producido hasta el momento. El impacto del “The Dark Knight Return” fue tan grande que hubo notas cubriendo el fenómeno en diarios no solo de Estados Unidos sino de distintos países del mundo. Su impacto fue tan grande que impuso un nuevo formato (el prestige), una nueva moda que aun perdura (el libro recopilatorio) y un nuevo standard de calidad de papel e impresión prestigiando, justamente, al cómic como arte y como producto cultural. Fue tan grande que casi de inmediato se puso en marcha una superproducción de Hollywood (la primera de muchas) que buscaba reflejar el nuevo aspecto del personaje. Tan grande –digo- que en 1987, le ofrecieron a Miller escribir una nueva miniserie contando el origen de Batman y el flaco desgarbado de Maryland hizo lo que nadie creyó que fuera posible: escribió “Year One”, una historia con la misma calidad que la anterior o incluso superior.
No pretendo acá analizar estas dos obras maestras porque ya son archiconocidas y fueron estudiadas por gente mucho más capaz que yo. Sí me gustaría remarcar algunos poquitos puntos que creo resultan relevantes para entender su genialidad.

  1. Hay un nivel de instrospección que le da a los personajes interés y profundidad. Estos, además, evolucionan, aprenden, cambian y no terminan la historia igual que como la empezaron. También le aportan una polifonía al relato (sobre todo Gordon que, por momentos coprotagoniza las historias) con sus perspectivas y sus propios conflictos.
  2. Hay una fuerte crítica social. Una sociedad anestesiada, manipulada por los medios de comunicación en la que el ciudadano de a pie se ha rendido y está resignado a ser gobernado por políticos corruptos que controlan fuerzas represivas igual de corrompidas. Tras un par de escaramuzas con ladronzuelos y proxenetas, el Batman de Miller y Mazzucchelli (en icónica escena) asalta directamente una mansión en la que se reúnen políticos, mafiosos y el jefe de policía y les declara que su guerra es contra ellos. Totalmente coherente con el final del Dark Knight en el que quien lo manda a matar es Ronald Reagan, el propio presidente de los Estados Unidos.
  3. Prescindencia de muchos de los elementos más ridículos del género y poco contacto con el resto del universo DC. Nada de héroes y villanos de disfraces coloridos ni batirepelente de tiburones. En “Año Uno” parece que todavía no existieran la mayoría de los otros superhéroes (incluido Robin, por suerte) en DKR están todos retirados o muertos (incluido Robin, por suerte).

Curiosamente, la obra que se supone fuera de continuidad es la que por su ubicación cronológica debe rescatar más elementos de la mitología del personaje. En DKR aparecen Joker y Superman que en “Year One” solo son mencionados. En ambas aparece Harvey Dent pero en una, antes de sufrir el atentado que le desfigura la mitad del rostro y en la otra, después de que una cirugía reconstruyera el daño. En DKR la baticueva y el batimóvil tienen apariciones muy fuertes mientras que en “Año Uno” la cueva es solo mencionada y el batimóvil ni siquiera eso.
Como puede verse, a pesar de que una integraba el canon y la otra no, ambas obras eran perfectamente coherentes y (más allá de lo que dijera la editorial), los lectores fueron incorporando a “El regreso del Caballero oscuro” como la versión definitiva del final de Batman.

¿Cómo siguió la cosa?

¿Qué más se podía pedir de un autor? El tipo te había escrito dos joyas aclamadas por la crítica que a la vez eran un éxito de ventas entre el público. Había contado el principio y el final del personaje, elevando su popularidad hasta las nubes y sentando las bases para poder contar mil historias. Lo único que DC tenía que hacer era no cagarla... y es lo primero que hizo.
A diferencia del DKR que se publicó aparte de la colección principal y siempre se propuso como una versión alternativa del personaje, “Año Uno” salió mensualmente en la serie regular y contaba el origen canónico de Batman. Durante cuatro meses, la gente alucinó con la reversión de Miller y David Mazzucchelli y soñó con que esta miniserie significara una redefinición del personaje al estilo de lo que fue “Man of Steel” y la etapa subsiguiente de John Byrne en Superman. Pero fue más bien todo lo contrario.
”Year One” terminó en el número 407 y en el 408 vuelve a aparecer el Batman de la capa azul y el óvalo amarillo presentando nada menos que al nuevo Robin. ¡Un pendejo que trató de robarle las gomas al batimovil! ¿En serio? ¿Hacía falta volver al concepto más estúpido en la historia del personaje y justo al mes siguiente de terminar su mejor miniserie? 
Fue como llegar hasta la cima más alta del género y de golpe caer desde ahí de boca al asfalto. La gente escribía a DC puteando en todos los idiomas. Y no fue solo ese mes. Durante bastante tiempo costó imponer un nuevo equipo creativo que no se comiera la comparación imposible con Miller/Mazzucchelli y ligara la correspondiente catarata de odio.

choques mazzuchelli jim lee
Cuando Batman choca un auto según Mazzucchelli y según Jim Lee

 Batman vuelve a estar del lado de la policía y obedece sin cuestionar al gobierno. Incluso en 1988 (“Ten nights of the Beast” de Starlin y Aparo) le salva la vida a Ronald Reagan, el mismo presidente que ordenó su asesinato en el Dark Knight provocando que los fans se arrancaran pelos a puñados. Por suerte, el mismo equipo creativo le dio una alegría a los lectores ese mismo año matando al Robin que nunca nadie había querido y otorgándole mayor consistencia a la posibilidad de que el DKR se convirtiera en canon. Cabe destacar que en una de las miniseries el antagonista es la letal KGBeast soviética y en la otra, el Joker es nombrado ¡embajador en la ONU por Iran! Batman no solo no representa una crítica al sistema sino que combate a los enemigos de América.
Las continuaciones oficiales, “Año Dos” (de Barr, Davis y McFarlane) y “Año Tres” (de Wolfman y Broderick), por su parte, fueron un desastre y un mamarracho por donde se las mire. Más que retomar la obra de Miller y Mazzucchelli parece que querían reescribirla de modo que pudieran forzar al personaje a parecerse a lo que era en la actualidad. Así fueron reinsertando a Leslie Thompkins (a quien nadie extraña cuando no aparece) y al primer Robin (porque nunca hay suficientes Róbines ¿No?)
Ya no era solo una cuestión de calidad sino que la forma en la que la editorial siguió adelante con el título ignorando en la práctica a “Year One” comprometía también a la estética, el enfoque y hasta la esencia del personaje. Miller había entendido a Batman (y al público) como nadie. DC por su parte parecía no haber entendido nada y estar empecinada en repetir todos los clisés y estupideces del pasado.
Todo esto, en realidad, dejó en evidencia que la estructura y la filosofía de la empresa es algo que lleva una transformación mucho más lenta. Recién en 1989, ya con el éxito de la película de Tim Burton y con Denny O’Neil al frente, surge la respuesta a todo ese sector del público a través de la nueva serie “Legends of the Dark Knight” que remite desde el título a la famosa creación de Miller y se propone contar “los años perdidos de Batman”. Es decir, continuar la línea cronológica e, indirectamente, el universo de “Año Uno”. Más tarde, otros autores de la talla de Ed Brubaker, Matt Wagner y la dupla Loeb/Sale eligieron ambientar sus obras en esa misma línea temporal de modo que se estableciera una relación de continuidad y un homenaje a la insuperable miniserie de 1987.

El regreso del flaco de Maryland

La idea de Miller regresando a un personaje tenía un par de antecedentes polémicos como mínimo. El caso paradigmático fue “Daredevil Born Again” (también con dibujos de Mazzucchelli) de 1986. El guionista regresa al personaje que lo hizo famoso y crea una de las historias más recordadas por el público... pero soslaya prolijamente todo el trabajo que hicieron los otros artistas durante los años en los que él no escribió la serie. Y eso que las historias de O’Neil habían sido entre dignas y muy buenas. 
El caso es que Miller había realizado en forma integral los números 167 a 191 de Daredevil, y al escribir “Born Again” hizo de cuenta que fuera el nº 192 cuando en realidad es el 227. 
Su próximo regreso al personaje (obviando por su brevedad la hermosa “Love&War” ilustarada como los dioses por Bill Sienkiewikz) será en 1993 con “The man without fear”, donde cuenta los orígenes del Diablo de Hell’s Kitchen acompañado por los inspirados dibujos de John Romita Jr. En este caso, la recepción fue más irregular. Algunos (entre quienes me incluyo) la consideraron una gran obra, mientras que otros la encontraron anticlimática y viciada de errores de construcción argumental. 

arcade
Locación icónica del DKR dice presente en All Star.

Pero, sin dudas, el caso más extremo fue su “Dark Knight strikes again”. Recuerdo que en 2001, cuando empezó a salir, estaba yo tan contento que debo haber entrado a la comiquería dando saltitos. Abrí el tomo, lo hojeé y volví a cerrarlo. Simplemente no soportaba verlo.
En 2005, cuando DC anuncia la línea “All Star” (tratando de replicar el enorme éxito de la línea Ultimates de Marvel) y cuando Miller anunció que estas historias estarían dentro de su “batiuniverso” surgieron muchas preguntas: ¿Lograría Miller conectar “Año Uno” con el DKR explicándonos como ese Batman joven e inexperto llegó a convertirse en ese viejo derrotado y mala hostia? ¿Cuánto conectaría con el resto del universo DC? ¿Se permitiría incorporar los elementos más ridículos inherentes al personaje y al género superheroico o los esquivaría como a la peste? Y sobre todo ¿De qué Miller estamos hablando? ¿El genio de Returns o el horror de Strike Again?

Por fin: “All Star Batman and Robin, the Wonder Boy”

El título elegido para la serie nos da una pista y una primera respuesta. Los elementos más absurdos no solo estarán presentes sino incluso puestos en primer plano. ¿Cómo a un genio estratégico y una de las mayores mentes del planeta se le ocurrió mandar a un nene de trece años en calzones a pelear contra psicópatas asesinos y criminales armados? ¿Por qué el poseedor del arma más poderosa del planeta la usa para materializar ventiladores y guantes gigantes de baseball en lugar de arreglar los malditos problemas del mundo? Y lo que más nos inquieta ¿Por qué Canario Negro lucha contra el crimen vestida como una prostituta de Sin City?
Las respuestas que la serie dará a todos estos interrogantes serán: porque están locos o porque son estúpidos. Y son unas respuestas dadas con tan mala leche que trascienden a los personajes y parecen extenderse a los creadores y lectores de estos personajes. ¿Por qué los autores siguieron haciendo toda esta mierda? ¿Por qué los lectores siguieron leyéndolo? ¿Son locos o son estúpidos?

el amarillo
Como diría Lionel Hutz: "Está lo amarillo y lo amarillo"

“All Star” será una respuesta, una crítica despiadada y una parodia no solo a las versiones clásicas de los personajes sino también (y principalmente) a la enorme cantidad de basura que se había producido después de la revolución de los 80s. ¿Les gusta que Batman sea un desquiciado violento? Acá van a tener al más desquiciado y violento. ¿Les gusta exagerar ridículamente los componentes pseudo-tecnológicos? Entonces les va a encantar el batimóvil que se convierte en avión y en submarino.
Miller parecía dispuesto a implementar su terapia hasta la náusea. Si les gustaba la basura, les llenaría el plato a rebosar. Y para eso, Jim Lee era el dibujante ideal. El artista más mainstream de la Image de los 90s tira pose tras pose de tipos musculosos y minas patilargas y siliconadas, escena tras escena de acción exagerada hasta el infinito, splash page, doble splash page... ¡Hasta sextuple splash page!  
La cosa tenía la sutileza de un escupitajo a la cara y, obviamente, la mayoría de los lectores y los editores la odiaron mucho. El público que se había conmovido ante la muerte de un sistema solar entero porque John Stewart no pudo desarmar una bomba del juicio final pintada de amarillo (“Odisea Cósmica” Starlin/Mignola 1988), no aceptaba ahora que se burlaran de lo estúpido del recurso.
No obstante, a medida que Miller iba vomitando todo su veneno, también iba sentando las bases del universo que quería construir. Comienza a formarse una incipiente Justice League, Dinah se dispone a armar su versión de las Birds of Prey; se adivina que el Joker (presentado en una de las escenas más perturbadoras que protagonizó el personaje) está detrás del asesinato de los Grayson, se retoma la historia de Gordon y sus conflictos matrimoniales y, sobre todo, algo que destacamos en las obras del guionista, los personajes empiezan a evolucionar, a aprender, a transformarse en algo más complejo e interesante.
Supongo que el cambio principal se da en el propio Batman y principalmente en su relación con Dick. Mientras en un principio, Bruce intentó obturarle a su pupilo la posibilidad de expresar su dolor y hacer su duelo para que (como él) no pueda superar nunca la muerte de sus padres y eso se convierta en una obsesión, en un momento comprende el terrible error que está cometiendo y lleva al muchacho a llorar en la tumba de sus padres. Esa escena cambia radicalmente nuestra forma de ver al personaje y es la primera vez en la que podemos empatizar con él. Eso ocurre en el número nueve. El número diez, más centrado en los problemas que sufre toda la familia Gordon a causa del alcoholismo de Bárbara es, quizás, el mejor de la serie.
Y el último.
Aunque en principio se habían pautado 16 números, el descontento tanto del público como de la editorial llevó al título a un impasse del que nunca salió. No está mal del todo. La historia se desarrollaba demasiado lentamente (cuatro números solo para el secuestro de Robin) y hay que reconocer que Miller traspasó demasiados límites ya que prácticamente te forzaba a reírte con él o aguantar que se riera de vos.
De todas formas fue una pena porque la serie finalmente había despegado y dejó planteadas varias cosas interesantes que me hubiese gustado ver desarrolladas.

Anexo: Conexiones con el “Millerverse”

Y entre las cosas piolas que se venían planteando, tal vez la más interesante fuera la posibilidad de conectar “Year One” con “The Dark Knight Returns”. En “Año Uno”, Bruce tiene 25 años, en DKR tiene 53 y hace diez que está retirado. Eso implica que Batman estuvo activo durante dieciocho años. ¿Qué pasó en ese tiempo? Acá, algunos guiños, referencias y contradicciones entre las obras.

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El regreso de la inolvidable Bruno
  • En la primera página del número dos, se establece la intertextualidad con la primera página de “Year One” esa en la que Bruce, llegando en avión, dice que Gotham es hermosa vista desde arriba.
  • La viñeta final de “Año Uno” dice que un loco que se hace llamar Joker amenaza con envenenar el embalse de Gotham. En el número ocho de All Star hacen referencia a ese hecho y dicen que ocurrió hace cosa de un año.
  • La policía de Gotham sigue estando casi totalmente corrompida y Batman sigue haciéndoles la guerra. En el número seis, Gordon menciona a Flass, el poli más sucio de “Año Uno” pero en la misma lista, en un guiño al lector, también menciona a Rafferti, el cana al que decapitan en “Sin City. La gran masacre”.
  • La mayor parte de la construcción del personaje de Gordon, respeta lo planteado en “Año Uno”: viene de Chicago, su amorío con la detective Sarah Essen resintió su relación con su esposa Bárbara. En la miniserie de 1987 nace su hijo James Jr. y acá ya habla pero todavía no sabe leer.
  • No obstante, en “Year One” parece que el pequeño Jim es el primer hijo de la pareja, mientras que en “All Star” dice que se casó muy joven y su esposa no tardó en quedar embarazada. Así se incorpora a la pequeña Bárbara (buena gente estos Gordon pero qué falta de imaginación con los nombres) de quince años, es decir, Batichica.
  • Una de las cosas que más molestó al público es que Batman se lanzaba a golpear a los villanos soltando una feroz carcajada como The Shadow (finalmente, una de las inspiraciones del personaje). No obstante, en el número dos de “Year One”, en su primera prueba con el traje, Bruce dice que le lanzó a los ladrones un rugido que aprendió en África. En la misma revista, cuando Flass cuenta como desbarató la operación de drogas, también menciona el rugido y dice que antes de fajarlos a todos se empezó a reir.
  • Otra crítica vino por el lado del dardo con veneno de serpiente que usa Batman en la primera entrega de All Star, no obstante, también los había usado contra el escuadrón SWAT en el tercer número de “Año Uno”.
  • En DKR, cuando aparece el batimóvil, Batman dice que fue Dick el que le puso ese nombre y agrega: “Un nombre que solo podía ocurrírsele a un niño”. Mientras que acá, Batman ya usaba el nombre antes de secuestrar a Dick y cuando el pibe lo escucha, comenta que el nombre suena gay.
  • En el número ocho, hay un cameo de la inolvidable Bruno, con sus esvásticas en las tetas.
  • En el número diez, la primera pelea de Batichica se da en el famoso Arcade en el que Batman salvó a Carrie Kelley de los mutantes en DKR. Parece que ese lugar estuvo lleno de pandilleros desde siempre. 
  • En el capítulo cinco de All Star, una protoliga de la justicia se preocupa porque el accionar de Batman les quita legitimidad a todos los superhéroes. En el capítulo nueve, Hal Jordan lo confronta abiertamente y le dice: “¡Lo estropearás todo! ¡Harás que nos maten a todos!”. Al llegar al DKR resulta evidente que esa advertencia se hizo realidad.

Y eso, para alegría de muchos y pena de unos pocos, fue todo. Personalmente, albergo la esperanza de que algún día se publiquen al menos los seis números faltantes y que Miller termine de contarnos la historia que tenía en mente. Yo me los compro aunque una monja me siga desde la comiquería hasta mi casa tocando una campana y gritando "Vergüenza".

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Escrito por:
Facundo Vazquez
Guía su vida por el bushido y la frase de Benjamin "Ustedes nunca vieron morir a un burro".
Facundo Vazquez
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