Historieta Argentina

“¿Drácula, Dracul, Vlad?... ¡Bah!” de Alberto Breccia

Espectacular comienzo de la colección "Regreso"

“¿Drácula, Dracul, Vlad?... ¡Bah!” de Alberto Breccia

Hasta ahora, tres editoriales argentinas actuales podían presumir el honor de tener obras del maestro Alberto Breccia en su catálogo:
Ediciones de la Flor tiene “Perramus” completo editado en cuatro tomos de ensueño.

Colihue en su soberbia colección “Narrativa Dibujada” incluye a “Mort Cinder”, “Informe sobre ciegos”, “El Eternauta” y “Sherlock Time”.

Doedytores, por su parte, había editado “Versiones” y “Buscavidas” en su colección “Monográfico”; los libros “Che”, “Un tal Daneri”, “Martín Fierro” y “Breccia Negro” que fueron publicados fuera de colección; mientras que en su colección “Maestros x Maestros” incluyó “Los mitos del Cthulhu”, “El gato negro y otras historias” y “Había otra vez”. Estas dos últimas, la únicas obras del autor publicadas a color en Argentina.

La buena noticia es que, desde esta semana, “Hotel de las Ideas” se suma a la ilustre lista anterior con la publicación de “¿Drácula, Dracul, Vlad?... ¡Bah!” que fue presentado en el marco de la muestra “Breccia 100. El dibujo mutante”

El eterno experimentador

Yo del Viejo no puedo hablar si no es desde la admiración más absoluta. Alberto Breccia es, para mí, todo lo que un artista debería ser. Es innegable y hasta apabullante su talento, salta a la vista su amor al oficio y su entrega a cada trabajo y, sin embargo, hoy quiero destacar otra de sus virtudes: su inquietud creativa.

¿A cuántos autores conocemos e incluso admiramos que, una vez que dieron con un estilo en el que se sienten cómodos, no se mueven más de ahí? A partir del momento en que un artista define su técnica y estilo, el trabajo se simplifica bastante. Casi todos los desafíos o decisiones que una nueva obra ofrece tienen ya su respuesta establecida. Cada dificultad tiene una solución prevista y cada complicación, una fórmula ensayada y repetida infinidad de veces que la resuelve.

dracula 1

Cuando un dibujante perfecciona una fórmula y una estructura visual (más aún si es reconocido y elogiado por ello), es muy difícil sacarlo de ahí. Cambiar radicalmente implica un gran esfuerzo creativo y, sobre todo, un gran riesgo porque... ¿Qué pasa si el nuevo estilo no le gusta al público?

Breccia rechazó esa comodidad, siempre optó por el camino más difícil y riesgoso, y eso lo convierte en un artista excepcional.
Pensemos que con “Mort Cinder” (1962-64), El Viejo ya era considerado un maestro indiscutible y dueño de un estilo único y experimental. No obstante, desde ahí en adelante siguió experimentando con diferentes técnicas y materiales; incluyendo aguadas y collages; deformando el trazo y la anatomía hasta su llegada al color.

Un artista revolucionario en un mercado conservador

Lamentablemente, ese riesgo que a él no lo asustaba, sí asustaba a algunos lectores y editores que empezaron a alimentar el mito de que la obra de Breccia no vendía bien. Muchos elogios desde la crítica pero “el público no lo entendía”.

Probablemente, la primera vez que se imprimió tal afirmación fuera en 1969, en el famoso texto en el que Carlos Fontanarrosa, editor de “Gente”, se disculpaba con el público y anunciaba la cancelación de la nueva versión de “El Eternauta”, argumentando que el dibujo de Breccia era demasiado experimental y le resultaba confuso a los lectores... y omitiendo mencionar que el mensaje ideológico de Oesterheld tampoco les gustaba nada y le habían suprimido bloques enteros de texto.

De hecho en 1971 Coletta Raboni le propone a don Alberto vender su obra en Italia. Aparentemente, allí el público parecía no padecer de las mismas “confusiones” que generaba su estilo en Argentina y amó su versión de “El Eternauta”:

“En Italia tuvo un enorme éxito y me abrió las puertas de Europa. Fue la primera historieta latinoamericana que se publicó en Linus. La consideraron una obra maestra”

A partir de ese momento, una parte cada vez mayor de la producción del autor se destinó directamente al mercado europeo. Su obra se seguía publicando en Argentina porque prestigiaba con su reconocimiento a cualquier revista, pero a veces se la dosificaba con cuentagotas para no “asustar” al público.

Así se explica que muchas de las páginas del mayor dibujante de nuestra historia (en cuyo honor se celebra el día del dibujante en Argentina), se hayan rescatado muy recientemente mientras que otras permanecen inéditas en el país hasta el día de hoy.

Tal era el caso de este “Drácula”

Alberto Breccia en los tiempos de Drácula

A un artista de estilo tan inquieto hay que ubicarlo temporalmente. Podríamos decir que este “Drácula” está estilísticamente cercano a “Buscavidas” que es la obra que Breccia dibujara inmediatamente antes. Al igual que en aquel, la línea rehuye las rectas, es gruesa y cargada de peso como si más que un trazo fuera un rosario de glóbulos informes. La anatomía humana ya está completamente deformada y los espacios interiores parecen cerrarse pesadillescamente sobre los personajes ignorando todas las leyes de la perspectiva. Varias similitudes con “Buscavidas” y, sin embargo, una diferencia que lo cambia todo radicalmente: el color.  

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Entre sus innumerables virtudes, El Viejo era un tipo muy consciente y atento a la evolución de las posibilidades técnicas que le brindaba el medio. Al principio de la década del 80, se hallaba (como muchos otros artistas plásticos de la época) fascinado por la revolución que significó la popularización de las pinturas acrílicas: un espectro de colores con el que ni aún el óleo podía competir, a un precio más accesible y con un tiempo de secado mucho menor.

El encuentro del maestro del blanco y negro con el acrílico (como, quizás, no podía ser de otra manera) dio un resultado tan espectacular que, aún hoy, tiene que colocarse a la vanguardia del noveno arte. Breccia juega con los colores con la alegría de un chico pero con el oficio y la maestría de un profesional absoluto. Da igual si el marco narrativo nos traslada al carnaval de Venecia, los Estados Unidos del siglo XIX o la mismísima Transilvania, la sombra oscura y espectral del protagonista se recorta siempre sobre un fondo en el que la paleta estalla en colores brillantes hasta la pirotecnia.

“Juega” dije antes y lo remarco. El aspecto lúdico es central para el análisis de estas páginas. Estas cinco historias mudas, sin texto, en las que recae sobre la imagen todo el peso de la historia, son un experimento narrativo formidable pero también son un divertimento para el autor. Para 1982, cuando “Comix Internacional” publicó este material por primera vez, El Viejo ya era un creador de historieta adulta reconocido y consagrado en todo el mundo. Podía permitirse algunas historias de humor liviano y distendido que le dieran un marco para su experimentación gráfica.

Entonces ¿Tiene sentido preguntarse si ese despliegue visual extraordinario está al servicio de la historia o si más bien la anécdota es apenas una excusa para justificar ese despliegue? ¿Cuántas viñetas eran necesarias para que el lector comprenda que Drácula persigue a una joven en medio de un desfile de carnaval? ¿Dos? ¿Tres?
Bueno... Breccia dibuja dieciocho. Y yo no me quejo porque cada página es un deleite para la vista.

La excepción a todo lo que dije antes (que por su carácter excepcional resulta más chocante todavía) es “Fui Leyenda”, la cuarta historia de este álbum, en la que nuestro protagonista recorre la Argentina de la última dictadura militar. Con lentes oscuros de turista, ve el hambre, los fusilamientos, las torturas y, perseguido por un falcon verde, termina refugiándose en una iglesia. El remate humorístico del vampiro entrando a un templo cristiano, no alcanza para aligerar el tono de denuncia de tantos horrores.

La presente edición

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Hotel de las Ideas ganó la convocatoria 2018 del Concurso de Proyectos Editoriales del Fondo Nacional de las Artes con una propuesta para su nueva Colección Regreso. La misma se propone rescatar material que, a pesar de pertenecer a autores locales absolutamente reconocidos y consagrados, no ha tenido una edición argentina en libro.

La edición es hermosa, casi perfecta, diría. Formato 20x28cm, papel ilustración, una impresión espectacular (¿levantada de los originales?), solapas, prólogo de Laura Caraballo (investigadora, curadora y docente)... todos los lujos a los que un libro puede acceder en Argentina.

Los primeros dos títulos de la colección no pueden ser más prometedores porque a este “Drácula” le seguirá “Crímenes y Castigos”, (estábamos llorando porque no se reeditaba) del enorme Carlos Nine.

Nada más que agregar... Ovación cerrada del público para la nueva colección. Estaremos atentos al anuncio del nuevo álbum.

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Escrito por:
Facundo Vazquez
Guía su vida por el bushido y la frase de Benjamin "Ustedes nunca vieron morir a un burro".
Facundo Vazquez
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