Historieta Argentina

Argentina en tiempos de Covid-19 (parte 3)

Autores comparten sus reflexiones durante la cuarentena

Argentina en tiempos de Covid-19 (parte 3)

Escuchamos más voces del mundo de la historieta nacional, expresándose en el marco de la pandemia que toca vivir al día de hoy en Argentina. En esta ocasión, Renzo Podestá, Leo Sandler, Germán Peralta y Emilio Balcarce.

Renzo Podestá

Bueno, esto es raro.

Ja, esta es la tercera versión de mi aporte al tema propuesto por el amigo Rubiano. Tan seguro que estaba de que me iba a salir de taquito y ahora estoy con un berenjenal mental bastante estúpido, borrando, sacando, reescribiendo como si se tratara de un final de la facultad.

Bah, si lo pienso un poco no es tan raro. Es, justamente, uno de los factores que fui notando desde marzo hasta acá: la duda como moneda de cambio, como premisa, como un amigo que viene a saludarte y se te instala y te toma toda la birra.

Está clarísimo que no soy el único que duda. Al menos en mi entorno próximo y por lo que puedo dimensionar en redes, muchos estamos dudando más que nada porque se nos hizo real que en el fondo del tarro está la angustia carcomiéndolo todo. Veo que afecta a incautos y precavidos por igual. Incluso hasta a los más guapos les está pasando. Por mi parte, que soy un misántropo ermitaño hediondo y que al principio canchereaba con "¡ja! ¡Para lo que ustedes es cuarentena para mí es otro día en la oficina, tagarnas!", acá me tienen, dudando hasta de mis calzones.

Porque claro, a todo esto hay que sumar un dato: algunos más, algunos menos, los que hacemos historietas vivimos en una caja de Schrödinger permanente en donde tenemos que estar alejados de la gente pero al mismo tiempo absorbiendo sus dimes y diretes porque esos elementos nos sirven como materia prima para desarrollar ese personaje, ese tic, esa cosita mínima que separa todo de ser repeticiones ad infinitum de La Odisea o La Ilíada. O sea, estamos pero no estamos. Ni tanto que no alumbre al santo, ni tanto que lo queme. El tema es que a la larga, si afinamos bien los olfatos, y por más que suene como sacado de un libro de Osho, terminamos siendo proclives de presentir más energías externas de las que podemos suponer.

Y una cosa es tener el auto-encierro como medida de precaución o por fobia o por lo que sea, pero otra cosa totalmente distinta es cuando de pronto TODOS estamos encerrados. Con el devenir de los días las cosas se van tabulando de otra forma. Los humores, las pretensiones, los signos vitales, las maneras de relacionarse, todo va implicando un maelstrom en donde en la superficie las cosas parecen seguir estando igual pero en el fondo estamos todos, sin distinción, adentro de un lavarropas.

Está clarísimo entonces: si podemos presentir esto en la proximidad, por supuesto que tarde o temprano esas "energías" van a ir pegando bandazos impredecibles para todos los puntos cardinales en forma de cacofonía y confusión.

En uno de los capítulos de Ren & Stimpy (serie que si desconocen, por favor, dénle una oportunidad) tanto el chihuahua como el gatito personifican a astronautas que están en una especie de viaje eterno encerrados en una nave espacial y el primero va llevando una bitácora de viaje en donde de modo progresivo (y muy gracioso) va describiendo una especie de síndrome que les agarra a los viajeros interestelares que están demasiado tiempo encerrados y que de pronto sucumben a lo que él llama "la locura espacial".

Y sí, a cinco meses de estar atravesando la mayor pandemia de la humanidad desde la gripe española de 1918, miro a mi alrededor y solo veo gente cada vez más loca, abrazando esa cacofonía y esa confusión y actuando de maneras muy extrañas. Gente que arrancó bancando a Alberto por "haber actuado rápido" y que hoy por hoy en sus posteos solo se leen los apellidos Soros, Rockefeller, Gates... Ya saben, todos esos apellidos tan culpabilizadores como tranquilizantes para los que no pueden lidiar consigo mismos. Es lo que tiene la pandemia, supongo: medio a los ponchazos, cada quien encontró la forma de tratar de autoestabilizarse, incluso aunque conlleve quemar ciertas naves.

Los conspiranoicos no son ni los primeros ni los únicos que se han montado al rayo durante este tiempo: ya que este espacio es de historietas, mencionemos entonces que son muchos los dibujantes e historietistas que están en la locura espacial, denostando las prácticas de esta "nueva normalidad" en pos de un discurso un tanto cínico-cancherito (hola, Diego Parés), siguiendo por diarios de cuarentena que tratan de ser exorcismos para sostenerse en pie (mi preferido es el de Ernán Cirianni), como también a los clásicos mendigos de likes que nunca faltan subiendo fotitos o stories a Instagram en plan drama-queen porque se les rompió el calefón o alguna sarasa así. Hay realmente para todos los gustos y, siendo sinceros, no los culpo.

Así las cosas, tengo la sensación de que mientras todo se está yendo progresivamente al choto, son las expresiones artísticas las que nos están manteniendo a flote, tanto para los que las producimos como para los que las consumimos. Para aquellos que pudimos, las sucesivas cuarentenas nos sirvieron para leer, escuchar, ver y aprender todo un abanico de cosas que, en el fondo, están precisamente para eso, para que hagamos pie en la entropía y así poder minimizar un toque la locura espacial. Y este es un pensamiento para nada menor ante la idiosincracia general pre-encierro que nos miraba como oliendo caquita cuando decíamos "si, hago/leo historietas".

El punto es que no sé si me equivocaría tanto si digo que sea lo que sea que pase después de este limbo, al menos tendremos como consuelo que ciertas cuestiones artísticas serán resignificadas. Sin ir más lejos, me pongo a pensar en la siguiente consecución de hechos: arrancamos todo esto con el chiste de liberar contenidos "para que tengas algo con qué entretenerte" (de lo cual el colectivo al que pertenezco, BS, ha hecho algo al respecto, aunque por supuesto no fuimos los únicos) mientras fuimos viendo las sucesivas cancelaciones de eventos, algo que a priori sonaba lógico pero que confluyó en que tengamos que reinventar/retabular estrategias para parar la olla. De ahí estuvimos (y estamos) montados a los cafecitos, los Patreons y las preventas, meros parches que no hacen otra cosa que acentuar lo precario que es esto de hacer historietas pero que al mismo tiempo implican otra cosa, ya que toda esta seguidilla nos dio un coletazo bastante interesante de estudiar: la revalorización de los contenidos digitales. Algo que era impensable debido a que "al argentino es imposible sacarlo de bajar cosas gratis" y que hoy por hoy presenta un nuevo abanico de consumo, apoyo y soporte.

Otro aspecto que se me antoja interesante y que no podría haber existido sin la pandemia es lo que yo llamo "el FNA-gate": para el que no sabe, el Fondo Nacional de las Artes anunció un concurso en donde se subrayó el hecho de que se van a tener en cuentra a los géneros del terror, la ciencia-ficción y el fantástico como puntos seleccionables y además habilitó (¡oh, blasfemia!) a la historieta como punto participante, generando un revuelo total entre las masas (masitas, bah) escritoras. Más allá de que a mí no me interese en lo más mínimo participar (siempre le escapé a los concursos como a la peste), no es poco destacar que está la opción para aquel que quiera y esa visibilización es, como mínimo, valorable.

Así que en definitiva sí, está bien, estamos todos cada vez más locos, angustiados y dudosos. Estamos durmiendo como el culo, a veces la productividad se nos cae por el agujero del ascensor y las videollamadas, los barbijos y el alcohol en gel forma parte de un nuevo mapeo de usos y costumbres. Por supuesto, todo parece indicar que nos han sacado el mantel de la mesa con un movimiento tan repentino como lo suficientemente locuaz como para que las cosas no se hayan caído pero igual quedaron ahí, tambaleantes. Pero si hay algo que tiene la historieta es que además de ser el lenguaje por antonomasia, tiene aspectos de resiliencia muy difíciles de derribar para aquellos que elegimos hacerlas. Y será porque los historietistas somos masocas o imbéciles o kamikazes, pero estos tiempos no hacen otra cosa más que subrayar que ante el abismo y el incendio no nos queda otra que sentarnos y hacer.

Brindo por eso.

Leo Sandler

La cuarentena, tan inesperada para todos, creo que me produjo el mismo efecto que alcanzo a leer en las redes sociales y demás. En un principio un poco de desorientación, luego pensar que hay mas tiempo disponible y que uno puede usar ese tiempo para ponerse al día con trabajos, ocio (películas, series, libros, etc.), arreglos múltiples, rutinas para ponerse en forma y cosas así.

En mi caso el tiempo libre no era tanto tampoco, y ese entusiasmo inicial se empieza a ver menguado cuando uno por un lado va haciendo esas cosas y nota que es mas una tarea cansadora que divertida, y por otro lado la falta de objetivo social hace que todo eso se vea vano.

No quedaba otra que enfocarse en algo mas puntual, y en mi caso fue en mi trabajo. Aproveché para terminar ahí sí cosas pendientes, para empezar algunos proyectos y definir otros, contactarme con gente con la que “no tenía tiempo”.

Parece que no, pero el trabajo en cuarentena es una tarea ardua. Los que trabajamos freelance estamos acostumbrados a eso pero así y todo, la ausencia de un marco social mínimo, de una rutina, de una referencia, hace que uno tenga que ser mas estricto con si mismo y sentarse a trabajar.
En ese sentido para mi fue muy productivo el período de encierro, pude buscarle la vuelta a la fuerza y sacar partido de la situación.

Germán Peralta

Es obvio decir que una Pandemia trae consecuencias negativas. Yo tuve mucha suerte y si me quejara de algo sería muy injusto. Mi familia, mi salud y mi trabajo no se vieron afectados, al menos no directamente y eso ya es un montón para tener la cabeza tranquila en estos días. Sin embargo, no es tan simple mantener esa tranquilidad, enfocarse en el tablero cuando hay tanta incertidumbre, cuando ves que muchos de tus amigos, colegas, grandes artistas están desempleados en este momento y sufriendo las consecuencias de algo que nadie estaba preparado para afrontar.

Eso fue aleatorio, no fue por merecimiento, no fue que alguien hizo las cosas bien y otro las hizo mal.

Pura suerte.

No hay manera de que esto no impacte negativamente en la industria pero siempre que hubo una crisis salieron cosas positivas inmediatamente como respuesta. Estoy seguro que pronto vamos a ver como muchas de esas personas que hoy no la están pasando tan bien, son las mismas que mañana van a estar rompiéndola en algún proyecto personal. Espero que todo esto se termine pronto y nos podamos encontrar todos juntos en algún evento en donde la búsqueda principal del mismo sea cuidar y promover esto que tanto queremos.

Emilio Balcarce

BIENVENIDA CUARENTENA

La pandemia en mi caso, afectó más mi trabajo periodístico que el historietistico. En cuanto a mi trabajo como jefe de policiales del Diario Crónica, lo cambió radicalmente, ya que como pertenezco al grupo de riesgo por mis 64 años, ahora hago homeworking: trabajo desde mi casa y no concurro a la editorial desde que se inició la cuarentena. Sin embargo, en lo que respecta a la historieta no me afectó nada, ya que siempre escribí guiones en mi casa, en mi tiempo libre. O sea, hago lo que siempre hice y lo que me da más satisfacciones, ya que mi trabajo no solo se edita aquí sino también en otros países, a diferencia de mi tarea en el diario. Sé que la cuarentena, eso sí, afectó bastante a las editoriales por la paralización de los eventos donde pueden vender sus libros, y también a las comiquerías, que debieron cerrar sus puertas y vender solo por delivery. 

A mí me afectó justo cuando empecé a autoeditarme, cansado de que la mayoría de los editores locales desdeñaran mis trabajos para Italia porque ahora esta de moda la historieta de autor, intelectual, y yo soy un guionista de género, de la época de Skorpio, Fierro, Dartagnan, El Tony  y tantas otras revistas de la edad de oro de la historieta, donde tuve la suerte de destacarme y hacerme conocido. Una moda que va a contramano del mundo, que apuesta de lleno al entretenimiento, a la ciencia ficción, que es siempre más taquillera que las películas que ganan los Oscar. Algo parecido pasa con los eventos del cómic aquí, siempre ganan los mismos, excelentes autores todos, pero no me siento menos que ellos. Sucede que a mí no me dejan competir, ya que nunca nominan mis libros, pese a que llevo ya 18 editados en el país.

Pero volviendo al tema de la pandemia, contaba que me agarró justo cuando había resuelto autoeditarme. Igualmente, no dejé que el Covid-19 me derrotara, los edité contra viento y marea, los publicité a través de Facebook, los llevé yo mismo a las comiquerías, y gracias al apoyo de mis lectores los estoy vendiendo bastante bien. Permitiéndome reinvertir y seguir autoeditando más libros. Ya voy por el cuarto. La pandemia le dio ganas de leer a la gente recluida en sus casas. Eso, por lo menos a mí me favoreció, porque otros editores se interesaron entonces en mis obras cuando vieron lo que estaba vendiendo, y ya hay varios proyectos de libros míos a futuro, esta vez financiados por otros, no de mi bolsillo. Así que al coronavirus solo le temo por mi salud,  no pudo vencerme como autor de historietas.

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Escrito por:
Maximiliano Britos
Chaos Magician
Maximiliano Britos
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