En artículos anteriores, reseñamos brevemente la génesis y el primer año de la mítica publicación de la historieta argentina de los ochentas. Reitero la advertencia de que no voy a mencionar a todos los autores y obras publicadas (para lo cual bastaría con scannear el índice de cada revista y hacer un archivo) y que aquellos que efectivamente sean reseñados, lo serán de manera muy escueta. Sin dudas, cada una de estas obras merece una crítica mucho más detallada y exhaustiva. Por ahora, solo pretendemos brindar una aproximación a lo que fue la publicación en su segundo año de vida.
Como toda revista de antología, cualquier recorte temporal puede resultar arbitrario porque la mayoría de las historias continúa durante varios meses. Por eso, entre una entrega y la siguiente siempre predomina la continuidad sobre la innovación y solo pueden observarse cambios importantes dentro de una publicación tomando números más distantes en el tiempo. Así, la mayoría de los autores y títulos que mencionamos en el artículo anterior, seguirán apareciendo, al menos por un tiempo, en el segundo año. De la misma forma, algunas de las series que analizaremos ahora, comenzaron a publicarse el año anterior o se extenderán sobre el siguiente. Sin más preámbulos, vamos a las obras:
“Metrocarguero” de Enrique Breccia y Cacho Mandrafina
Entre los números 9 y 13, ve la luz este nuevo guion de Churrique que observa ciertas similitudes con las otras dos series suyas que se publicaron en la revista (“El cazador del tiempo” y “El sueñero”). Una vez más, aquí se combina la ciencia ficción con la fantasía y ese espacio innominado de la aventura que tiene marcas muy reconocibles de nuestra Argentina. En un futuro distópico, la humanidad debió abandonar la superficie de la tierra y adoptar la vida subterránea. Ahí, el Rengo, conductor de un metro carguero, decide rebelarse contra las órdenes del primer nivel con la fantasía de volver a ver el sol del que alguna vez le hablara su abuelo.
No es necesario forzar demasiado la lectura para relacionarla con el proceso de transición democrático que estaba viviendo el país en el que las cosas que habían permanecido enterradas buscaban salir a la luz. No obstante, en este caso, la relación con la política nacional permanece en el plano de la alegoría y no alcanza a ser tan explícita como en “El Sueñero”.
En esta oportunidad, acompaña en los dibujos el inefable Cacho Mandrafina, siempre virtuoso, cumplidor y dueño de un estilo eficaz tanto para el realismo como para el delirio más desbocado.
Lamentablemente, la obra (como otras de Enrique) termina de manera abrupta, dando la impresión de una estructura imperfecta y desprolija. Sin dudas es un experimento interesante pero yo no le asignaría un lugar destacado dentro de la producción de ninguno de sus dos creadores. Creo que actualmente está descatalogada y su extensión la hace difícil de reeditar si no es en conjunto con otras obras.
“Perramus” de Juan Sasturain y Alberto Breccia
Antes que nada y para ser totalmente honesto tengo que declarar que “Perramus” es mi historieta argentina favorita. Vengan de a uno talibanes de “El Eternauta”.
Tras haber iniciado su publicación en la “Orient Express” italiana, pasar por la “Circus” francesa y la “Comix internacional” española, esta primera parte en la trilogía de “Perramus” será publicada entre los números 11 y 18 de “Fierro”.
La historia de Sarturain mezcla en estas 64 páginas, la ucronía, el fantástico, la metaficción y un amor por la obra de Borges que impregna el relato desde mucho antes de que el maestro haga su aparición en el capítulo final. El amnésico protagonista solo lleva en su bolso una guía de las calles de Buenos Aires y un libro de Borges en el que, paradójicamente, lee “Funes el memorioso” aunque su periplo nos remita más bien a “Tema del traidor y del héroe” o “La otra muerte”.
Y después está el dibujo de Breccia. Y digo “después” porque el dibujo del Viejo en “Perramus” está más allá de todo lo conocido. Incluso cometiendo la injusticia de compararlo con otras obras suyas... o con el dibujante que quieras del país que más te guste. Nunca, nadie, ni antes ni después alcanzó un resultado tan sublime. Este es el periodo en el que don Alberto trabajaba con la aguada y el collage. Lejos de los negros plenos de “Mort Cinder” o de la deformidad exagerada de “Buscavidas”, produce en este “Perramus” las que, a mi juicio, son las mejores páginas de su carrera.
Inexplicablemente, las otras partes de la saga nunca se publicaron en “Fierro” pero hoy son fáciles de conseguir gracias a la edición de La Flor en tres hermosos tomos o el integral de la editorial vasca 001.

Patricia Breccia
Patricia dibuja en cinco de estos doce números. Primero, con guiones de Juan Sasturain ilustra las tres entregas de “Museo”: Un experimento que parte de la reproducción a color de un cuadro de Van Gogh, Toulouse Lautrec o Picasso a partir del cual se cuenta una historia en blanco y negro (en los tres casos de tono melancólico y tanguero) que tiene como viñeta final otro cuadro del mismo autor reproducido a color. Muy interesante la propuesta, la transición del color al blanco y negro y la forma en la que la historieta canibaliza al arte consagrado aunque, tal vez, no pase de ser un experimento.
Pero lo mejor de Patricia empieza a publicarse en el número 23 y continuará más allá de este “año dos” con la aparición de los cinco capítulos de “Sin novedad en el frente”. La soledad, la angustia y la locura se dan cita en estas páginas pero siempre empapadas de la cotidaneidad más absoluta. Acá vemos lo más personal de la autora trabajando con sus propios guiones y con una impronta tan fuertemente femenina que, en sus viñetas, hasta la luna tiene tetas, vagina y bello púbico.
Es invaluable el aporte que le hace Patricia Breccia a la historieta argentina en esta serie construyendo a esa protagonista completamente alejada de los roles que la industria deparaba para las mujeres. Esta no es una puta, una madre ni una princesa en peligro. Es una mina actual, normal y bien real con sus mambos y sus rayes. Una flaca que puede aparecer en bolas (porque mea, se baña, duerme o hace el amor) sin que al lector se le pare ni un pelo... ni nada... porque su función no es excitar a nadie pero tampoco reproducir el estereotipo de “historieta romántica para mujeres” que nos ofrecía “Intervalo”. De hecho, la única entrega en la que se escenifica una situación de pareja (discusión, reconciliación, cama), esta queda relegada a un segundo plano mientras se pone el foco en una historia de celos, traiciones y sexo protagonizada por las cucarachas que viven en el departamento.
Tal vez a los lectores actuales, acostumbrados al lugar que las mujeres se ganaron dentro de la historieta, todo esto les parezca muy normal pero les aseguro que en el año 86/87 era muy innovador y hasta revolucionario.
“Sin novedad en el frente” está recopilada en un tomo de la colección “Narrativa Dibujada” de Colihue junto con otras historias cortas entre las cuales, lamentablemente, no se incluyen las tres de “Museo”.
“Piñón Fijo” de Carlos Trillo y Cacho Mandrafina
La premisa básica de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” consiste en poner a un caballero medieval (o alguien que creía serlo) en el contexto de una modernidad incipiente que había trastocado todos sus valores. Siglos después, Mark Twain riza el rizo invirtiendo la situación con la divertidísima “Un yankee en la corte del rey Arturo”.
Trillo amaga a repetir el recurso pero termina yendo mucho más allá porque si bien nuestro Caballero del Piñón Fijo habla como el Quijote, también es cierto que viste como un oficinista, porta un cepillo de deshollinador y monta una bicicleta llamada “Silver” como el caballo del Llanero Solitario. No hay, pues, una forma de ubicar históricamente al personaje o remitirlo a un solo pretexto. Lo mismo ocurre con el contexto en el que se desarrollan sus aventuras y que resulta de una mezcla de mafiosos, cocainómanos, estrellas de clubes nocturnos y traficantes aunque el cine en blanco y negro, los automóviles, armas y vestuario de los gangsters parecen remitir a la primera mitad del siglo XX.
El resultado es de un sano surrealismo (que, a mi juicio, alcanza su punto más alto de creatividad con la cantante de cabaret que se acariciaba con la mano momificada de un antiguo amante) pero no alcanza el estatuto de joya que tienen otras colaboraciones de la dupla como “El Husmeante” o “Cosecha Verde”, entre otras cosas porque Cacho aprovecha el clima onírico del argumento para saltearse casi todos los fondos.
Fue reeditada en 2009 en la colección “Continuará” que publicó “Página/12”
“Cuestión de Tiempo” de Juan Giménez
Seis historias autoconclusivas sobre viajes y paradojas temporales. El genio mendocino (por aquellos tiempos ya radicado en España) se manda acá un doble salto mortal, comenzando a escribir sus propios guiones y a trabajar con ese magistral dominio del color que deslumbraría a Jodorowski y lo consagraría en “La Casta de los Metabarones”. A esta altura del partido, Juan Giménez ha ganado, merecidamente, todos los premios que se le pueden conceder a un dibujante pero quiero destacar que, ya en ese momento, fue votado por los lectores de la revista como el mejor dibujante, por encima de figuras como Alberto Breccia o Moebius.
Las historias son todas creativas e inteligentes y, aunque resueltas en muy poquitas páginas, logran trascender la anécdota que se quiere contar y repensar muchos tópicos de la ciencia ficción. Porque acá hay viajes en el tiempo, naves y esas máquinas que tan bien dibuja Giménez pero todo muy aligerado del lastre de la ciencia ficción dura y solemne. En estas historias, lo que predomina son las motivaciones, los sentimientos y hasta los errores de seres humanos comunes y corrientes que se enfrentan a situaciones y realidades que los superan y que apenas comprenden.
La paleta de Juan, más apagada y fría que la de los autores que solían ocupar las páginas a color de la revista (Altuna o Moebius), pierde bastante con la calidad de impresión de la época. Afortunadamente, en 2017, Comic.ar rescató este material en un tomo que, por fin, le hace justicia.

“Alack Sinner. Nicaragua” de Carlos Sampayo y José Muñoz
De Alack ya escribí un análisis completo cuando salió el integral de editorial Salamandra y pueden leerlo acá mismo. Así que, solo por cumplir, daré una información básica para los que sean demasiado vagos como para pinchar en el hipervínculo.
“Alack Sinner” es una obra maestra. Una de esas obras que puede cambiar para siempre tu forma de leer historieta. Muñoz y Sampayo son dos dioses descendidos del Olimpo y el mundo es mejor gracias a que ellos caminan entre nosotros, viles mortales.
“Nicaragua” fue la primera historia del personaje publicada en “Fierro” y esto complica bastante la lectura ya que las sucesivas entregas de Sinner forman una especie de biografía ficcional en la que se pierde mucho entrando por el medio. Por suerte, a partir de acá, la revista publicará todas las historias que siguen y hasta se las arreglará para rescatar algunas de las más importantes de las que se habían salteado.
A pesar de ese esfuerzo, hasta la edición del ya mencionado integral, esta obra cumbre de la historieta argentina seguía estando parcialmente inédita en nuestro país. Es un lujo que hoy podamos leerla completa.
“Asteroides” de Emilio Balcarce y Marcelo Pérez
Otra serie de relatos unitarios de ciencia ficción a color en un tiempo en que la ciencia ficción estaba muy de moda y el color (bien utilizado... no el enchastre de Columba) recién empezaba a despuntar en la historieta argentina.
Las historias no tienen hilo conductor entre sí salvo el género en su vertiente más distópica. Las propuestas son creativas y, dentro de la excesiva brevedad de las tres a cinco páginas que ocupan, no están mal narradas. En el futuro se creará un programa que permita a los bebés manejar tanques de guerra... en el futuro un solo hombre puede sonreír en todo el planeta... un odontólogo robot le arranca los dientes a un hombre malo... los demonios son en realidad una raza extraterrestre que cayó a la tierra por accidente...
Lo dicho: no son malas pero en los números que no salía “Asteroides” las páginas a color las llenaban Altuna o Juan Giménez y la comparación resultaba injusta pero inevitable. Tengan en cuenta que por entonces, Marcelo Pérez tenía apenas 23 años y, a pesar de su gran talento, no podía medirse con semejantes monstruos.
Los tres primeros capítulos de esta serie se publicaron durante el primer año y en el segundo vieron la luz cuatro más. No tengo noticias de que se encuentre reeditado recientemente. (Actualización: En marzo de 2019, la editorial Big Bang de España por fin reeditó esta obra en un álbum de 56 páginas. Así que ya se consigue) (Otra actualización!! Septiembre de 2019. Está en preventa la edición argentina a cargo de Comic.ar con un recoloreado que mejora exponencialmente el impacto visual de la obra original y Guido Barsi la reseña acá)
Algunas evaluaciones finales
El segundo año de “Fierro” logró mantener un nivel de calidad excepcional. Tengan en cuenta que en este periodo, además de las series que acabamos de reseñar, continuaron muchas de las que analizamos en el primer año como “El Sueñero”, “Evaristo”, “Ficcionario” o “El último recreo”. Considérese también que durante todo este segundo año se publicó “Corto Maltés. La casa dorada de Samarcanda” y varias historias cortas de Milo Manara que no reseñamos por no alargar más el artículo con autores extranjeros que son, además, muy conocidos. Sumemos que otros artistas espectaculares como Pablo De Santis, Max Cachimba o Peiró tienen su producción muy dispersa (apenas un par de historietas por año) y todavía no los incluimos en nuestro análisis pero ya tendremos que hacerlo en próximos artículos.
Si evaluamos todo lo anterior, no es disparatado pensar que durante este segundo año, “Fierro” mantuvo su título de “la mejor revista de antologías del mundo”. Es cierto que, como toda antología, algunas series siempre van a ser mejores que otras pero también es cierto que las historias de complemento en “Fierro” son de altísima calidad y las cartas fuertes de la revista, directamente, no tienen comparación posible.
¿Qué pasó después? Se los cuento en el próximo artículo. Espero no tardar tanto en escribirlo.