Comics

Sabrina y los cómics (Parte I)

Repaso por los comics de Sabrina en Archie Comics

Sabrina classic

Llegó la temporada de las brujas (¿o ya había llegado?). A finales del año pasado se estrenó en Netflix “The Chilling Adventures of Sabrina”, que en español, por esas cosas de la vida, se llama “El Mundo Oculto de Sabrina” (parece que “Las escalofriantes aventuras de Sabrina” no era tan ganchero). Con esta nueva versión, oscura, satánica y feminista, la bruja adolescente que toda una generación conoció gracias a la sitcom que Nickelodeon transmitió desde 1997 hasta el 2003, volvió a estar en boca de todos. Hay quienes reavivaron la nostalgia y volvieron a ver la serie original, mientras otros bancaron el nuevo enfoque.

Están los dogmáticos que se quejan de que Salem no hable en esta nueva versión, o quienes se lamentan de ver a los personajes entrañables de su infancia haciendo cosas macabras y espeluznantes, pero ¿Alguien quiere pensar en los cómics? ¿Son ellos los responsables de lo que vemos ahora en la pantalla? ¿Sabrina era tan turbia y no me había dado cuenta?

Como siempre, todo depende de qué cómic hablemos. La serie es una adaptación de un comic del mismo nombre que salió en el año 2014 con guion del showrunner de la serie, Roberto Aguirre-Sacasa (un guionista norteamericano de familia venezolana que ya tenía en su haber una novela gráfica basada en “The Stand” de Stephen King y algunos comics de Los Fantastic four, entre otros de Marvel) y dibujos de Robert Hack (conocido por sus portadas de Doctor Who para Titan Comics e IDW). Es importante destacar que esta publicación es una reimaginación de la historia de Sabrina, pero no la de la serie noventosa, sino del personaje de Archie Comics que tuvo su primera aparición a principios de la década del 60. En esas revistas antiguas nos vamos a centrar ahora.

Un poco de contexto

Para quienes no lo sepan, Archie es un adolescente pelirrojito yanqui que protagoniza una revista de historietas que nació en el primer boom de los comic-books en la década del 40, y se mantiene en pie hasta el día de hoy. Tuvo tanto éxito en su momento que su editorial, MLJ magazines, responsable también de algunos superhéroes (entre los que se destaca "The Shield", un antecedente del Capitán América) tuvo que cambiar el nombre de su editorial por “Archie Comics” y enfocarse principalmente en producir historias de Archie y sus amigos, con muchísimo éxito.

Sus revistas narraban las aventuras de un típico adolescente de clase media acomodada que iba a la escuela secundaria de un pueblo llamado Riverdale, andaba en su auto con onda, bebía malteadas y decidía si quedarse con la rubia (Betty) o la morocha (Verónica), ya que por alguna razón las dos estaban locas por él. Eran historietas humorísticas, pensadas para un público preadolescente o hasta infantil, que terminaba siendo femenino en su mayoría, pero a la larga consumía todo el mundo. Su popularidad fue tanta que hoy son un símbolo del sueño americano y la sociedad de consumo, y con solo hojear una de sus revistas podés saber qué es lo que estaba de moda para los jóvenes en la época en la que fue editada.

Finalizando los 50s, Archie estaba en un excelente momento y tenía varias revistas que llevaban su nombre, y algunas dedicadas a sus dos pretendientes y sus otros amigos. Muchas de ellas estaban dibujadas por Dan DeCarlo, quien redifinió el estilo de Archie con un look caricaturesco y simpático de caritas redondeadas, labios gruesos y figuras estilizadas que envejecieron bastante bien e incluso hoy en día, con algunos pequeños cambios, siguen identificando a esos personajes.

Portada de Archie #122, Mad House #1 y Mad House #22 (Primera aparición de Sabrina)

En 1959 sale “Archie's Madhouse”, una publicación que se proponía hacer historias que salieran de lo convencional. Que sin dejar el tono humorístico, fueran más absurdas y más imaginativas que la clásica historia de siempre de ir a comer hamburguesas el sábado por la noche. A partir del número 19 la clásica tropa de amigos de Archie deja de aparecer y su lugar lo ocupan monstruos y pequeños relatos de fantasía, terror y ciencia ficción. Generalmente eran protagonizados por personajes que luego no volvían a aparecer. Pero ese no fue el caso de Sabrina, que luego de su aparición en el número 22 siguió teniendo algunas intervenciones de manera intermitente durante varios años.

Creada por George Gladir y Dan DeCarlo, el concepto era simple, pero bastante innovador para la época: Sabrina Spellman era una bruja moderna, adolescente e independiente. A diferencia de las brujas clásicas, no era fea ni usaba ropas gastadas. En cambio, vestía a la moda de los 60s, usaba vincha, disfrutaba de la vida y escuchaba los grupos musicales del momento.

La encantadora Sabrina

Para entender el concepto, pensemos qué es lo que representan las brujas en el imaginario cultural. Generalmente, desde los mitos de las culturas primitivas hasta las representaciones más modernas, la mujer siempre ha sido asociada con lo sobrenatural y lo irracional. La psicología junguiana elabora su categoría de lo femenino a base de esos conceptos.

Aun hoy incluso persiste la idea de que las mujeres tienen la habilidad de persuadir y lograr sus intenciones no mediante la acción directa, sino a través de tejer redes invisibles que los hombres no pueden percibir. Esa percepción de lo femenino con el tiempo se empezó a vincular a lo malicioso. Y eso, sumado al conservadurismo religioso, hizo que los puritanos que vivían en las colonias británicas de América del Norte iniciaran una persecución hacia las mujeres que no seguían los estándares de conducta que imponía la moral religiosa, acusándolas de brujería, en lo que se llamó como “los juicios de Salem”, que se realizaron sobre todo en los territorios que hoy ocupa el estado de Massachusetts (sí, el estado en el que vivía Sabrina en la sitcom) . Cualquier señora que hiciera remedios caseros, tuviera una vida amorosa promiscua o fuera acusada de cometer algo sospechoso, era llevada a la hoguera.

Esta creencia en poderes ocultos femeninos en la modernidad ha tomado una forma más positiva pero que al mismo tiempo es limitante: la idea de que la mujer nace con la habilidad innata de seducir gracias a su encanto, su delicadeza y su belleza (más o menos lo que representaba el lazo de Wonder Woman en sus inicios).

Así era Sabrina en estas primeras historias, una chica encantadora que seducía a todos los hombres con su cuerpo y su carisma. Las brujas, sin motivo aparente, debían realizar una cierta cantidad de actos maliciosos por día. Sabrina tenía una bruja mentora, una “Head Witch” llamada Della, una femme fatale super sensual al estilo Vampirella que le obligaba a hacer maldades y controlaba que estuvieran hechas en tiempo y forma.

Della, Sabrina seduciendo y Sabrina siendo envidiada por sus encantos

Las brujas antiguas seguían existiendo, con sus calderos y sus escobas, pero Sabrina y Della eran de los otras, que vestían como modelos pin-up y se dedicaban a ir de fiesta. Las brujas modernas a veces hacían el bien. Siguiendo otra creencia popular sobre las mujeres en esa época, eran casamenteras, y con sus poderes podían separar parejas y rearmarlas a gusto.

Muchas viñetas se ocupaban de remarcarnos una y otra vez las habilidades de seducción de Sabrina y su encanto natural, y de como, a diferencia de las brujas viejas, no necesita ningún conjuro mágico para atraer a los hombres.

Sabrina y su cosmología

Pero no todo era libre albedrío en la magia, y tenían que seguir reglas estrictas: Las brujas no podían llorar, no podían mojarse con agua y no podían enamorarse. De lo contrario, morirían o dejarían de ser brujas.

Los episodios de Sabrina eran cortitos, de una página o dos, o consistían de pequeños segmentos dentro de una sola página. Ahí la veíamos cumpliendo las misiones que Della le asignaba. Eran pequeñas maldades, como hacer perder o ganar a tal o cual equipo de basketball, lograr que un chico lindo se enamore de alguna chica o enfrentarse con otra bruja adolescente por el amor de un chico a través de la magia. El conflicto se daba cuando ella se enamoraba de verdad de su víctima, o cuando cometía un error y hacía mal el conjuro, haciendo que gane el equipo que no tenía que ganar o que el lindo se enamorara de una chica fea (los chistes de lindos y feos eran bastante recurrentes y predecibles). Sabrina, como toda adolescente, era torpe y todavía estaba aprendiendo a dominar sus poderes. Además, era rebelde y a veces desobedecía a Della y usaba sus poderes para pasarla bien en lugar de molestar. Esto le traía problemas. Cada vez que había alguna acusación de uso inadecuado de la magia aparecía un tribunal de brujas que la juzgaba para ver si podía seguir teniendo sus poderes.

Así empiezan a aparecer los primeros elementos recurrentes que luego se mantendrían en las dos series de TV. Primero, el rol del mentor, que en la sitcom sería encarnado por varios personajes distintos y por Irma Spellman, que incluso en apariencia y ropa recuerda a Della, mientras que en la nueva versión lo ocuparía la “Señora Satanás”.

También el Consejo de Brujas, que en la serie ocupan magos bizarros o célebres como Penn y Teller, y en la nueva serie pasa a ser un juicio más formal con abogados y jueces del más allá, pero con una ambientación gótica y satánica.

El concepto de que existen prohibiciones sobre lo que una bruja debe o no debe hacer es retomado por ambas de las series live-action y termina siendo clave al momento de plantear un conflicto para la protagonista. Sin embargo, no son las mismas prohibiciones que en estas viñetas, sino que cambian según las necesidades de cada ficción. En el mismo cómic de los 60s estas prohibiciones fueron ignoradas después de algunas pocas aventuras.

Y ya desde la primer página de la primera aparición de Sabrina se introduce a Salem, el inseparable e icónico gato que la acompaña. Se presenta que las brujas tienen compañeros animales, llamados “familiares” que las ayudan a cometer sus travesuras. Ese concepto se recupera en la serie del 2018, donde Salem es su familiar, pero no hay menciones de esto en la serie más vieja.

Sabrina contándonos sobre su familiar, Salem comunicándose con maullidos... y el "escobamóvil".

Al igual que en la nueva serie, el Salem de los comics no hablaba, era simplemente un gato negro. Sin embargo, mantenía una conexión espiritual con Sabrina y a veces se comunicaba con ella a través de los pensamientos. Solo en algunas viñetas sueltas que se pueden contar con los dedos de una mano podemos leer algunas de las observaciones de Salem, a veces muy irónicas, con respecto a los otros personajes.

Seguramente esas pequeñas intervenciones hayan inspirado a los guionistas de la serie de los 90 para crear ese gato cínico y parlanchín que tanto amamos, pero hasta ese momento Salem siempre será una mascota muda y simpática que no tendrá demasiada importancia salvo generar ternura y alguna risa. No existe en este comic la trama que lo presentaba como un archivillano condenado a vivir en el cuerpo de un gato, y no aparecerá hasta treinta años después. Tampoco sabremos nada del pasado de Sabrina, ni de sus padres. Nunca se habla de ella como una “media-bruja” como más adelante, sino simplemente como una bruja.

Como dato de color bizarro, Sabrina también tenía una especie de “Escobamóvil”, un artefacto volador que le permitía transportarse rápidamente de un lugar a otro, cual superheroína. En la sitcom esto sería reemplazado por una aspiradora, que resulta ser una gran decisión creativa, ya que era raro que estas brujas modernas siguieran usando escobas, aunque fueran hipertecnológicas.

Sobre los autores

El ritmo de las historias sesentosas es sumamente dinámico y son muy fáciles de leer. Estaban a cargo de George Gladir, guionista de prácticamente todas las revistas de Archie que salían en la época (que eran realmente muchas), quien creó el personaje y le puso el nombre de una compañera que tenía en la secundaria y tenía una vida amorosa bastante activa. No tenían mucha continuidad, eran simplemente gags humorísticos o historias de enredos que constaban de pocas páginas.

El trazo de Dan DeCarlo era impecable y muy preciso, y el entintado de su fiel compañero Rudy Lapick le hacía honor. Todas las mujeres que aparececían eran muy bellas y voluptuosas, con curvas perfectas, y los muchachos eran bastante similares entre sí en su aspecto físico. El dibujo de Sabrina se va perfeccionando de número a número, hasta el punto que cuando cambia de dibujante la diferencia es muy notable, y se echa inmediatamente de menos. Los otros artistas que la dibujan también eran veteranos de la editorial que llevaban bastantes años y tenían personajes importantes en su haber, pero ninguno es tan prolijo y agradable a la vista como DeCarlo. Los trazos de Joe Edwards eran más irregulares y le daban otra impronta a Sabrina, más del lado de las tiras cómicas de domingo que del estilo juvenil y adolescente.

Y ni hablar de los diseños de Bill Kreese, más impreciso y cambiante, con muchas más líneas rectas, que hacían que Sabrina pareciera más vieja que una adolescente.

La Sabrina de Bill Kreese

A partir de fines de los 60s DeCarlo será el dibujante exclusivo de Sabrina, y los otros que lo sucedían intentaban imitarlo, asemejándose bastante a su estilo y hasta perfecionándolo. Esas viñetas, al tratarse de un estilo caricaturesco y no realista, no se han visto tan afectadas por los cambios de las épocas, y hoy en día se dejan ver bastante bien, por supuesto, desde una mirada vintage con cierto encanto pop.

No te pierdas la segunda parte, mañana mismo!

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Escrito por:
Paul Noguerol
Paul Noguerol
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