Postales de Villa Estante son reseñas/recomendaciones de libros que tengo en mis bibliotecas. También son un poco anécdotas de cómo conseguí tal o cual libro, muchos de ellos adquiridos (no siempre comprados) en el mítico local comercial de la editorial Llanto de mudo en donde pasaba gran parte de mi tiempo cuando Diego Cortés estaba entre nosotros. No son críticas ni nada parecido y, de hecho, están escritas muy cutremente. Pueden pecar de optimistas y que alguno salte y diga “Eh, pero a este le gusta todo” ya que no tengo comics que no me gusten, siempre me he jactado de ser muy selectivo y tener algún que otro material no-tan-mainstream. Aclarado esto les doy la bienvenida.
Como guante de seda forjado en hierro de Daniel Clowes
Ediciones La cúpula. 5ta edición. 2010. 144 páginas.
Respeto a esas obras que me movilizan sensaciones extremas de miedo e incomodidad. Y los nombres largos de los libros.

Clay es un tipo sombrío que entra a un cine porno a ver una peli de BDSM sin sexo, con el mismo nombre del libro que estamos leyendo nosotros, y ve a su ex mujer como protagonista. Clay se pone loco (a un nivel Clowes de locura, claro) y se decide a buscarla, esto lo va a llevar a una lisérgica aventura. Y si digo lisérgica me quedo corto, porque ya desde el vamos va a pedirle a su amigo que le preste el auto y este tiene unos extraños bichos, como una especie de crustáceos asiáticos metidos en las cuencas de los ojos por estar haciendo un tratamiento ocular (¡!). De ahí en más todo se va a la mismísima mierda, con policías que le marcan con un bisturí la carita de un personaje que se llama Señor Jones, que va a aparecer a lo largo de todo el libro, y lo cagan a trompadas porque sí. También tendremos una comuna hippie satanista, personajes deformes, sueños horribles que se vuelven realidad, un perro sin orificios…ni cara. ¡Y ese tipo que lo espía por la ventana que hace que se me ericen los pelos de la nuca! Éstas son algunas de las cosas que Clay va a ver y experimentar en el viaje de ácido que se pegó Daniel Clowes con su primera obra larga, empezada sin un rumbo claro, dejándose llevar por la historia con su estilo de línea clara tan particular y prolijo que desentona absolutamente con la incomodidad que genera en el lector la historia de este libraco. Porque es en la historia en donde Clowes despliega esas habilidades extrañas que tiene para hacer hablar a los personajes, para que interactúen, para que caminen.

¿Vieron como observan los personajes de Daniel Clowes desde las páginas? Es como si te miraran a los ojos directamente. Esa magia para hacer que las cosas sucedan y se entrelacen con las situaciones que vienen más adelante. Y es eso, de lo que hablaba al principio de esta reseña, lo mágico de esta obra: la incomodidad que genera. El miedo. La oscuridad que tiene, las situaciones que te llevan a decir todo el tiempo “¿Qué?”, los silencios y los ritmos lentos. Una belleza muy horrenda.