Mezclar y dar de nuevo
Si leyeron “La gran crisis de la historieta argentina”, sabrán que la década del 90 le inflingió una herida mortal al comic local y la debacle del 2001 le pegó el tiro de gracia.
Una de las dificultades de escribir artículos cortitos es que hay que elegir muy bien la información para darles una idea de un panorama muy complejo en pocas palabras. En este caso, me quedo con un dato que aportó Andrés Accorsi en una charla en La Docta: En el año 2000, Argentina tenía 175 comiquerías. En el 2003, quedaban 45. Es decir que en tres años, tres de cada cuatro vendedores de comics habían fundido o tuvieron que cambiar de rubro. Creo que eso les puede dar una idea de lo desolador que era el panorama.
No obstante, la historieta argentina sigue viva hasta la actualidad y hubo algunos proyectos que son centrales para entender su recuperación: La bibloteca Clarín de la historieta en el año 2003, la segunda etapa de “Fierro” en 2007 y, en el medio de estos dos mega emprendimientos que tenían diarios de circulación nacional atrás, uno que empezó chiquito pero fue el puntapié inicial de una movida enorme: “Bastión comix” de la editorial Gárgola.
Un extraño en el pueblo.
El comienzo fue cauteloso pero espectacular. En mayo de 2004, aparece un “Especial de Otoño” sin numeración y con todas historias autoconclusivas como para no comprometerse a sacar otro si la cosa no funcionaba. Hasta ahí la cautela, pasemos a lo espectacular: la calidad de la edición y del material publicado.
En el apartado editorial, tenemos un tomo que casi podríamos calificar de lujoso. 96 páginas en papel ilustración, lomo, una doble portada flip-top y un tamaño 16x24cm que después fue muy usado en la industria local pero que en ese momento resultaba novedoso y que se parecía más a un librito que a una revista de antologías.
En cuanto a las historias incluidas en este primer volumen hay unas cuantas joyas: La portada de Marcelo Morais; de Mauro Mantella “El arca” con Juanmar y “El Omninauta” con Omar Pacino; de Diego Agrimbau “Jaime” con Esteba Echeverría y “Ninguna Mancha de sangre” con Dante Ginevra; dos relatos de “Crónicas Marcianas” de Bradbury muy bien adaptados por Rodrigo Luján; y “Danza rota” de Nicolás Giacondino. El resto de las historias, sin ser necesariamente malas, no destacan.
Lo que todos nos preguntamos en ese momento fue ¿Quién se animaba a salir a la calle con semejante propuesta si todas las editoriales grandes de historietas se habían fundido? La respuesta era “Gárgola”, una editorial de las que en el ámbito literario llaman “independientes” que hasta ese momento se había dedicado a publicar ediciones casi escolares de clásicos de la literatura, libros por encargo y algunos autores consagrados (aunque poco difundidos) como el mítico Alberto Laiseca que ese mismo año publicaría en ese sello su monumental “Los Soria”.
Se resolvía una duda pero surgían muchas nuevas ¿Por qué una empresa que publicaba libros se arriesgaba en un mercado que parecía muerto como era la historieta argentina en ese momento? ¿De dónde habían sacado una selección de autores tan buena? ¿Quién era el editor de esta locura? Pero al ir a la columna de información editorial, el nombre no te decía nada... un desconocido... un tal Matías Timarchi.

Bastión Comix. La primera época.
Por suerte, se ve que la cosa anduvo bien porque en Septiembre volvimos a tener una “Bastión” en los kioscos y esta vez sí, lucía un bonito número uno en la portada. El papel y la impresión seguían siendo excelentes pero renunciando al satinado y con solo 64 páginas. Con el mismo formato y una hermosa portada de Tomás Giorello salió el número dos en noviembre y el tres en diciembre, otra vez con 96 páginas. El número cuatro recién saldría en abril de 2005 pero agrandando radicalmente el tamaño para llevarlo al del comic americano. Como veremos más adelante, ese cambio tenía un sentido pero igual quedó espantoso porque rompió completamente el formato de la colección.
Con respecto a las obras publicadas, la verdad es que este periodo de “Bastión” no fue ni mejor ni peor que el de muchas otras revistas de antología de nuestro país. Pero sí fue distinto por varios factores que me propongo analizar.
La primera característica de esta etapa es que mantuvo el criterio de publicar solo historias unitarias (dejando de lado las series de “continuará” típicas de este tipo de publicación) por lo que se vuelve muy difícil de reseñar. Piensen que son 46 historias cortas sin relación entre sí, así que a lo largo de este artículo solamente voy a referirme a algunas que recuerdo con más placer.
Otro clásico de las antologías es la mezcla de estilos y autores de diferente nivel. Lo habitual es que tres o cuatro series fuertes, con autores ya muy reconocidos, te banquen la publicación y el resto se “rellene” con material de pibes nuevos que seguramente van a ser menos populares entre el público pero están haciendo sus primeras armas y cobran menos por página. “Bastión” va a tener esta mezcolanza caótica de estilos, autores jóvenes y viejos pero con una particularidad única: algunos nuevos van a estar produciendo en un nivel tan alto que en seguida se van a volver más populares que los consagrados. Sin desmerecer el trabajo de nadie, debo decir que Mazzitelli, Meriggi, Lalia, Armando Fernández, Lito Fernández y Slavich no produjeron sus mejores obras en esta revista. Algunos dibujante consagrados como Ricardo Villagrán o Sergio Ibáñez, nos brindaron bellas páginas pero los guiones del grupo de los consagrados fueron mayormente mediocres.
En cambio algunos de los nuevos valores estaban en llamas y tener la oportunidad de publicar en una revista, en medio de un contexto editorial tan adverso, los hacía sacar lo mejor de sí mismos. Como siempre, cada uno tendrá sus preferencias. Personalmente no me gusta la imitación de manga que producía Guilty Studios y sí me gusta el estilo cartoon de Walter Gómez y Daniel Griffo pero para gustos, los helados. Lo que es indiscutible es que fue un lujo leer por primera vez a la dupla Agrimbau/Ginevra que años después nos darían “El Asco” o “El muertero Zabaleta”; fue un lujo leer el primer capítulo de “Bizancio”; un montón de las historias cortas de Mantella recientemente reeditadas por Rabdomantes en el tomo “Ucrónicas”; o las primeras páginas que vi de Martín Tunica (actualmente dibujando "Monarch") y su hermano Pablo que este año ganó un Premio Eisner.
Ah... otra cosa en la que también había un amplio consenso es en que el tal Timarchi tenía que dejar de torturar esos pobres lápices. Porque publicó algunas páginas de su propia autoría que desentonaban mucho con la calidad general de la revista. Por suerte, tras solo dos historias cortas, él también se dio cuenta y se abocó a la labor editorial.
Bastión Unlimited. La segunda época.
En junio de 2005, la revista cambia el título y reinicia la numeración y acá sí que se fue todo al re carajo. Creo sinceramente que si tanta gente recuerda a la “Bastión” como una revista de culto es principalmente por lo zarpada que fue esta segunda colección.
Recordarán que les dije que había una explicación para el cambio en el tamaño de la revista. Ocurre que, mientras se publicaba el material que venimos analizando, Gárgola consigue los derechos para publicar algunos títulos de Dark Horse. Y son nada menos que “Sin City”, “Hellboy” y “Star Wars”.
Durante la primera andadura ya se habían publicado algunos autores americanos: un guion de Chuck Dixon, un comic de “Aliens” de John Accurdi y Simon Bysley... pero a partir de la nueva numeración, cada entrega de la revista va a tener alguna historia corta de “Sin City” de Frank Miller y un episodio serializado de la genial “Chosen” de Mark Millar y Peter Gross.
Y es que con la publicación ya asentada, Bastión se anima a serializar historias más largas y es ahí donde publica lo mejor de su historia. Repasemos:
“Dallilah”: A mi juicio la más floja. Un guion bastante trillado de Pablo Barbieri plantea una sociedad del futuro en la que un grupo de rebeldes luchan contra una dictadura fuertemente militarizada. En medio de este contexto, la protagonista es víctima de unos experimentos que la convierten en un arma viviente. Sí... ya lo leímos mil veces. Encima, los súper poderes de Dallilah emergen de todo su cuerpo, con lo cual tenemos la excusa argumental perfecta para que termine en bolas a cada rato como Witchblade. Lo que no solamente salva la historia sino que además la eleva hasta un nivel muy digno, es el dibujo de Cesar Carpio Guerra que combina magistralmente las tintas con los lápices generando algunas viñetas realmente espectaculares.
“Ángela de la Morte”: ¿El regreso de Salvador Sanz al mercado del comic o será más correcto decir su ingreso? Porque a Salva lo conocíamos por su trabajo en la legendaria “Catzole”, que si bien era muy vendida no dejaba de ser un fanzine. Como quieran decirlo, ver al mejor dibujante argentino de su generación finalmente publicado y llegando a todos los kioscos fue un momento épico.
Ángela es agente de una misteriosa corporación que logró separar el alma de un cuerpo muerto y meterla en otro ser vivo pero “desalmado”. Para este proceso, los agentes se someten a una muerte inducida una y otra vez, y luego de cada misión regresan a su propio cuerpo. En “Bastión” se publicaron los tres primeros capítulos pero actualmente hay dos álbumes disponibles publicados por OVNI.
“El hombre primordial”: La obra que a muchos les voló la cabeza este año en la reedición de Rabdomantes nominada al Premio Trillo 2018. Mauro Mantella y Germán Erramouspe nos ofrecen una brutal reflexión sobre la naturaleza de Dios, el diablo, el hombre y el pecado apenitas disfrazada de comic de súper héroes. El guion absorbe, destila y reformula lo mejor del Miracleman de Moore y el universo Vertigo de los 90s, entregando como resultado una obra totalmente nueva y genial. Pura magia.
El paso al formato álbum y el final de un sueño
El número 6 de “Bastión Unlimited” traía un capítulo doble de “El hombre primordial” para cerrar la historia porque, a partir de la siguiente entrega, la revista pasaba a convertirse en una colección de álbumes.
Ese proceso (que ya habíamos visto en la evolución de la revista “Cóctel” que terminó convirtiéndose en la Colección Monográfico de Doedytores) resultaba bastante lógico en un mercado que cada vez se mostraba menos afín a las antologías. En el nuevo formato se llegaron a publicar dos tomos que mantuvieron la numeración anterior, por lo que llevan impreso en portada los números siete y ocho.
“78Km/h”: El título no vende y si te cuento la premisa argumental, probablemente no te la venda tampoco. No obstante, la empezás a leer y no la podés soltar. El futuro apocalíptico, el grupo de supervivientes que tienen que superar los obstáculos en un contexto hostil en el que el más mínimo error puede significar la extinción... son todos conceptos visitados mil veces por el género de ciencia ficción. Y sin embargo, Mantella (otra vez) se las arregla para tomar todos esos tópicos y crear con ellos una obra que no se parece a nada que hayamos leído. El dibujante Tomás Aira, acompañado por Germán Nóbile en unos grises que casi son un coloreado, producen un apartado gráfico, prolijo, detallado y muy efectivo. Todo sobre ruedas.
“Video Noir”: En el eterno combate del Bien contra el Mal (así... con mayúsculas), las fuerzas demoníacas se encarnan en una presentadora infantil onda Xuxa para dominar la mente de los niños a través de la tele. Carlos Trillo entrega un guion interesante aunque estructuralmente un poco desprolijo. No es una joya al nivel de “Buscavidas” o “Un tal Daneri” pero tampoco es uno más de los trabajos adocenados que el autor produjo en los 90s para Italia. Eduardo Risso, por su parte, siempre resulta solvente en la narración de contextos urbanos y cotidianos pero cuando tiene que representar los elementos sobrenaturales se nota completamente fuera de su elemento y dibuja el perro del infierno menos aterrador de la historia. Digamos que a este perro, en el curso de mastines infernales, los compañeros le hacían bullying.
Y un día sanseacabó. Aunque el promedio de calidad de los álbumes publicados permitían prever una continuidad mucho mayor, ahí se terminó “Bastión”. ¿Las ventas no acompañaron en esta tercera etapa del proyecto? ¿La editorial ya se había abocado completamente a las franquicias yankees? ¿O la cancelación del título fue parte del proceso de traspaso al nuevo sello: OVNI press?
Yo no puedo aclararles eso (el que puede hacerlo es Matías Timarchi que nos concedió una entrevista exclusiva). Lo que sí puedo decirles es que “Bastión” fue uno de los momentos más significativos de la historieta argentina y que tanto por la calidad del material publicado como por los autores que reunió y por el momento en que surgió, es un punto de inflexión imprescindible para entender el proceso de recuperación del mercado nacional.