Comics

"Toxic Detective" de Cerdán y Carrera

Todos somos tóxicos

Toxic Detective

Corría Diciembre de 2022 cuando Primavera Revólver Casa Editorial propiciaba el debut de su Colección Trouz, dedicada a presentar novelas gráficas de autor inéditas en el país. La obra seleccionada para punta de lanza había visto la luz originalmente apenas un año antes, del otro lado del Atlántico. Ello se explica, en parte, debido a que su guionista no es otro que Claudio Cerdán (Yecla, 1981), novelista murciano que hizo equipo con el joven dibujante porteño Sergio Carrera (Buenos Aires, 1981), para gestar una trama que hace pie en el mejor policial negro, con un trasfondo y entorno sumamente originales. Mediante una iniciativa de crowdfunding, ambos creadores lograron publicar el trabajo en el mercado español, con singular éxito. Así llegamos al libro que nos ocupa, compuesto por 56 páginas, B/N en formato 24x17 cms. que además de reproducir la (gran) portada de la edición primigenia, incluye abundante contenido extra (pin ups, notas complementarias y biografía de los autores).

CINCO SENTIDOS, COMPROMETIDOS

Con una trama que parte de un presente propuesto determinado, para luego retrotraerse a los sucesos previos que condujeron a ese momento, mediante un extenso flashback, cuyo tramo final devuelve la acción al momento iniciático para redondear el relato, se presentan 46 páginas de una vertiginosa y compleja historieta. Estamos en una gran urbe cosmopolita contemporánea, donde habita Ray, nuestro joven y ermitaño protagonista (con su apariencia tomada del mismísimo Christian Bale). El se gana la vida desarrollando melodías electrónicas por encargo a través de la modalidad home office, debido a que sufre una particular enfermedad, conocida como Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Este padecimiento lo obliga a vivir aislado del resto de la sociedad, recluido en su propia casa, por la intolerancia a bacterias y toxicidades propias del medioambiente actual.

La misteriosa y repentina desaparición de su única amiga e interés amoroso, la bella Sweet, quien trabaja como Cam girl desde su departamento debido a la misma afección, lo hará abandonar su habitual zona de confort, atreviéndose a recorrer las sucias calles y enfrentando peligros de diversa naturaleza con la intención de encontrarla, por todos los medios a su alcance. Para ello, se enfundará en un particular atuendo ‘casero’ destinado a protegerlo del tóxico exterior: sweater con capucha bufanda, sobretodo, jeans, botas, guantes, máscara antigas, antiparras, mochila y una pistola taser.


El protagonista contra un maleante (con los rasgos del dibujante).

Las pistas a seguir son ciertamente pocas, los obstáculos muchos y todo parece indicar que la mujer fue víctima de un secuestro en el que intervinieron tanto organizaciones criminales como fuerzas de la ley y el orden. Para complicar aún más las cosas, un veterano empresario de la salud privada, encumbrado por los medios de comunicación locales como gurú de las terapias alternativas de sanación, llamado Rutger Janssen (con rasgos físicos basados en el actor Ed Harris), lleva adelante una peculiar clínica para el tratamiento del SQM en las afueras de la ciudad, donde no todo es lo que parece.

TODOS SOMOS TÓXICOS

El guion parte de un planteo argumental sumamente novedoso, que mixtura con muy buen criterio elementos constitutivos provenientes de diversos subgéneros. Estamos frente a un policial noir hecho y derecho, transcurriendo en un contexto posmoderno, notoriamente verosímil, cuyo protagonista que parece haber salido de una novela pulp. ¿Algo más? Sí, unos diálogos cuidadísimos, que ayudan a definir a los personajes desde sus mismas interacciones. Además de un balance casi perfecto entre intriga y acción, construcción narrativa que atrapa desde el vamos e induce a completar la lectura de un tirón. Puestos a hilar fino, se puede objetar que tal vez la historia merecía algo más de extensión, para concretar un desarrollo más redondo del nudo y, fundamentalmente, del desenlace. Ocurre que, cuando este llega resulta bastante abrupto. Pero no mucho más.


La ciudad, al acecho.

La faz gráfica es de una solidez apabullante. A la consabida influencia realista de Tony Harris propia de trabajos previos del dibujante, se agrega ahora cierta suciedad en el trazo que parece tomada del mejor Alex Maleev; influencias de estilo que van más allá de la mera amalgama, resultando en una sana y envidiable evolución artística que, afortunadamente, parece no tener techo. Ello puede apreciarse, sin ir más lejos, en la forma en que Carrera logra salir airoso de una grilla sobrepoblada de viñetas (en parte por el detalle arriba mencionado de la extensión), apelando a una multiplicidad de técnicas (variedad de enfoques, puesta en página, etc.), que nunca descuidan su cuidada narrativa.

En síntesis, muy recomendable inicio de una esta nueva serie de libros, traídos por una editorial que se reinventó sobre la marcha, adaptando sus propuestas a los vaivenes del siempre cambiante mercado nacional. Habrá que ver cómo sigue avanzando el catálogo, en materia de contenido y autores.

 

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Escrito por:
Mariano Sicart
Mariano Sicart
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