Hace un par de meses, Capitán Ediciones hizo un contundente anuncio donde solo basto un fondo rojo y los créditos de un par de autores para emocionarnos al máximo. Casi parecía la propaganda de un político en año de elecciones pero, por suerte, no lo era. Se trataba de la noticia del regreso de uno de los últimos grandes héroes argentinos que vio la historieta en los inicios de la década del doble cero, junto al Animal Urbano de Guillo-Molina y Mikilo de Curci-Basile-Coggiola. Eran años difíciles para el mercado local no solo por la crisis económica sino también por la pérdida de lectores y la entrada a mansalva de material importada. El Caballero Rojo regresó junto al equipo original: Toni Torres en guion, Mariano Navarro en dibujos y Hernán Cabrera en colores y letreado.
Para los más jóvenes, y aquellos que no desean hacer una búsqueda en Google, el personaje nació en las páginas de la revista Comiqueando. Cuando juntó bastante público pasó a tener su propia comic-book desde 1997 hasta el 2000, donde un cambio de editorial no lo salvó de la crisis económica. En el 2007 hubo un regreso parcial gracias a esa hermosa casa editorial llamada Domus, que publicó el tomo Orígenes, un spin-off en la revista Escuela de Superheroes y un intentó de reedición que quedó en el camino con el cierre de la editorial. Después hubo varias apariciones del personaje como invitado en la serie Antología de Superheroes de Universo Retro. Finalmente, tenemos entre manos un libro que retoma la historia dejada en el arco argumental original publicado en las revistas propias del superhéroe.
El libro abre con un breve repaso de lo sucedido anteriormente para luego informarnos del regreso de Rafael (el nombre de civil del protagonista) a nuestro país, donde se encuentra con todo lo que dejó en pausa al irse a España. El guion toma un tono melancólico y profundo sobre esto, no lo hace a la ligera y genera una catarsis en la que por momentos no sabemos si es el personaje o el guionista hablando. Ya en pocas páginas nos ponemos en la piel de él al igual que lo hacíamos en aquellas entregas iniciales.
El guion es sutil, tiene un buen ritmo donde no aburre con demasiados detalles ya conocidos para los lectores de antaño pero necesarios para los nuevos, que además le servirán para armar el ambiente de futuras historias. Torres sabe manejar los tiempos y se detiene en los momentos justos para desarrollar escenas que aporten a la historia y abran el juego, solo se apura cuando debe hacerlo. Aunque no está libre de pecados, hay algunos encuentros que se sienten muy forzados, aunque se intenta justificarlos invocando al azar. El punto más flojo es en el malo de turno. Aunque la historia desarrollada no es mala y funciona bien para consolidar el regreso, la paciencia y habilidad que el guionista mostró en todo el libro no está presente en el desenlace de este personaje. Se hace todo muy rápido, apretado y demasiado forzado con una explicación fuera de tono. No perjudica a la historia pero no aporta el suspenso que debería.

Mariano Navarro es un monstruo, demuestra una habilidad increíble para salir bien parado de cualquier situación. Aunque el guion le exija una cantidad excesiva de cuadros por página o demasiado texto, no hay nada que no pueda resolver bien. Incluso si las páginas tienen mucho texto, se las arregla para incluir muy bien una escena de acción, todo lo hace bien. El diseño de los personajes es perfecto, todo conserva el estilo que él mismo le dio hace ya varios años a esta serie. Es un placer ver la fluidez de este artista, sea en escenas donde se puede explayar como en aquellas donde se lo siente más apretado con una cantidad de texto que no debería dejarlo respirar, se las arreglar para dar todo. Con un estilo de dibujo muy similar a las primeras apariciones del personaje, se lo ve más suelto, liviano, un ejecutor impecable. El color de Hernán acompaña muy bien, no opaca para nada el arte de Navarro, sino que lo refuerza, deja que el maestro haga lo suyo y aporta muy bien desde su lado.

Terminando el tomo tenemos una historia complementaria, al igual que en las revistas de antaño, donde un artista invitado tomaba la posta para contar algo extra a la historia del Caballero Rojo (y alivianar la tarea de Navarro). En este caso, Laino nos cuenta la historia del Caballero Rojo brasilero (Cavaleiro Vermelho). Una historia que no aporta nada a lo que veníamos leyendo y donde se pierde mucho la frescura con la que había arrancado el libro. No hay un argumento necesario y se nota mucho, ni siquiera hay algo para contar que no hayamos visto otras veces con otros personajes y otros autores. El arte cumple a pesar de varios defectos o limitaciones del artista, apoyado en un correcto color, que se adapta bien a un estilo de dibujo muy distinto al de Navarro. El guion pierde la narrativa entretenida lograda en las páginas anteriores y da un trabajo casi fuera de época con personajes, diálogos y lugares demasiados comunes. No se justifica la inclusión de esta historia en el libro.
Caballero Rojo: Volver es un regreso contundente, demuestra que a pesar del tiempo transcurrido los autores están más que listos para seguir contando historias del encapuchado.
Al comienzo del libro se citan varios temas musicales sobre volver, pero el que mejor le sienta a este libro, y que no está, es el tema "Vuelve el Tango" de La Guardia Hereje que decía algo así:
"Alguien lo dio por muerto, ¡qué locura!, si era siesta, nomás, la que dormía"