Comics

"Public Domain" de Chip Zdarsky

El comic que necesitamos, no el que merecemos

Portada

Cuando en el año 2014 se estrenó Captain America: The Winter Soldier, pudimos ver a Ed Brubaker en un pequeño cameo, compartiendo escena con Robert Redford (participación que originalmente se extendía, pero resultó editada). Por esta breve aparición el sindicato de actores le pagó una mayor cifra que el estudio por el uso de Winter Soldier, personaje que figura como su creación. Y ésto último sucedió después de hacer público que jamás había recibido remuneración alguna. Luego le fue enviado un cheque, y la cifra era tan ridícula que prefirió no cobrarlo, ya que sentía que pagaban por su silencio y entre eso y mantener el derecho a la queja… 
¿Qué tiene que ver ésto con Public Domain? Bueno, nada y mucho a la vez. La historia sobre Brubaker es un mero recordatorio de una situación que hemos visto y sin duda seguirá ocurriendo.

AGUANTE LA FICCIÓN

El mundo presentado en Public Domain es dolorosamente reconocible. En lugar de utilizar varios personajes, el “universo cinematográfico” de Domain consta de sus múltiples secuelas, pero es igual de explotado como cualquier IP exitosa de nuestra realidad. El merchandising y los productos satélites abundan como de costumbre, y nuestro protagonista, Miles Dallas, está un poco harto de todo eso. Como periodista, le encomiendan entrevistar al actor principal, y no termina muy bien: discusión, alguna trompada, un arresto. ¿Pero por qué el tema saca lo peor de él? Para eso hay que conocer a su padre, Syd Dallas, el creador de Domain.

Syd lleva una vida muy humilde y se siente satisfecho con la aceptación que tiene el personaje, y aunque no cree que el Domain de las recientes adaptaciones sea muy cercano al de la idea original, discrepa más con la versión actual de los comics. Su corazón, por suerte, sigue allí, en las viñetas, y mantiene su tablero en el sótano como en los buenos viejos tiempos (más adelante Zdarsky utiliza éste lugar para explorar la relación que Syd tenía con sus hijos, y la de ellos con el trabajo del padre).

A quién no le interesan en lo absoluto los comics es a su viejo colega Jerry Jasper (sutil como un cadenazo en los dientes esa aliteración), dueño de Singular Comics y por lo tanto, poseedor de los derechos. Y un poco por todo eso, es que la mayoría de la gente piensa que es el creador del personaje. Su secretaria, Tanya Ko, hace el gran descubrimiento, mientras revisa viejas cajas en el sótano de Jasper: un documento legal que acredita a Dallas como el único y debido dueño de Domain.

Miles, su hermano Davis y Syd tienen una muy pequeña pero real posibilidad si quieren pelear por lo justo ¿Cómo pueden hacerle frente a la billonaria máquina de blockbusters? ¿Cuales son las probabilidades de salir exitosos de semejante batalla?


EL FUERTE DE ZDARSKY

Hay que reconocer, tratando de no spoilear nada, que el fuerte de Zdarsky son los personajes. Por un lado las motivaciones están claras y justificadas, y vistas en conjunto, llevan a los personajes para un mismo objetivo casi inevitablemente. Y por otro lado, el trabajo en las caracterizaciones. Cada uno tiene su personalidad, reflejada tanto en sus diálogos y gestos, mínimos pero efectivos. Todos son verosímiles pero también se puede ver que cumplen cierta función. En el último número de éste primer volumen utiliza un típico recurso de la historieta para contraponer y caracterizar el pasado de dos personajes, demostrando que sabe cómo narrar en este medio. 
En el dibujo se ve una evolución desde Sex Criminals (con Matt Fraction), aún usando las mismas herramientas digitales, pero con un resultado más pulido y mayor cuidado en detalles y sombras.


LO QUE NO DIJO EL REY

A pesar de ser algo popular, el comic se ve medio relegado frente a las producciones cinematográficas o televisivas. Es poco común ver un reconocimiento al material original o sus autores. Y eso sin hablar de la diferencia en la retribución económica y las condiciones laborales, que no han avanzado demasiado en décadas. 
A fines de los 80’s Jack Kirby le dijo al artista James Romberger, quien le mostró sus trabajos de pintura, dibujo y fotografía pero consideraba dedicarse al comic, que debía mostrar su trabajo donde realmente se lo aprecie, en lugares como galerías o museos, porque los comics van a romper su corazón. Romberger le hizo caso, por un tiempo, y en 1996 comenzó su carrera en comics. La cita al rey es un poco desconsolante, pero me atrevo a responder que los comics también te pueden reparar el corazón y llenártelo de emociones, quizás para tener con qué comenzar el ciclo otra vez. Creo que Zdarsky estaría de acuerdo conmigo, y leer su historia es hacernos un favor a nosotros mismos para no olvidar ésto.

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Escrito por:
Anibal Berrey
Se podría decir que soy un procrastinador part-time, o aficionado (me da paja hacer la carrera)
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