Susurros en la Montaña
Dark Horse, la editorial del Caballito Negro -histórica cuna de Hellboy y franquicias surgidas de otros medios- cada tanto hace una apuesta a nuevos autores e ideas.
Tal es el caso de Christofer Emgård, un guionista sueco surgido del mundo de los videojuegos, que debuta en el mercado norteamericano con “The Whispering Dark”, acompañado por dos talentos locales: los dibujos de Tomás Aira y el rotulado de Mauro Mantella (a esta altura EL autor fetiche de este sitio).
¿Y sobre qué va la historia?

La escena inicial nos presenta a Hannah (la protagonista) en una iglesia rural, hablando con quien parece ser su padre. Por medio de los diálogos nos enteramos que recientemente volvió de una guerra (aunque no se especifica cual) en la que vivió situaciones límites, que la obligaron a cuestionar su fe y su cordura. A partir de aquí se intercalan flashbacks que la muestran en medio del conflicto, que poco a poco nos van develando los hechos que la llevaron hasta el punto inicial.

Hannah formaba parte de un escuadrón de soldados norteamericanos inmersos en los Montes Cáucasos, cuya misión no terminó bien. Los protagonistas se ven enfrentados a tomar decisiones drásticas las que, sumadas al abuso de sustancias para prevenir el sueño, hacen aflorar sus más bajos instintos, e incluso revelan la presencia de macabros visitantes sobrenaturales, que acechan en medio del bosque.
La realidad y la fantasía parecen mezclarse, al punto que ni el propio lector es capaz de distinguirlas. Y en el contexto planteado: ¿cómo saber lo que realmente pasa alrededor?
Pero eso no es todo: hay un componente religioso que ronda toda la historia, aunque como bien dice uno de los personajes “Dios no tiene nada que ver con todo esto”. Las montañas están siempre ahí, albergando dioses arcaicos de otros tiempos, que susurran oscuras ideas a quien quiera escucharlas, a la vez que fomentan el caos y violencia.

Algunos medios especializados describen a esta serie como una mezcla de la película Apocalypse Now! y los mitos de Lovecraft, pero -en mi humilde opinión- esta comparación se queda corta: el planteo de Emgård es atrapante y a su vez agobiante, el clima es desolador, con una atmósfera sórdida y palpable, muy bien construída. Los fans del horror podrán encontrar varias referencias a la obra del autor de “Los Mitos de Cthulhu” y, fundamentalmente, a la novela “En las montañas de la Locura”.
Por otro lado, Tomás no es ajeno a la temática bélica, como ya lo demostró en “War Stories” (junto a Garth Ennis): con sus trazos aporta el dinamismo justo a las escenas de acción, sin descuidar las expresiones faciales de cada personaje, e incluso plasmando horribles criaturas que parecen surgidas del mismo averno. Me gustaría verlo dibujando más páginas en este estilo, ya que le sobra oficio y con sólo cuatro números se queda bastante corto.

La simbiosis entre ambos artistas funciona de maravilla, ofreciendo un combo perfecto que parece haber sido concebido por un único individuo.
Dejate llevar por el Susurro de las Montañas, no te vas a arrepentir.