Sábado al mediodía. Humedad, cielo nublado, sol que va asomando luego de una ligera lluvia. Aire pegajoso. Una especie de bruma muy tenue se levanta desde el asfalto. El clima de la escena es el típico que uno podría encontrarse en alguna miniserie de Vértigo de los ’90, esas donde había algún detective investigando un suceso con toques místicos. O podría tratarse del comienzo de un arco de Hellblazer. Excepto por la luz del sol, que no solía aparecer por las páginas de Vértigo. Y para compensarlo, Mauro Mantella (MM) aparece con sus clásicos lentes oscuros, para tapar esa luz y que en sus ojos la escena sea propicia para cruzarnos al demonio Etrigan o a John Constantine en algún bar. Del lado opuesto de la mesa, representando a Ouroboros, estamos Maximiliano Britos (MB) y Damián Pérez (D). Mauro es uno de los primeros artistas a los que le dedicamos una reseña en el sitio, analizando la mayor parte de su obra. Y también nos pusimos a revisar cada uno de sus trabajos por separado, como Monarch, El Hombre Primordial o la recientemente reeditada Bizancio. Para nosotros, esta era una entrevista muy particular que veníamos postergando hace rato, pero que no podía faltar. Los dejamos para que lean la charla que tuvimos con el gran Mauro Mantella, uno de los escritores de historietas más importantes de su generación. Los invitamos a sumergirse en el Efecto Mantella:
D ─¿Diste muchas entrevistas?
MM ─Por suerte sí, sobre todo con la salida de algún tomo. Eso sube y baja.
D ─¿Cómo fue la época de Bastión respecto a las entrevistas?
MM ─Por suerte hubo varias, alguna a Clarín, creo que alguna otra a Página 12, notas en diarios. Fue pasar de cero a ese reconomiento, no lo podía creer.
D ─¿Qué recordás de esa época en Bastión?
MM ─Éramos jóvenes, me acuerdo la emoción de lograr hacer algo y poder publicarlo, algo que quería escribir y no algo por encargo como había sido mi primer trabajo con Deux Graphica, con Pablo Muñoz. Ahí era por encargo y a pilotearla a pesar de, igual, ser muy divertido. Recuerdo el grupo humano que se empezaba a formar en Bastión era muy bueno, las reuniones, el que tus pares te valoren y disfruten y elogien lo que hacés, y sobretodo la sensación incomparable de que estábamos comenzando a ser lo que soñamos ser. Y también el poder exorcizar esa sospecha/duda/terror que todo artista tiene cuando a veces considera “che, no seré uno de los que apesta y no me doy cuenta” y nadie tiene el corazón o las bolas de decírmelo.
D ─Tuvieron un éxito considerable en ese momento, dado la situación en el que estaba la historieta argentina.
MM ─Sí, moderado. Y algo que me asombra es que, desde mi ignorancia, sentía que el cómic nacional estaba casi muerto en aquel momento, y que con Bastión como que encendimos la primer llamita. Extrañamente, eso no suele mencionarse cuando se repasa la historia del cómic nacional, por eso me parece tan importante la nota de Facundo Vázquez en Ouroboros sobre Bastión (Nota del Editor: pueden encontrar esa nota por acá). En esa época también estaba la EAH (Escuela Argentina de Historieta) tirando para el mismo lado. Pero creo que Bastión fue la primera pieza ignota del dominó.
D ─Para aquellos años, medios como Comiqueando hablaban del peor momento de la historieta argentina.
MM ─Sí, recuerdo la aridez del panorama, creo que Ivrea, por ejemplo, todavía no había ni arrancado.
D ─Había otras movidas alrededor, pero no había gente nueva.
MM ─Sí, puede ser, pero sea verdad o no, yo lo viví así y me siento súper orgulloso, tengo recuerdos maravillosos, el sentirte escritor, imprimir tus guiones y ver que al final la cosa es real y no algo que sólo van a leer y elogiar tu mamá y tu novia, y que genere interés en gente que no conocés y que disfruta lo que pensás.
D ─¿Y cómo termina esa época?
MM ─Termina como termina todo, por las pocas ventas, a pesar de ser un producto de calidad. También habría influido nuestra inexperiencia, la distribución, la promoción, etc., y obviamente la crisis del 2001 fue un factor determinante. También no todo el mundo estaba feliz con Bastión ni nos bancaron como inocentemente creíamos que nos iban a bancar, recibiendo al casi único producto -o al menos antología- en esa época. Pero bueno, tal vez es mi perspectiva personal, sesgada. Algunos profesionales de la industria decían cosas como que “si pueden editar en tanta calidad podrían pagar más”, comentarios poco felices y las típicas y predecibles envidias y mezquindades de todo mundillo. Pero ese experimento, esa locura que logró Matías Timarchi al convencer al editor de Gárgola en largar algo de tanta calidad de edición con tantos creadores... se diluyó. Se fueron probando otros formatos como Bastión Unlimited y one-shots que no anduvieron tampoco. Después cuando Matías se independizó y fundó Ovni Press me editó Bizancio y Fantaciencia, y luego todo lo referente a mi trabajo se desaceleró, en gran parte por mi culpa, por mi tiempo sabático mental que no pude evitar, pero por suerte superé.

D ─Eso es algo que suelen mencionar los que te siguen y se preguntan ¿cómo fue ese momento sabático en el que parece que hubieras desaparecido del medio?
MM ─Me fui a un viaje espiritual para encontrarme a mí mismo, me encontré, me peleé y ahora no me hablo. Fueron todos errores de mi parte, las pocas ventas, el fracaso de Bizancio, me bajonée y bajé los brazos, me desilusioné con todo, con mi escritura, con el apoyo, con el mundillo, con las reseñas exiguas y demás. Y bastante infantilmente caí en la actitud de esperar que las cosas lleguen en vez de salir a buscarlas con el cuchillo entre los dientes. Ahora me arrepiento muchísimo porque fueron diez años (¡mi década perdida!) en los que que podría haber avanzado bastante. Pero las cosas pasan por algo, o eso conviene creer, el determinismo es una herramienta de supervivencia. Este "regreso" con el tomo de El Hombre Primordial fue más maravilloso de lo que me imaginaba, entre comillas “regreso”, porque tampoco es que considero que la vida de uno sea tan épica como para que un regreso sea algo para destacar. Pero yo lo sentí como un renacimiento que necesitaba luego de varios terremotos espirituales, como la pérdida de un ser querido, estar en manos de una psicóloga y una psiquiatra nefastas que me medicaron mal y me hicieron pasar ocho meses de un infierno que casi me lleva al suicidio. Me mudé, me indenpendicé, tuve un hijo y todas esas cosas que te derrumban el edificio que tenías planeado originalmente, y te fuerzan a rearmarlo para que luego te des cuenta que lo armás para mejor y terminás también mejor como persona, con un poco de suerte. Así que todo ese descalabro mental me complicó bastante las ganas y me sacó la lucidez necesaria para escribir durante esos diez años. Ni hablar del miedo a que tengan razón los que dicen que el talento puede morir si no se lo utiliza. ¡Tengo poco y encima se me muere!, me decía. Me hacía la cabeza mal.
D ─¿Por qué en ese momento fueron fracasos? ¿Qué pasó con Bizancio y Fantaciencia?
MM ─Se vendieron muy pocos. Por ahí ahora esas cantidades no serían fracasos, 500 ejemplares hoy es bueno. En ese momento no la teníamos tan clara, a pesar que Matías (Timarchi) siempre la tuvo clara para los negocios como ya es evidente. No hicimos presentaciones, nada de promoción. La pifiamos por varios lados. Como en el color de tapa del tomo original de Bizancio que gritaba “por favor no me compres”.
D ─El tema obviamente no era una cuestión de calidad de tus historias. Las mismas historietas hoy siguen vigentes, se reeditan (como pasa ahora con Bizancio). No pasaba por el contenido.
MM ─Ojalá. Eso quiero creer yo. Pero bueno, andá a saber cómo se movían las cosas por atrás. Como dije, yo estaba mal psicológicamente, aunque la gente diga que siempre estuve mal, jaja.
D ─La editorial en ese momento tenía otro perfil y no se arriesgaba tanto a lo nacional. Todavía Ovni no lo hace.
MM ─Es complicado. Ya se sabe que editar cosas acá mayormente es sufrimiento y pérdida de plata. A menos que formes parte de los privilegiados que ya tienen público cautivo de cierto número de personas/ventas. O una editorial dedicada a lo nacional también con público objetivo. Por lo que editarme a mi sospecho que siempre es como un riesgo extra porque mi obra como que no tiene el ADN particular del cómic nacional. Y no puedo evitar sentir que eso me hace ser medio invisible a una gran parte del grueso de los lectores. Ni hablar si hacés algo de superhéroes. Pero de nuevo, es mi dudosa y variable perspectiva.
D ─No era una cuestión de calidad, hoy uno lee tus historias escritas hace mucho tiempo y son completamente disfrutables. No quedaron ancladas en su momento.
MM ─Me alegro que se vean así, estoy bastante orgulloso en ese sentido. Capaz no tanto de las cosas que hice antes, como lo de Deux Graphica, como Genoma y Astika. Estaba muy verde y me mandaba muchas cagadas de principiante.
D ─¿No se te ocurrió reflotar esos guiones? Capaz más por las ideas que por el desarrollo.
MM ─Me gustaría, por ahí con otros dibujantes, que sean más parecidos a lo que yo tenía en mente visualmente. O no... por ejemplo, me gustaría que Astika lo agarre algún discípulo de Taborda, como homenaje a Walther. O si no, otra persona con un estilo completamente diferente que vuelva casi irreconocible la historia, pero más en consonancia con mi gusto y que sea algo totalmente diferente. Lo mismo con Genoma, algo distinto. Hay seis números de cada historia cerrando un arco argumental, se podría hacer un tomo, pero bueno, hay quilombos de derechos imagino, no es mío eso.
D ─Y sobre la siguiente etapa, la de las historias cortas de Comiqueando, ¿cómo la viviste?
MM ─Un poco fueron mis manotazos de ahogado, tratando de seguir escribiendo, valorando la oportunidad que me dieron y también para seguir existiendo, pero con pocas ganas. Creo que se nota el bajón de calidad y mi falta de motivación.
D ─Me sorprende, hay muchas de esas historias cortas que valen la pena.
MM ─Por el dibujo, todas. Por el guion capaz dos o tres, pero la mayoría eran mas bien un “¿ahora qué invento?” y encima el formato de Lado-B que me auto impuse me me limitaba aún más. Siento que mi creatividad languideció mucho durante esa etapa.
D ─Creo que eso habla más de una autoexigencia tuya que lo que de verdad eran esas historias.
MM ─Te agradezco, pero no sé, capaz las releo dentro de un tiempo y me gustan. Las que elegimos para Ucrónicas creo que zafan, quedan algunas afuera capaz para algún día sacar un segundo tomo de Ucrónicas. Pero en líneas generales recuerdo esa etapa un poco a media máquina. Me alegra que haya gente que no lo haya visto así.
D ─Como lector yo no conocía esa etapa, por no haber vivido esa época de Comiqueando, y me sorprendieron gratamente cuando las leí.
MM ─Me alegro, ¡manden mails al editor de Rabdomantes para que crea que hay gente que reclama y así le generamos la falsa convicción de que las multitudes lo reclaman y edita un Ucrónicas 2!. También en esa etapa escribí Mundus, que primero quedó cajoneada hasta que la metí en Viñeta Uno, y terminé los cinco volúmenes de Tiempo 5 que recién ahora están terminando de editarse en web, coloreados y corregidos.

D ─La siguiente etapa, ¿cómo arranca tu trabajo como traductor para Ovni Press?
MM ─Timarchi empezó a crecer con Ovni Press, me llamó y dio la oportunidad de hacer ese laburo. Como rotulador ya había estado en Gárgola y ahí aprendí un poco. Cuando Ovni Press agarra más marcha también empecé a maquetar, rotular y a traducir con The Walking Dead. Empecé a hacerlo para pagarme el puchero y a veces me da vergüenza lo bien que la paso con este laburo. Me siento un privilegiado.
D ─Hay poca gente que conoce esa faceta tuya. Es raro que alguien le preste atención a esa primera página donde se menciona al traductor. Mucha gente se sorprende de encontrar tu nombre ahí.
MM ─A veces le dan un poco más de bola. En el tomo de Miracleman me pusieron con todos los autores en la portadilla. Fue un honor enorme, y a la vez me dio vergüenza que no figure Alan Moore y yo sí, jeje. Esa tradumaquetación fue lo que más disfruté, y ahora también me pasa con Swamp Thing. Es un placer enorme armar una obra que amás. Te sumergís más profundo que sólo leyendo. Es el disfrute definitivo para mí.
D ─En general se los desprestigia un poco a los traductores, se reduce su trabajo como si fuera el de una máquina fácilmente reemplazable por Google Translate.
MM ─Cierto. Y es mucha responsabilidad, uno elige las palabras que la gente va a leer. Al lector le llegan esas palabras que elegiste, tu criterio, tu interpretación. Trato siempre de respetar todo lo que se pueda las palabras que eligieron los escritores. Como escritor uno sabe lo que cuesta encontrar las palabras adecuadas.
D ─¿Qué otras cosas hiciste para Ovni Press como traductor?
MM ─Traduje todo The Walking Dead y otras cosas, mucho Star Wars, Invincible. Hellboy también. Muy poquito de Marvel, Daredevil de Charles Soule que me gustó mucho, no veo la hora de verlo escribiendo en algo de Batman.
D ─¿Qué fue lo que menos te gustó?
MM ─Hellboy. No lo disfruto, no me gusta el personaje, ni la historia, ni el dibujo ni Mike Mignola. No entiendo porque la gente lo ama tanto, guiones chatísimos, siempre mamando de la teta de Lovecraft, y el personaje es cero-dimensional y con el carisma de una tarjeta SUBE, me parece un robo al lector. Me gusta más la primera película de Guillermo del Toro que lo de Mignola. Ojalá yo pudiera disfrutarlo, pero Mignola sólo me gustó en las primeras cosas que hizo, World of Krypton por ejemplo, o en Hellraiser, cuando dibujaba con ganas y todavía no había caído en esa simplificación en la que caen tantos dibujantes, engañándose con ese verso de "menos es más". Lo cual esconde la dura verdad que menos (esfuerzo) es más (páginas/plata).
D ─Hace poco te criticaron en 365 Cómics por año, el blog de Andrés Accorsi, sobre tu traducción de Spinnerette.
MM ─La leí hace poco. Creo que tiene razón. Sospecho que no me puse las pilas suficientes y la hice un poco apurado. Ojalá haya alguna reedición para pulirla. Pero agradezco la crítica porque es fundamentada y argumentada, y esa clase de críticas valen oro para estar atento en el futuro. Me divirtió hacer Spinnerette, le tengo cariño y me gustan los personajes, pero no sé qué me pasó por la cabeza que no me quedó con un buen nivel. Pasaron cosas...
D ─Yendo para otro lado. La gente te ve como uno de los pocos autores nacionales que no reniega de las lecturas con las que creció, sobre todos autores norteamericanos y británicos del mainstream.
MM ─Sí, estoy muy orgulloso de mis influencias. Como decía Borges, "no sé si soy buen escritor pero soy buen lector". No voy a renegar de las lecturas que amo y que me formaron.
D ─¿Considerás que sos uno de los que mejor interpreta en el ámbito local las lecturas de la época mágica, esa segunda mitad de los 80's en el mainstream norteamericano?
MM ─No. ¡Pero me encanta que ustedes estén tan equivocados y haberlos engañado tan bien para que piensen eso!, jaja. Es un elogio enorme. Yo hago lo que me da placer. Lograr la atmósfera de los cómics que me deslumbraron y que a la gente le guste y sienta algo de ese estilo me alegra muchísimo. Aunque lo que resulte sea una sombra patética de lo que hicieron aquellos monstruos, a mí ya me alcanza. El hacer de algún modo los cómics que siento que ya no se hacen y que necesito que sigan existiendo. Es como el sueño principal cumplido, lo cual se siente muy raro e irreal.
MB ─Muchos autores, por más que tengan las mismas influencias que vos, se preocupan mucho por darle a su trabajo una impronta argentina o porteña. Necesitan mostrarlo, como poner al obelisco siempre de fondo. En tu trabajo no está eso, podés ubicarlo en otro lado y funciona perfecto. Pero cuando le das una impronta local no se nota forzada, como en Bizancio.
MM ─Me alegro mucho que te parezca así porque es intencional. Otras personas capaz persiguen un estilo propio y sienten que el camino es otro, aunque se nota que leyeron lo mismo que yo. Pero creo que es en vano buscar un estilo propio de manera consciente y racional. Si sucede sucederá. Porque en definitiva sospecho que estilo nace de los intentos fallidos de imitar a quien uno admira. Yo creo que cada uno tiene que escribir lo que se le cante las bolas y si el estilo aparece mejor, pero no es tan malo no tenerlo, yo prefiero autores que están a la sombra de los genios a autores con estilo propio pero de un talento de vuelo gallináceo. Sobre el tema del estilo nacional, sí, hay como una intención de mucho regodeo en el argentinismo, en el costumbrismo, trasladar superhéroes a lo local como para demostrar que no somos menos, mostrando pibes chorros, putas feas y policías corruptos con bigotes, y queda muy obvio y gastado. Son lugares comunes de los que hay que huir. En Bizancio el experimento fue lindo, intentar hacer eso sin caer en las trampas. Opté por la naturalidad, por no resaltarlo. Casi escribirlo como un extranjero, para tener una visión más alejada, y creo que mas o menos funcionó. Renegaba mucho del dialogo en “argentino” pero escribiendo como hablamos resultó ser como más cómodo me sentí con el resultado. Creo que cuando los autores hacen ese tipo de cosas apuntan a un argentino demasiado estándar y yo trato de apuntar a uno nivel Dolina, con cabeza y cultura pero piola, así queda más equilibrado y te evitás toda la grasada predecible.
D ─Desde hace mucho tiempo se viene intentando, sobre todo por autores con tus mismas influencias, en escribir la historia del superhéroe argentino. Se puede hacer una lista larga. Y vos abordaste varias facetas del género de superhéroes más clásico, sin que se note como algo forzado.
MM ─Te agradezco, pero el tema es que no pasan en Argentina. Por eso para El Hombre Primordial elegí una ciudad genérica donde no aclaro nada.
D ─No sólo en El Hombre Primordial, también en Bizancio y Fantaciencia lo abordás.
MM ─Nada pasa en Argentina, excepto Bizancio. Eso ya te facilita las cosas. El tema es readaptarlo acá, donde hay otra impronta, otra estética, y lamentablemente el spandex y la Argentina son como el agua y el aceite. En Bizancio a la gente le parece que funcionó porque lo que se adapta es el terror y lo sobrenatural y eso es más universal. Pero nunca se sabe, capaz viene alguien con mucho talento y logra hacerlo funcionar.
D ─Creo que la mayoría busca armar el personaje superheroico argentino y no la historia de superhéroes argentina, que creo es lo que lográs vos.
MM ─Sí, puede ser que los otros autores se enfoquen más en eso. Pero yo todavía no la logré tampoco.
MB ─Acá hay una falta de íconos. Podés nombrar a Cazador en los 90's y listo. Muchos buscan armar un personaje icónico.
MM ─El foco creo que se pone en el regodeo de trasladar algo de la Quinta Avenida y ponerlo en la 9 de Julio, y con ese móvil creo que las historias fracasan o lucen artificiales. Hace mucho que tengo ganas de hacer algo que sería una especie de “Crisis en Tierras Argentinas”. El plot ya está y en Bizancio hay algunas semillas. Pero jamás lo haría del modo superheroico, haría algo más parecido a The League of Extraordinary Gentlemen, más por el misterio, más urbano. Un grupo de personajes interesantes pero sin spandex. Creo que puede funcionar, alguna vez ojalá pueda hacerlo. Es como mi gran proyecto frustrado, pero es un quilombo con los derechos de los personajes y cosas así. Capaz sin nombrarlos, como pasa con el kiosquero de Bizancio que es Sherlock Time. Pero no usar los personajes más famosos le saca mucho la gracia. Ya veremos.
D ─¿Qué pensás de los que llaman a El Hombre Primordial “el Miracleman argentino”?
MM ─Orgullo y vergüenza, como ya dije. Orgullo porque alguien esté tan loco como para que le haya parecido así, el mejor elogio del universo para mí. Y vergüenza porque a muchos le puede parecer que yo avalo ese pensamiento y que me creo Alan Moore y para nada, solo puedo aspirar a ser un corpúsculo de mugre debajo de la uña del meñique de su pie izquierdo. El mejor elogio pero con un aditivo de pudor, lo cual odio porque el pudor es algo que raramente ejerzo. Yendo a la influencia, la búsqueda es a propósito. El principal móvil fue hacer una historia onda Miracleman, no en calidad sino más bien en atmósfera. Los demás elementos fueron agregándose después. Realmente necesitaba sacarme de mi sistema eso. Y lo hice sin empacho bajo la convicción ya citada de que hay que hacer lo que más nos entusiasma y da placer sin preocuparnos mucho de otra cosa. Warren Ellis decía “al principio hay que escribir mucho para sacar toda la mierda primero”. Algo de razón tiene. Al principio de la carrera creo que es saludable, no tener miedo en emular lo que te gusta o inspiró para que luego empieces a destilar y tamizar las influencias hacia algo más propio. A El Hombre Primordial lo hice porque quería hacer algo así, y para testearme si ya estaba listo para tal cosa. Y creo que las ganas y el amor que le puse suplieron mi amateurismo.
D ─¿Creés que algo de ese amor es lo que se filtró para que el tomo de El Hombre Primordial sea tu vuelta y haya sido tan elogiado?
MM ─Ni idea de por qué le gusta a la gente. Como dije, ¡lo hice para que me guste a mí, y al editor!, jaja. Ya que le guste a alguien más es bienvenido. Siempre escribo bajo la sospecha de que no le va a gustar a casi nadie porque mis pajas mentales suelen ser muy crípticas, enrevesadas, y de aguas oscuras para que parezcan profundas. Primero arrancó Mundus en Viñeta Uno y el tren volvió a ponerse en marcha. Y con El Hombre Primordial un poquito explotó, pero son cosas que no puedo racionalizar. No sé si es algo que se pueda repetir.
D ─Pero pudiste repetirlo.
MM ─¡Esperá que Monarch todavía no terminó! Creo que El Hombre Primordial finalmente terminó encontrando a sus lectores. Más allá de las buenas críticas que tuvo en su época de Bastión, pero los pibes que eran más chicos en ese momento lo leyeron ahora y terminaron siendo un público más receptivo a mis desvaríos me da la sensación.
D ─Capaz exagero, pero quizás estabas escribiendo una década adelantado.
MM ─Sería un poco pedante afirmarlo, lo diría de otro modo: mis obras tardaron un poco en encontrar a sus verdaderos lectores, generalizando. Mis cosas le llegan más a esta generación me parece. Sobre todo Fantaciencia, que cuando salió me pareció percibir que me había quedado muy para un nicho súper friki de la historia del sci-fi, y ahora cada vez más me encuentro gente que me dice que es una de sus preferidas.
MB ─¿Sentís que con Monarch te pudiste desprender un poco de tus influencias previas y crear algo más personal?
MM ─La verdad que no sé ni me quita mucho el sueño, Monarch es superhéroes a lo Garth Ennis. Es muy The Authority en la superficie. Lo de Ennis, lo de Mark Millar. Un poco de The Boys aunque no lo había leído antes. Me siento más maduro y seguro y creo que antes no podría haberlo escrito. Me llevó mucho tiempo y me costó bastante darle forma a todas esas conspiraciones y atrocidades, las cuales, como dice el protagonista, rezo para que sean todas falsas, aunque a veces me paraliza la sospecha que lo único irreal en Monarch son los superhéroes. Por suerte logré terminarlo antes de agotar todos los puntos de cordura.
D ─¿Va a salir en libro Monarch?
MM ─Esperemos, seguramente primero en EE.UU., por Red 5 Comics si Xira vende decentemente. Hoy se puede leer en inglés y español en Stonebot Comics. Luego me encantaría que salga acá, obviamente, tengo fe (decía un cantante facho, popular y con parálisis facial).

MB ─¿Cómo es la relación con el dibujante?¿Le pasás el guion y te desentendés, o estás pendiente de lo que dibuja? ¿Te consulta...?
MM ─Soy bastante hinchapelotas. Pero aclaro de entrada mi forma de trabajar para que todos nos sintamos cómodos. Me gusta el detallismo, a veces hasta meto thumbnails porque lo visual me viene muy fuerte y lo que escribo suele estar muy imbricado en un determinado storytelling tan importante como la historia y los diálogos. Luego vienen los bocetos, yo los miro a ver si la historia funciona como la imaginé, y si la narrativa fluye, hago algunas sugerencias generalmente y cuando estamos de acuerdo en el boceto pasa a tinta. Y ahí trato de no pedir ningún cambio. La relación con Martín Túnica es excelente. Bastante rápido nos sintonizamos y ya estamos en el punto caramelo en el que él dibuja todo tal cual lo imagino. Es genial llegar a esa simbiosis y es lo único que me da lástima de terminar la historia. Martín me tiene mucha paciencia y por suerte entiende que si mis guiones son copiosos no lo son por complicarle la vida al pedo, o por postureo, sino por todo el esfuerzo extra que le pongo para que quede algo especial, con la esperanza que el lector también lo perciba. Ars longa, vita brevis.
D ─¿Cómo fueron las experiencias con los dibujantes hasta ahora?
MM ─La verdad que bastante buenas en líneas generales, como me hice esa fama de hinchapelotas y ya saben que soy así, vienen medio resignados, jaja. Creo que a todos los quemé un poco de un modo u otro. Es que cuando veo mucho talento no puedo resistir el impulso de sacarles el jugo y empujarlos mucho más allá del límite que pueden creer tener. A Rizzo con las referencias que puse en Fantaciencia lo llevé más allá de la locura, y el logró meter todas y cada una de ellas a la par de hacer un dibujo maravilloso y fluido. Lo mismo pasa con Túnica. Realmente me gustaría que algún día se publiquen mis guiones más que nada para que la gente vea y valore lo que los dibujantes lograron traducir y cristalizar. A veces me gustaría hacer cosas más simples para descansar un poco también yo. Pero lamentablemente me sale así y es el único modo en que me llena. No me gusta sólo concentrarme en vagas descripciones y en los diálogos, quiero que se palpe ese otro nivel de pasión, como me gusta palparlo a mí en otros autores.
D ─¿Siempre sabés quién va a dibujar lo que escribís?
MM ─Mayormente tengo claro el dibujante, la mayoría de las veces lo sé de antemano. Y me gusta así. Es feo escribir sin saber el estilo del dibujante porque cuando lo hago a ciegas siempre termino escribiendo como si lo fuese a dibujar Frank Quitely o Bryan Hitch... y no suele ser el caso. Así que siempre que pueda prefiero tener en claro quién es el dibujante para estar consciente de su estilo, sensibilidad, armado de página, narrativa, uso de sombras, puntos fuertes, etc. Y para ver si puede estar en consonancia con lo que siento que la obra necesita.
MB ─¿Algún dibujante local con quién te gustaría trabajar?
MM ─Sí, con Diego Yapur, el que hizo la tapa del tomo de Bizancio. Es una bestia. También me gusta Rodolfo Migliari, un portadista/ ilustrador de otro planeta. Me gustan los dibujantes realistas, es una tara mía. Los dibujantes no muy realistas los disfruto leyéndolos pero no los puedo concebir en historias propias por alguna misteriosa razón. Con el resto de mis preferidos me di el gusto, Leandro Rizzo, Facundo Percio, Salvador Sanz, Diego Giribaldi, que hizo un trabajo increíble en Xira.
D ─¿Qué es lo que viene ahora? Aparte del tomo integral de Bizancio.
MM ─Después de la Argentina Comic Con viene la presentación de Bizancio, todavía sin confirmar. Y había una idea de sacar a color El Hombre Primordial, pero ahora los costos subieron mucho, quizás antes haya una nueva edición, corregida y con nuevos detalles. Xira en inglés y en castellano. Con Rabdomantes (si logro encontrar una nueva manera de chantajear a César Libardi, el editor) restaría un segundo tomo de Ucrónicas y los dos de Mundus. Hay otra historia, tentativamente llamada "Lost Word" con una onda a la Golden Age de Robinson, la estoy armando y cuando se termine veré, estamos en la etapa de diseños, porque encontré al dibujante ideal (Darío Bustamante). Me cuesta mucho retomar cuando desconecto y esto me está entusiasmando. Probablemente arranque primero vía web.

…Y el sol fue bajando. La charla no terminó. El Mundo de Mauro Mantella es enorme y no para de sorprendernos. Pero hay algo más allá del mundo de Mauro, que es su mundo oculto. Cortamos por acá pero los invitamos a leer pronto la segunda parte de esta entrevista, adentrándonos en el Mundo Oculto de Mauro Mantella.
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Gran nota, muy buen autor, buena onda. Se nota que el entrevistador admira a Mantella, tal ves un poco demasiado jajaja
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En respuesta a Gran nota, muy buen autor, buena onda. Se nota que el entrev por Maximiliano
Es verdad, admiro bastante a Mauro como escritor, creo que es alguien digno de admirar!