Las reediciones de novelas gráficas (dejemos de lado el famoso "rescate" de material antiguo o las que pegan el salto de las revistas antológicas) en nuestro país de material nacional son un tanto raras. Si ya es difícil encontrar mercado para un libro nuevo, más aún si lo reducís publicando un libro que ya salió. De más está decir que tus chances de venderlo se van disminuyendo, pero algo de cierto debe tener la frase "el público se renueva", porque a pesar que son raras, las hay. La explicación también la podemos encontrar en que las casas editoriales que las lanzaron ya no existen, y así tenemos el caso de "Zero Point" de Agustín Graham Nakamura editado por Agua Negra (2014) y luego por Comic.Ar (2018), o "Séptimo Círculo" de Diego Cortés y Nicolás Brondo publicado por Llanto de Mudo (2010) y rescatada por Buen Gusto Ediciones (2018). Ya sin ser parte de este grupo de casas editoriales cerradas, podemos mencionar la reciente "Alienígena" de Femimutancia ,que arrancó como autoedición y ahora es reeditado por Hotel de las Ideas (2019).

¿O por qué no directamente hablar del caso que nos compete? "11 Días" de Sage Lonegro y Aleta Vidal, es la primera novela gráfica del guionista y casi único guión, exceptuando una colaboración en "21 Experimentos Cortitos", junto a la misma artista. Publicada originalmente en 2013 por esa enorme vecindad de autores nuevos que fue Llanto de Mudo, comandada por Diego Cortés, y ahora rescatada del olvido por Blup-Ink Ediciones.
Corre el año 2013, hace 3 años una extraña enfermedad afecta a los jóvenes: luego de pasar 11 días sin dormir, mueren. En el medio de este quilombo están los miembros de una banda de rock (Maia, Lucas, Genshi y Gabo) cuando su cantante se da cuenta que está infectada. Desde este punto la historia se divide en dos, por un lado, la reacción de Maia y Lucas ante la enfermedad de ella y, por el otro, gracias a los otros miembros de la banda, la teoría conspirativa sobre como el gobierno intenta manipular la enfermar para su beneficio.
Desde que en la primera página tenemos un resumen de la enfermedad ya nos podemos dar una idea de cómo será el tono narrativo de la historia: a las trompadas, sin pararse un segundo. En cada página algo pasa, y es difícil que una escena dure más de dos o tres, incluso cuando amerite mayor profundidad. Esto le da dinamismo al libro y es imposible aburrirse o no querer leerlo de un tirón, porque no tenemos un descanso y, en definitiva, la historia es atrapante. Pero también le juega en contra al desarrollo de las tramas que abre y que son interesantes, como la de los infectados, los efectos de la enfermedad en ellos y la de sus familiares o personas cercanas. Estas tramas nunca se terminan de desarrollar. Por dar un ejemplo, se menciona la prohibición de tocar música en vivo y nunca más volveremos a saber sobre este tema. Lo mismo sucede con los diálogos, son cumplidores pero cortantes, sin tener un ida y vuelta entre sus personajes que dure más de un par de cuadros.

Desde el conocimiento de la enfermedad en Maia, el guión se divide en estas dos partes, sin olvidarse nunca de una de ellas o de los miembros de la banda. Mientras la teoría conspirativa va tomando forma (hasta que se hace realidad), somos testigos de cómo el amor, comprensión y sacrificio definen el destino de la pareja. Tal vez esta falta de definición de cuál de las dos tiene más peso en la historia es lo que nos deja con un sabor de "falto algo más" al llegar al final. Si bien el libro cierra perfecto (haciendo la vista gorda a elementos que se definen muy rápido y sin mucha explicación), el contraste tan notorio entre ambas y la falta de un mayor desarrollo en cualquiera de ellas hace que el libro nos entregue una historia que mezcla géneros y entretiene, pero que no ofrece más que eso.
El dibujo es siempre la parte más vulnerable en una obra vieja, en especial cuando la artista continuó evolucionando en este tiempo. En este caso Aleta sale victoriosa, con un dibujo resistente al pasaje del tiempo, se lo ve fresco, dinámico, al igual que el guión y con un buen nivel en todo momento, sin descuidar un solo cuadro, ni siquiera los fondos. No hay ni una página que esté hecha a los apurones, o terminada sin un nivel de detalle igual que el resto. No es el mismo estilo tan suelto que podemos ver en sus obras más recientes (por ejemplo, en la genial "Héroes del Aula", de la misma casa editorial, en la que hace un excelente trabajo tanto en sus líneas como en el color), pero es cumplidor y complementa perfecto al guión, entregando lo mejor de sí en los momentos oníricos o cuando estos se mezclan con la realidad.

"11 Días" presenta una premisa interesante que es sacrificada en pos del entretenimiento y del ritmo adictivo que logra al no detenerse en el desarrollo de los elementos y personajes de la trama. La calidad en ambos apartados, en especial en el dibujo, ayuda a que el libro sea muy disfrutable. En resumen, Blup-Ink nos sorprende con un rescate inesperado que se disfruta sin respiro.