Las transposiciones de Howard P. Lovecraft son un clásico de nuestra historieta nacional. Sin dudas, el antecedente inevitable y más prestigioso es “Los Mitos de Cthulhu” que dibujara Alberto Breccia sobre adaptación de Norberto Buscaglia entre 1975 y 1979. Otro autor clásico que adaptó muchísimos de los relatos del maestro de Providence es Horacio Lalia. Afortunadamente, hoy, pueden conseguir ambas obras (aunque la publicación de las transposiciones de Lalia todavía no está completa) en la colección Maestros x Maestros de Doedytores.
Pero esto no es todo ni la influencia de Lovecraft se limita a la adaptación de sus relatos. El manantial del horror cósmico ha inspirado la imaginación de los artistas de diversas maneras, dando como resultado relatos basados libremente en ese universo como “Los descendientes” publicado este año por Purple Books o “HPL” de Gustavo Schimpp y Quique Alcatena que apareció en el segundo volumen de “Historieta Revólver”. También habría que destacar “Bestiario” (2017) y “Paisajes y Apariciones” (2019) dos tremendos libros que sacó Zorro Rojo reuniendo las ilustraciones “lovecraftianas” de Alcatena.
Seguramente, esas paradójicas descripciones de lo indescriptible que caracterizan a la literatura del loco de Providence han sido una tentación demasiado grande para los ilustradores que quisieron plasmar en el papel las imágenes que esos relatos despertaban en sus mentes.
No obstante, la que hoy nos convoca es una de las narraciones primerizas que algunos críticos consideran aún demasiado influidas por los autores del siglo XIX y que Lovecraft produjo antes de explotar al máximo la veta del horror cósmico. “Herber West: Reanimador” es un relato de terror que fue publicado en seis entregas (cada una con bastante independencia argumental) en la revista amateur “Home Brew” entre 1921 y 1922. Solo tiempo después, y gracias a la popularidad que el autor logró con su obra posterior, fue rescatada en ediciones que pudieran llegar al gran público.
Volveremos al tema de las adaptaciones locales pero antes
La trama
Herbert West es un joven doctor Frankenstein obsesionado con la idea de devolverle la vida a un cuerpo muerto. De hecho, el primer relato prácticamente reversiona el comienzo de la novela de Mary Shelley hasta el punto de la creación de la criatura. La principal distinción radica en que mientras Frankenstein era un héroe que oscilaba entre el racionalismo y el romanticismo, West es un científico puro y uno, cabría agregar, bastante despreocupado respecto a las implicancias morales de sus experimentos. Esta diferencia en la caracterización de los protagonistas hará que ambas obras (aunque partiendo casi del mismo punto) se vayan alejando cada vez más a medida que avanza la trama. Y es que mientras Frankenstein, agobiado por el peso de la responsabilidad ética, abandonará sus experimentos tras liberar a la criatura; West, consciente de que el método científico está lleno de fallos y ajustes, está dispuesto a llegar siempre un paso más lejos con sus investigaciones.
Otro acierto de Lovecraft consiste en utilizar al ayudante de Herbert como narrador, brindando un contrapunto de voces más interesante que el que ofrecía el diario de Victor Frankenstein. Además, el relato es más breve y dinámico ya que cada capítulo plantea su propio conflicto y resolución (piensen que se publicaba en una revista y el lector tenía que cerrar un mínimo arco argumental en cada entrega) aunque todos forman parte de una estructura mayor que los abarca.
Edu Molina: adaptador
Ya sea que hayan estado ahí para verlo o que les llegara la leyenda de esa gran obra de culto de los noventas, supongo que todos oyeron hablar de “Animal Urbano” de Guillermo Grillo y Eduardo Molina. También me arriesgo a aventurar que la mayoría de los lectores locales le deben haber perdido bastante la pista a la obra más reciente de este gran dibujante porque en 2002, se mudó a México y desde entonces vive, produce y publica allá: adaptó “El Quijote”, “La Iliada”, “Crimen y Castigo” de Dostoievski, “Bartleby, el escribiente” de Melville y creó a su nuevo personaje “El Sombra” del que publicó dos volúmenes con excelentes críticas.

Por estos pagos, lamentablemente, vimos poco de ese material después de la edición de Domus de “Animal Urbano: Asunto Sucio” en 2006. El primer tomo de “El Sombra” publicado por La Duendes en 2013 comenzó a romper ese hiato y Ediciones de la Flor se sumó al año siguiente con su “Lo mejor de Poe”. Ya en 2016, una de sus historias integró el libro “Malvinas: el sur, el mar, el frío” coeditado por las universidades de Río Negro y de Villa María. La obra ganó el premio “Banda Dibujada” pero las características de la edición la hacen bastante difícil de conseguir.
Se agradece, por lo tanto, la iniciativa de Historieteca de publicar una obra inédita de un autor de semejante prestigio y talento, poniéndolo al alcance del circuito habitual de comiquerías.
La desafortunada coincidencia y la odiosa comparación.
¿Se acuerdan que empezamos hablando de las transposiciones locales de Lovecraft y que les dije que volvería sobre el tema? Ocurre que, voluntariamente, dejé de lado una de ellas: “Herber West: Carne Fresca” de Luciano Saracino y Rodrigo López que publicara Utopía hace un año.
¿O sea que hace apenas un año se publicó en Argentina otra adaptación de este mismo texto? Sí, y yo agregaría que fue una excelente adaptación. De hecho, Francisco Policastro dijo en aquel momento:
“Es una compra segura. Una adaptación de uno de los escritores más influyentes de la historia, realizada por un guionista plenamente consciente del alcance y las posibilidades de cada medio y un dibujante en estado de gracia.”
Evidentemente, que haya sendas versiones del mismo texto y que ambas hayan coincidido aproximadamente en un mismo momento, no afecta al valor intrínseco de ninguna de las obras ya que las dos son totalmente independientes (recordemos el caso de El Petiso Orejudo). No obstante, es innegable que desde el punto de vista editorial, poner dos libros casi con el mismo título en las bateas es una apuesta arriesgada. Y uno se pregunta: En un mercado tan chico, con tanto material sin publicar ¿Era necesario correr ese riesgo?
Como no me gusta quedarme con la duda, se lo pregunté a Marcelo Pulido, editor de Historieteca y él me contestó:
“Creo que la respuesta está en el laburo de Edu”
Y es verdad, así que pasamos a analizar...
El laburo de Edu
¡Es una aplanadora! No solo sigue intacta la vieja magia de los tiempos de “Animal Urbano” sino que se notan los años de laburo en ilustración y publicidad en algunas viñetas tan perfectas que uno las quisiera ampliar y enmarcar.

La verdad es que terminé rápido de leer el libro (porque la narración te empuja hacia adelante) y volví a la primera página para observar mejor cada dibujo. Es que el despliegue de recursos técnicos es una locura (digno de un alumno del Viejo Breccia). Hay una pincelada negra llena de fuerza, expresión y dinamismo pero también un trabajo increíble con tramas mecánicas que juega con las posibilidades y límites del material como poquísimas veces he visto. Además hay aguadas y salpicadura y tinta blanca y una veladura que supongo digital... y cosas que sinceramente no estoy seguro de con qué técnica están logradas. Todo eso genera una profundidad de capas en cada dibujo en las que es realmente un placer detenerse.
Desde el punto de vista narrativo, yo diferenciaría dos momentos. Hay partes en las que la prosa barroca de Lovecraft parece sujetar demasiado al dibujo quitándole un poco de fluidez. En otras partes, en cambio, Edu se suelta y deja que el dibujo tome las riendas o mejor dicho... las suelte y todo se descontrole un poco. De más está decir que esas fueron mis páginas favoritas del libro.
En conclusión: un libro totalmente recomendable que además de sus virtudes más que notables tiene el valor agregado de volver a acercarme a un tremendo autor del que en los últimos años pude leer muchas menos páginas de las que me gustarían.