Historieta Argentina

Cobertura de los Premios Cinder

Estuvimos en los Premios Cinder, y te contamos todo lo que pasó en el evento

Cobertura de los Premios Cinder

Después de más de un intento, y sobreponiéndose a una pandemia que paró al mundo entero, el viernes 10 de septiembre se entregaron los primeros Premios Cinder en la explanada de la Biblioteca Nacional.

Si hay que decidirse por una idea o concepto que defina el evento, diría que fue la sensación de una comunidad recuperada. Si bien la historieta argentina es papel, bits y tinta, también es carne y hueso de quienes la escriben, dibujan, colorean y editan. De la gente que se encuentra cara a cara y comparte un espacio común en los eventos y festivales que son la sangre del circuito independiente. Una dimensión cabal del quehacer historietil discontinuado por la pandemia que nos impuso el Zoom y el .cbr. Que los avances en la digitalización del medio queden, y que vuelvan los espacios de sociabilidad de la historieta.

La organización de los premios, ternados y decididos por un universo variopinto de divulgadores de la historieta a lo largo del país (y que, como expresó Andrés Accorsi, se aspira incluya a todos y todas quienes quieran ser parte), fue oficiada por la gente de Comiqueando, Ouroboros World y 9 Paneles.

Como no podía ser de otra manera, en el piso la cara la pusieron los Accorsi, padres fundadores de la “patria comiquera” (Andrés abrió la ceremonia con una presentación general de los premios, y Diego indujo a los primeros 6 artistas considerados para el Salón de la Fama de los Cinder). Ouroboros World, por su parte, prestó la cobertura: transmisión no oficial en vivo con el comentario de Damian Pérez, con operación de cámara y entrevistas a los ganadores de Mariano Cholakian durante el after.

No puede dejarse de celebrar la muy buena labor de conducción de Lucy Loles y Javi Paredes. En la intemperie, sin música, sin pantallas, con un escritorio pelado, dos micrófonos y algunas botellas de agua mineral, y tras un comienzo un poco acelerado, lograron ponerle ritmo y humor a una ceremonia necesariamente pelada por virtud del contexto excepcional.

Si hablamos arriba de comunidad, es porque estuvieron prácticamente todos los ganadores, lo que dio pie a momentos que fueron de lo emotivo a lo gracioso: la corrida desde el baño de El Bruno para subir al podio, así como su genuina emoción por recibir el premio; Podetti necesariamente metiendo un par de chistes cuando le toco a él; y Mauro Mantella, el único que se subió a buscar el diploma dos veces en la noche (tarde), disimuladamente tocándose lo que hay que tocarse cuando se nombra al Innombrable del mundillo.

La vuelta a la presencialidad de la historieta argentina
La vuelta a la presencialidad de la historieta argentina

Los fantasmas de la historieta argentina, como no podía ser de otra manera, también estuvieron presentes. La existencia “a pulmón” del circuito, ese modo supervivencia en que vive la historieta argentina desde hace ya décadas, estuvo presente en muchos de los discursos de aceptación, como un recordatorio tanto de lo mucho por hacer que queda, y de lo mucho (y bueno) que se hace con lo que se tiente. Es sintomático de esto, más de lo segundo que lo primero, que la primera ganadora a mejor editorial sea una cooperativa de trabajo, Hotel de las Ideas.

También pudo palparse en algunos dichos de los ganadores cierta tensión entre el papel y lo digital en una historieta argentina (y acá incluyo también a lectores y lectoras), a la que el covid arrojó de lleno a una virtualidad con la que convive, por lo menos, con incomodidad. De todos modos, parece ser una tensión productiva si se observa la calidad de los ternados a “Mejor Comic Digital”, que no tienen nada que envidiarle a sus pares encuadernados.

Pero si hay que poner el dedo en una llaga, está de seguro es la de género. Una mirada a vuelo de pájaro permitía constatar que el 90% de los asistentes eran hombres (y para empeorarlo, como se escuchó decir por ahí, la media etaria estaba bien por encima de los treinta y largos). Claro que podría decirse que este no es un problema de los Cinder per se, sino de la “historieta nacional”, y los premios lo reflejan como una instantánea fiel

De todos modos, a casi tres décadas de que el manganime metiera masivamente a las chicas en las comiquerías y, aún más, en medio de un proceso de renovación generacional de la historieta local en la que las mujeres han tomado definitivamente la posta, es una cuenta pendiente encontrarle la vuelta para que esta nueva camada, más diversa, de artistas tenga su justo lugar en los Cinder.

Lo bueno es que no faltaran oportunidades para mejorar. Un poco la sensación de ensayo general que permeó el evento, propio de las primeras veces y redoblado por la excepcionalidad impuesta por la pandemia, invita a que este sea un piso desde el que sólo se puede subir y subir. Como pidió el siempre meridiano Diego Agrimbau cuando subió a recibir el premio mayor por El Humano, que los Cinder duren cinco, diez, veinte años más.

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Diego Labra
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