Historieta Argentina

El rescate de Columba

Series y personajes columberos reeditados en el siglo XXI

El rescate de Columba

Uno de los acontecimientos editoriales más relevantes del año pasado fue el comienzo de la colección de "Nippur de Lagash" a cargo de Planeta de Agostini (tienen la nota completa acá) porque le permitió a los antiguos lectores de Columba reencontrarse con uno de los personajes más queridos y emblemáticos de la editorial; y también puso en contacto a toda una nueva generación de lectores con un estilo narrativo completamente diferente al que conocían y que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo efectivo y emocionante.

Ignoro cómo estarán resultando las ventas de la colección de Nippur y sé que eso suele obedecer más a los avatares de nuestra (ruinosa) economía local que a la calidad del material ofrecido, sin embargo, nada me quita la satisfacción de haber visto a chicos que leen comics hace pocos años sorprendidos y encantados con las viejas historias del errante que yo disfruté en mi niñez. Y eso me llevó a preguntarme ¿Sabrán estos chicos que otros personajes clásicos de la extinta Columba tienen reediciones locales actuales de muy buena calidad?

Esa información, justamente, es la que quería acercarles en este artículo. Pero antes, algunas...

Consideraciones preeliminares

Columba fue la editorial de historietas más grande de Latinoamérica durante décadas y en un momento en el que las revistas eran extremadamente populares. No es de extrañarse por lo tanto, que algunas de las mejores historias de nuestra historieta argentina se hayan publicado en sus páginas. También sería lógico pensar que al cerrar la empresa, otros editores se apurarían a conseguir los derechos de algunos de los títulos más exitosos para reeditarlos. Esto no fue así por una serie de factores de los cuales enumeraré algunos:

Además de una cantidad de condiciones materiales y objetivas que llevaron a toda la industria del comic argentino a una crisis (que ya analizamos acá), el caso de Columba tiene sus propias particularidades. Desde su surgimiento, la crítica de historietas en nuestro país (con nombres como Trillo, Saccomanno o Tito Spataro al principio y otros como los hermanos Accorsi y Fernando García unos años después), nunca resultó demasiado indulgente con la editorial de la palomita. No obstante, Columba podía reírse de las críticas adversas porque publicaban las revistas más vendidas del país. El problema se dio cuando ese gran público dejó de acompañarlos. Armando Fernández en su “Memoria de un guionista, escritor y periodista” (recomendadísimo para quien quiera conocer la historia de Columba desde dentro) cuenta como la editorial pasó de vender 300.000 ejemplares semanales solamente con “El Tony” a vender cerca de 50.000 entre todas sus publicaciones.

Considero que en el periodo terminal de Columba podemos ver un proceso de renovación y cambio en el perfil de lector de la historieta argentina. Ese público masivo que había consumido historietas como una forma más de entretenimiento barato en las décadas del 50 o 60 había ido desapareciendo y se veía captado por una oferta televisiva cada vez más amplia. Quedaba el lector al que le interesaba la historieta como forma artística y comunicativa específica. Ese era un público más exigente, crítico y, lamentablemente, mucho más reducido. Un público al que Columba nunca había logrado seducir.

Columba cerró sus puertas oficialmente en 2001 pero desde 1995 prácticamente no producía material nuevo. Es decir que subsistió durante seis años solo reciclando una y otra vez las series clásicas en diferentes formatos. De este periodo es la edición en formato comic book de Gilgamesh, Savarese, Dennis Martin y Nippur, la colección “Ultra clásicos” que reeditaba Dago y Pepe Sanchez y la “Colección Clásicos” de la que llegaron a salir más de cincuenta álbumes, de más de cien páginas, con todas las series más populares. Para cuando Columba finalmente desapareció, se había reimpreso prácticamente todo el material interesante y las librerías estaban saturadas de reediciones de Dago, Nippur y Gilgamesh. Obviamente, a ningún editor le convenía invertir en un producto del cual el mercado ya estaba inundado y que encima se conseguía a precio de saldo.

Los tres cortitos

Pero como ocurre en casi todos los velorios, ni bien comprobamos que el muerto ya no va a levantarse, todos comenzamos a recordar (sincera o fingidamente) lo bueno que era. De la misma manera ocurrió con el rescate nostálgico de Columba, sus artistas, sus historias inocentes, su papel de diario... si hasta las letras y el coloreado mecánico llegaron a reivindicar algunos talibanes de lo “vintage”. De repente había un público que podía hacer viable la publicación de ese material pero ¿Qué reeditar y cómo eludir el aluvión reimpresor de su última época? Una forma fue buscar obras cortas, de buena calidad, con autores reconocidos pero que no hubieran resultado tan populares en su momento de publicación original. Con estas características podemos mencionar tres grande títulos:

“Ibáñez” de Robin Wood y Enrique Breccia

Publicada originalmente en siete capítulos en 1983, fue reeditada por Doedytores en 2006 sin el coloreado infame que enchastraba los dibujos del Churrique. “Ibañez” será la única colaboración entre estos dos grandes autores y es una pena que así sea porque en esta obra alcanzan un resultado de singular belleza.

Enrique Breccia cultiva aquí un estilo muy similar al de su serie anterior (la querida “Alvar Mayor”) y repite en gran medida la ambientación de ese siglo XVI lleno de mendigos, nobles arruinados y soldados de fortuna. La principal diferencia radicará en que mientras “Alvar Mayor” tiene como telón de fondo una América exuberante, este “Ibáñez” se moverá en los áridos parajes de la meseta castellana.

Robin Wood comienza la que se nota es una serie de largo aliento con una de esas tramas de caída y renacimiento que tanto le gustan. El joven Gonzalo Ibáñez mata a un noble en un infortunado duelo lo que determina su caída en desgracia y el castigo (tal vez exageradamente injusto) de su padre que es condenado a pasar el resto de su vida en una celda sin ventanas. A partir de ese momento la motivación de Gonzalo será ganar la honra y fortuna que le permitan interceder ante Carlos V y lograr la absolución del viejo conde. El problema radica en que ese camino de redención apenas había llegado a adivinarse cuando la serie fue discontinuada abruptamente.

En el prólogo para la edición de Doedytores, Ariel Avilez calcula que el estilo trabajado y experimental de Churrique era lo que no le gustaba a los editores y al público de Columba, y lo que motivó la cancelación de la serie. Aunque se nota que, seguramente por tratarse de un artista consagrado proveniente de “Skorpio” (la competencia más fuerte que tenía la editorial en ese momento), habían hecho una serie de concesiones estilísticas como la página completa que cerraba cada capítulo. Ese prólogo tiene también el que considero que es al mismo tiempo el elogio más hermoso y acertado para la narrativa de Robin:

“Sabe pronunciar la palabra mil uno, esa que no puede expresar la más elaborada de las imágenes”

“Merlín” de Robin Wood y Enrique Alcatena

Para 1993, Columba estaba intentando darle un nuevo enfoque a “Nippur Magnum” mejorando la calidad del papel, apostando por un coloreado menos plano y genérico y también abriéndose a autores con estilos gráficos diversos y más experimentales. De esa intención surge la publicación de este “Merlín” que reunía al guionista estrella de la editorial con uno de los dibujantes que revolucionara la historieta argentina en los noventas: el tremendo Quique Alcatena (entrevista exclusiva acá).

La serie consta de nueve capítulos y resume (demasiado, para mi gusto) la saga mítica del reino de Camelot desde la perspectiva del famoso hechicero. Fiel a sus raíces medievales, la historia es misógina hasta el punto de resultar graciosa, mostrando siempre a la mujer como la encarnación del mal, la tentación y la debilidad. Robin cumple pero no se luce, excepto en el capítulo del ocaso de los elfos en el que apeló a su vieja magia y logró un resultado muy conmovedor.

De Alcatena hay poco que se pueda decir sin repetir elogios ya conocidos. El tipo es una trompada en la mandíbula. Sus imágenes combinan a la perfección la exactitud detallista con una imaginación incontenible. Una delicia siempre.
Eso sí, recién dije que Columba estaba experimentando con un papel mejor y un color más jugado. Bueno... en este caso el resultado fue HORRENDO. El color que usaba la editorial siempre fue feo, chillón carente de todo criterio pero en este caso logró ser aún peor. De verdad, si llegan a ver la edición original les va a hacer doler los ojos.

Original de Alcatena vandalizado por un nene con crayones

Por suerte todas las reediciones optaron por el blanco y negro. La primera fue en el sello Comic Press de Pablo Muñoz, en 1998 cuando Columba todavía existía, pero solo llegó a publicar tres capítulos (que ni siquiera eran los primeros así que te comías tremendo spoiler). Ya en 2005 tenemos la primera reedición completa en un hermoso tomo de la editorial Thalos que se agotó rápidamente y hoy es inconseguible así que si alguien tiene ganas de leerla, solo puede recurrir a la edición española de ECC en la colección Robin Wood.

“Simón. Una aventura americana” de Carlos Trillo y Eduardo Risso

Y hablando de Pablo Muñoz ¿Se acuerdan cuando había empezado a publicar Marvel en Argentina? ¿Y se acuerdan que después de un par de revistitas de traducción e impresión igualmente abyectas terminó yendo a parar con derechos y todo a Columba? Bueno... de ese entonces proviene el contacto de primera mano que tiene el editor con esta obra que fue publicada por entregas en “Nippur Magnum” durante 1993 y reeditada por Deux en 2010.

Carlos Trillo nos cuenta una historia épica y novelesca que se ubica en las guerras de la independencia americana pero evitando el maniqueísmo que la temática permitiría suponer. La obra se había producido y publicado en el mercado europeo y forma parte de un pequeño conjunto de títulos que el autor no llegó a publicar en “Puertitas” y le vendió a Columba que en ese momento, como ya dijimos, buscaba revitalizar sus publicaciones históricas.

No voy a mentirles, no es ni el  Trillo más inspirado ni el más adocenado. Es una buena historia, interesante y sólidamente construida pero no juega en la misma categoría de otras genialidades del autor como “Buscavidas”, “Un tal Daneri” o “El último recreo”

El que sí brilla es Risso con su habitual maestría en el uso de los negros plenos, una ambientación precisa y documentada, planos cinematográficos y una puesta en página ágil y visualmente atractiva. Lo único que por aquella época le criticaba al rosarino eran sus rostros demasiado “vacíos”... con pocas arrugas, pocas sombras, poco detalle. Por suerte, en obras posteriores me tapó totalmente la boca y hoy es uno de los mejores artistas del país.

Los tres grandes

Pero las obras cortas y poco conocidas no fueron las únicas que se reeditaron porque, de alguna manera, todos querían fichar a los personajes “grandes” de la editorial. Veamos los tres casos más notables:

“Pepe Sánchez” de Robin Wood y Carlos Vogt

Tal vez la primera editorial que se arriesgó a publicar material de la fenecida Columba haya sino Thalos que en 2004 puso a la venta un tomo que reunía las siete primeras historias de Pepe Sánchez publicadas originalmente en “El Tony” en 1975/76. Y mal no les fue porque agotaron los ejemplares y al año siguiente hicieron una segunda edición.

Para los que no conozcan la serie, Pepe es una parodia de James Bond. Un agente secreto pero torpe y poco atractivo; una especie de Maxwell Smart pero argentino e hincha de Chacarita que, al igual que su contraparte televisiva suele salir airoso de las misiones más difíciles a pesar de su aparente falta de condiciones naturales. En las primeras historias, la intertextualidad con el famoso personaje de Ian Flemming era más explícita pero a medida que el tema se agote, se recurrirá a la parodia de otras películas exitosas de diferentes géneros como “Tiburón”, “Harry el sucio” u “Operación Dragón”.

Sé que por ahora no se las estoy vendiendo y es que en la comedia, la premisa argumental puede ser muy básica porque lo que te hace reír son los chistes que se van sucediendo mientras ocurre la acción. Y en eso, Wood y Vogt son una máquina. Los tipos tenían una química increíble (ya hacía años que la venían rompiendo con “Mi novia y Yo” cuando arrancaron con Pepe) y te tiran tres chistes por página... mínimo. No todos van a ser geniales pero al final seguro que te hicieron partir de risa.

En 2008 y 2009, Doedytores publicará dos libros más de Pepe Sánchez pero en ellos se reunirán algunas historias clásicas publicadas en “El Tony” entre 1979 y 1980 con material que Carlos Vogt había producido en solitario para el mercado europeo cuando Columba ya no publicaba cosas nuevas. Estos libros tendrán, por lo tanto, el atractivo de recuperar viejos y queridos personajes de la editorial al mismo tiempo que publican muchas páginas que permanecían inéditas en el país. Sus títulos son “El regreso del que te Jedi” (en la que Pepe va al espacio) y “Nuestro hombre en la Amazonia” que pareciera aludir a la novela de Grahan Greene pero en realidad se relaciona con “Indiana Jones” o, en este caso, “Iguana Jones”.

“Gilgamesh, el inmortal” de Lucho Olivera y Sergio Mulko

El pelado inmortal tuvo dos periodos dentro de “D’Artagnan”. El primero va desde 1969 a 1975 y comienza con una historia unitaria de Lucho como artista integral. La editorial le pide que la continúe y así comienza la serie en la que Olivera sigue como único autor hasta el décimo capítulo. A partir de la entrega siguiente, los guiones correrán a cargo de Sergio Mulko, quien seguirá colaborando con el título hasta el final de su primera andadura en el capítulo 33.

Es un error muy común creer (tal vez porque mucha gente lo repite) que Robin Wood es uno de los creadores de “Gilgamesh” pero lo cierto es que en este primer periodo, el guionista estrella de la editorial no tuvo contacto con el personaje. Recién a partir de 1980 y tras una pausa de cinco años en los que no se produjeron nuevas entregas de las serie, Wood decide reescribir al personaje desde el comienzo, siempre con Lucho en el apartado gráfico. Esta segunda etapa será mucho más extensa que la primera alcanzando casi 150 capítulos.

Sé que mucha gente encuentra la serie aburrida ya que por cuestiones argumentales (desde el primer episodio, Gilgamesh es el único ser vivo que queda sobre la Tierra), durante muchos capítulos hay poquísimos diálogos y todo el peso de la acción recae en una narración en primera persona a cargo del propio protagonista. No obstante, lo original de la premisa y el dibujo de Olivera en su obra más personal y jugada, personalmente, la convierten en una de mis series favoritas.

En 2008, Doedytores decide comenzar la reedición del personaje pero se encuentra con que los comic books publicados en el último periodo de Columba todavía inundan las mesas de saldos, por lo que deciden comenzar su edición allí donde esas revistitas la habían dejado. Por eso, el primer tomo “Gilgamesh: Hora Cero” reúne los capítulos quince al veinticuatro de la serie original. El segundo tomo “Gilgamesh: Arenas rojas”, publicado en 2012, contiene los capítulos veinticinco al treinta y tres; y recién en 2018 (cuando por fin desaparecieron esos infames saldos), se publicó “Gilgamesh: El Origen” con las catorce primeras entregas.
Lo importante es que, en este momento, se encuentra reeditada y disponible en forma completa toda la primera etapa del personaje en tres hermosos álbumes.

“Dago” de Robin Wood y Carlos Gómez

El de Dago fue uno de esos éxitos instantáneos. Creado en 1981 por Robin Wood y Alberto Salinas, arrasó con su popularidad superando a muchas series que llevaban más de una década de publicación... y no era para menos. Salinas fue un maestro, un tipo con un talento y un nivel de detalle y dedicación imposible de comparar con la infinidad de páginas que Columba publicaba de a kilos cada mes.

El caso es que la historia de venganza de nuestro amado genízaro negro rápidamente cautivó al público convirtiendo a su protagonista en uno de los favoritos y llegando a (¿me animo a decirlo?) pelearle el primer puesto indiscutido a Nippur.

Ocurrió que en 1995, tras catorce años de publicación, Salinas no quiso dibujar más al personaje lo que planteaba un serio problema dado que la serie era un éxito tanto en Argentina como en Italia y nadie quería cortarla pero ¿Cómo reemplazar a un artista de semejante envergadura? Fue el propio Salinas quien propuso a su sustituto: Carlos Gómez, uno de sus ayudantes. Primero le encomendó las tintas y finalmente dejó a su cargo el arte completo. Ante el reemplazo de un dibujante tan popular, era de esperar una oleada de respuestas negativas por parte del público pero Gómez demostró rápidamente que era un virtuoso y que estaba a la altura de su predecesor y los lectores lo bancaron.

Hoy, Carlos Gómez lleva dibujadas más de 8000 páginas de Dago, recibió el premio “Yellow Kid” y es aclamado de manera unánime tanto por el público como por la crítica... en Italia. En Argentina, lamentablemente, la mayoría de los lectores no lo conocían.

Y es que Columba dejó de publicar historias nuevas de Dago pocos años después de que el dibujante tomara la serie así que la enorme mayoría de su producción era desconocida en nuestro país hasta que en 2013 Comic.ar comenzó a publicar en tomos las historias aparecidas en “Lanciostory” y la “Skorpio” italiana.

No se trata de una edición completa del personaje sino de una selección preparada por los propios autores de las obras más significativas y que mejor se adaptan al formato álbum. Hasta ahora, van publicando diez tomos que cubren la saga del saqueo de Roma, la de Lucca y la mayor parte de las aventuras del personaje en América. Una auténtica joya.

Ah... y me avisa Tomás Coggiola por la cucaracha que están los diez tomos en oferta en dos paquetes de lujo en la página de la editorial.

Así que ya saben: Si están disfrutando de la reedición de “Nippur de Lagash”, no dejen de revisar las otras reediciones de los viejos personajes y series de Columba. Tal vez resulte que “la aventura” no estaba tan muerta como nos habían dicho.

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Escrito por:
Facundo Vazquez
Guía su vida por el bushido y la frase de Benjamin "Ustedes nunca vieron morir a un burro".
Facundo Vazquez
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