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The Walking Dead #193: El inesperado final

Robert Kirkman termina su legendaria serie en Image

The Walking Dead #193: El inesperado final

Un número raro el 193. Pero fue el número que eligió el guionista Robert Kirkman para finalizar su obra más ambiciosa, popular y que marcó tanto un mercado como un género: The Walking Dead.

Iniciada en el año 2003 y dibujada, en un principio, por Tony Moore (los primeros 6 números) para luego tener como artista fijo (que duraría hasta el final) a Charlie Adlard, esta obra supo posicionarse desde sus inicios como una de las series regulares de comics americanos más populares. Nada de encontrar una cura, del toque sci-fi que explique cómo empezó la epidemia zombie. No. Una trama donde la supervivencia y las interacciones humanas eran el eje central, y los zombies solo la excusa para posicionar a los personajes en una cosmología donde la sociedad como la conocemos ya no existe, y donde cualquier persona que haya sobrevivido tiene las mismas chances que otra para destacar, sobresalir y hasta gobernar.

Kirkman engañó a todos: Ya existían solicitudes (con portadas, inclusive) de los números venideros, que resultaron ser falsos, para que nadie sepa sobre el verdadero final de la serie. Nadie se lo esperaba. Nada de estirarla hasta el número 200, nada de especulación ni de intentar robarle a los lectores para hacer más dinero. Un final franco donde el factor sorpresa, que siempre estuvo vigente a lo largo de la serie, tuvo importancia.

Pero, sin más vueltas...

¿Cómo fue el final?

Dos números atrás, Rick Grimes era asesinado a tiros. Al siguiente número, Carl encontraría a su padre reanimado como un roamer (los "zombies" de este universo) y tendría que dispararle en la cabeza. Luego de un emotivo funeral, el número 192 parecía dejarnos el juego armado para ver el impacto de Rick en la sociedad a través de las memorias de los sobrevivientes, siguiendo su legado y las luchas, mientras que Carl tomaría el protagonismo. Pero no, el buen Robert se niega a darle a su público lo que espera. De plano nos salteamos todo esto y vamos a un futuro donde Carl ya es un adulto con un look muy similar al de su padre, donde tiene una hija de 6 años (Andrea) junto a Sophia. Mucho no se explica sobre el paso del tiempo entre un número y otro, pero algunos detalles sobre la vida de los personajes que sobrevivieron hasta el momento, podemos llegar a recolectar. Incluso, conjeturar un par de cosas. Pero, en definitiva, este número es básicamente un epílogo. Un epílogo muy conmovedor sobre la vida de Rick Grimes.

Carl se enoja con el hijo de Maggie (Hershel) por culpa del negocio de este último. ¿Cuál es el negocio? Andar mostrando romaers en jaulas, ahora que la zona segura es enorme, muchos ciudadanos y jóvenes nunca vieron a uno de los muertos, y él lucra con ello. Incluso, dice, son muy caros. Y qué más decir: uno se le escapó, llegando a la casa de Carl, quien no dudó en aniquilarlo. Un lío legal (sí, legal), por destruir la propiedad privada de un idiota, en definitiva. Un idiota cuya madre ahora es presidente. Sí, este es el pequeño conflicto que sirve para sumergirnos en la sociedad actual y su funcionamiento, y en las virtudes e ideas de los personajes.  

Carl habla de su hija Andrea
Para que quede claro: Carl tiene una hija.

El paso del tiempo

Una de las cosas más interesantes de usar el clásico recurso del paso del tiempo, es ver cómo evolucionaron los personajes (sea para mejor o peor). En su momento, Carl parecía que iba a ser más despiadado que su padre, pero terminó siendo su heredero en cuerpo y corazón. Michonne, por su parte, hizo las paces consigo misma al igual que otros tantos personajes que encontraron su lugar. Pero lo que más cambió, sin lugar a dudas, es la sociedad. El colapso absoluto llevó al nacimiento de una sociedad sin tantos vicios, más pura, una que sepa vivir. Y sin embargo, aunque los roamers existen, se llegó a un nivel de civilización, cooperación y expansión en el que se puede asegurar la vida de varias personas que jamás tuvieron contacto con los muertos. La humanidad logró recuperarse.

Aprendiendo a vivir
"En un mundo gobernado por los muertos, fuimos forzados a vivir de verdad."

Una carta de amor a Rick Grimes

Desde el primer número, Rick Grimes fue el protagonista indiscutido del comic. Sobreviviendo a muchísimas situaciones, perdiendo muchos afectos, familia... y elevándose como líder indiscutido en más de una ocasión en distintos grupos o comunidades. Rick fue siempre una inspiración, varias veces a su pesar. Cargó con un sueño, con la idea de mejorar el mundo. Y Kirkman lo sabe, lo siente. El sueño de Rick no muere solo porque él haya muerto.

A lo largo del número, Carl recuerda y reflexiona sobre su padre, del que se siente orgulloso.

Más de una vez me aburría el personaje de Rick, o quería que se lo deje un poco de lado. Mucho tiempo pensé que en algún momento moriría y Carl tomaría el protagonismo en la serie, que no imaginaba, terminaría "tan pronto". Y sin embargo no, Rick murió, y leerlo me pesó. Me conmovió, dolió y transmitió un entendimiento de Kirkman sobre su obra y personajes, digna de admiración. Se nota el amor del autor por sus personajes y su mundo, pese a que siempre sepamos que es un desgraciado sin corazón que no duda un segundo en matar personajes y hacernos sufrir. Kirkman demuestra que no solo es bueno escribiendo violencia o monólogos, sino que sabe apelar al corazón del lector. De ese lector que leyó básicamente 15 años, mes a mes, su mayor trabajo.

Tumba de Rick y Andrea
Rick fue enterrado junto a su último amor y esposa, Andrea.

Carl Grimes y el legado

Carl consiguió una vida tranquila, con sus afectos consolidados. Algo que Rick siempre buscó en este mundo de muerte y no podía conciliar por una razón u otra. Algo que quiso que su hijo pueda experimentar.
 

Es conmovedor ver que Carl haya heredado, aunque con menos elocuencia y amor por los monólogos, el espíritu de su padre, y que haya crecido pareciéndose a él hasta con el look. Rick siempre fue un buen padre, y estamos seguros leyendo esto que, esté donde esté, se sentiría orgulloso. Y con eso nos alcanza para querer a Carl.

Hay una escena muy linda donde ve una estatua de su padre en la ciudad, y se queja de las "diferencias" con el Rick real. Sophia le dice que la gente quiere recordarlo así, a lo que él contesta que no deberían tener que retratar falsedades con todo lo que hizo, que fue suficiente para no necesitar de la mentira. Sophia responde que no tiene que seguir mirando dicha estatua si no quiere. Y tras ver a los personajes marcharse, Carl voltea con una leve sonrisa a echarle un vistazo más a la figura de su padre. Este tipo de cosas demuestran una sensibilidad difícil de saber apreciar en Kirkman, pero que dejan en claro que el tipo sabe lo que hace, y que lo hace con sentimiento real.

Carl
Carl se cubre el ojo no para engañar a su hija, sino para protegerla de un mundo que ya no existe.

Algunos pensamientos de Robert Kirkman sobre el final

Al cierre del número, el guionista nos revela varias ideas o cosas que pasaron por su cabeza previo a escribir el final. El primer final que tuvo previsto, que era muy oscuro y críptico. O el vacío que siente por haber terminado esta serie. Se siente feliz y triste, raro. Originalmente planeaba 300 números, como todo autor que pueda apuntar a Cerebus. Pero no quería caer en el filler, en relleno. Y sentía que era lo que iba a pasar. Pese a esto, con Charlie Adlard como socio y cómplice, llegaron al final sin dejarse influenciar por terceros. Kirkman está contento con el resultado, con haberle dejado a Carl tener la vida que Rick siempre quiso que tuviese. Y el panel final, el de la portada de esta nota, siempre estuvo en la cabeza del autor, como imagen final de su obra.

Ah, sí. Cómo olvidarlo: Negan vive.

En conclusión

Leo The Walking Dead aproximadamente desde el 2005. Casi 2 años desde que arrancó a publicarse. A veces he dejado pasar entre 3 y 5 números para retomarla, porque me aburría. En otras ocasiones, no podía aguantar la espera para el siguiente número. Pero a líneas generales, es una serie que llegó a un nivel excelente y, si bien no pudo siempre mantener la excelencia nombrada, tampoco llegó al pozo de la mediocridad. Los giros insospechados y la facilidad del autor para sorprendernos, se mantuvieron vigentes hasta el final. Meritorio y, en mi caso, conforme al 100% con este emotivo cierre.

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Escrito por:
Maximiliano Britos
Chaos Magician
Maximiliano Britos
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