Todos alguna vez escuchamos ese argumento boludo anti-vegano de que “las plantas también sienten”. Normalmente usado para justificar comer animales ya que “de todas formas vas a comerte a un ser pensante”, es una excusa bastante vaga para justificar elecciones personales de alimentación, porque si bien distintos estudios pueden afirmar, negar o encontrarles lugares más grises a esa afirmación, la verdad es que nadie piensa realmente que una lechuga y una vaca puedan estar al mismo nivel en términos de conciencia. Hay que posicionarse en un lugar muy radical para ver a la flora y a la fauna como iguales, y por eso esa clase de argumentos no llegan muy lejos. Para sorpresa de todos, ese concepto resulta ser un disparador buenísimo para arrancar una historieta de acción y misterio, pero solo si se desarrolla con altura. Por suerte, la idea se le ocurrió a Marcia Juarez, y esa historieta es Faúnica.
Publicada en un tomo unitario en 2018 por los muchachos de Purple Books, Faúnica es una historia de 160 páginas que tiene de protagonista a Velvet Redd. Ella vive en la ciudad de Alpha Centauri, la primera “utopía vegetal” del mundo. Básicamente, a partir del descubrimiento de la conciencia vegetal y el revuelo político, social y mediático que tuvo saber que cada ser vegetal existente tiene pensamientos y sentimientos (y que con la robótica adecuada pueden expresarse como cualquier persona) se declaró a toda la flora como ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad presidida por un ramo de dientes de león y manejada por la organización pro-plantas “Terra”. El herbivorismo es prohibido, cada árbol, planta, fruta, verdura y pedazo de pasto es ahora un ciudadano con derechos y solo se puede comer carne y suplementos químicos artificiales.
Después de armar ese mundo gancherísimo, a Marcia le sale el resto de taquito. Con Velvet siendo una enfermera intolerante a la carne, viéndose involucrada con organizaciones herbívoras terroristas (una especie de anarquismo vegano) y descubriendo un par de conspiraciones zarpadas en el medio, esta historieta es un espiral de acción y tensión que se tiene que leer de una sola sentada. Particularmente es interesante cómo explora el conflicto moral de tener que ver como personas aquello que antes se veía como comida y viceversa, un planteo típico de historietas de vampiros o ghouls, pero con una vuelta de tuerca vegetal.
Toda esta ficción nutricional, por supuesto, está bancada por el excelente arte de la autora, mezcla de manga con cartoon que se mantiene fluido y aprovecha que tiene un montón de páginas para descomprimir la acción y hacer que sea una lectura más dinámica que, digamos, obras anteriores como “La torre de las mariposas”.
El tomo es bastante conseguible, tiene un precio accesible para los tiempos que corren y, principalmente, es una historia unitaria autoconclusiva, algo que agradecemos mucho ya que es poco frecuente en historias de ese estilo, usualmente apostando a grandes sagas o franquicias. En las mesas de Purple se encuentra fácil, entre otras obras interesantísimas de superhéroes ambientalistas y clubs de pelea de secundarios bonaerenses.
