Historieta Argentina

Los rescatadores de la historieta argentina

El rescate editorial contado por sus propios protagonistas.

Rescatadores de historieta argentina

¿Qué consideramos un “rescate” cuando hablamos de historieta argentina? ¿Qué lo diferencia de una simple reedición? ¿Cómo se hace? ¿Qué función cumple? ¿Cuántos años tienen que pasar desde la edición original para que la reedición se considere un rescate? ¿Por qué hay cosas que nunca se reeditan? ¿Todo puede y merece ser rescatado? ¿Qué pasa cuando no hay originales para trabajar? ¿Es válido restaurar y corregir errores de publicaciones antiguas? ¿O son preferibles las ediciones fascimilares?

Desde que la antigüedad de la historieta argentina permitió tener un reservorio de obras disponibles, fueron comunes las reediciones de material. No obstante, las primeras prácticas editoriales más bien buscaban disimular la reutilización de páginas que muchas veces se reciclaban sin ninguna referencia a la edición original. El concepto de “rescate” como el de un trabajo editorial que vuelve a poner a disposición de los lectores un material valioso pero muy difícil de conseguir, es bastante posterior. Pienso, por ejemplo, en las reediciones de El Eternauta que realizó la editorial Récord en los setenta, los dos famosos recopilatorios con el Nippur de Robin Wood y Lucho Olivera que realizara Columba a principios de los ochenta, o el primer Libro de Fierro que recopilaba historietas de HGO.

Ya en nuestro siglo, con el reconocimiento académico y el prestigio cultural de la historieta en constante ascenso, el rescate editorial se volvió una práctica frecuente. De hecho, esta es la tercera nota que publico sobre la temática tras El Rescate de Columba (2019) y El Rescate de Récord (2020). Esta tercera nota viene a completar las anteriores porque quedaron desactualizadas respecto a las ediciones posteriores y porque también se reeditan obras que no pertenecían a esas dos grandes empresas.
Sin embargo, la principal diferencia respecto de los artículos anteriores es el cambio de perspectiva porque acá, decidí correrme al lugar de mero presentador y dejar que del tema hablen los que saben: los editores que cada año invierten su tiempo y sus ahorros en estos proyectos. 
Los textos que leerán a continuación dialogan y a veces polemizan entre sí. Tal vez no respondan a todas las preguntas que planteamos al principio pero, sin dudas, nos dejarán un panorama mucho más claro e informado sobre el rescate de historieta argentina y el trabajo necesario para realizarlo.

Marcelo Pulido

Editor de Historieteca

Marcelo Pulido

Yo no soy el más indicado porque no tengo tantos rescates. Tal vez podría hablarte desde la negativa y desde los impedimentos que encuentro para editar este tipo de libros.

En el caso de los pocos rescates que hice que fueron Custer y Light & Bold (ambos de Carlos Trillo y Jordi Bernet) y uno coeditado con Doeyo que es Ciudad de Ricardo Barreiro y Juan Giménez, no era tan difícil porque se contaba con los archivos ya que esos libros habían tenido ediciones europeas. Así que ya de primera contás con material en alta calidad. Eso no pasa con otros rescates que uno quisiera hacer donde la primera dificultad es contar con originales o con archivos. Eso marca la principal diferencia respecto a cualquier historieta nueva que quieras publicar

Por eso, cosas como la Colección ReLecturas (Bolita, Malandras, Putrefacción, El Campito), yo no sé si lo consideraría rescate sino, quizás, reedición. Como sabés, la intención de la colección, y de ahí viene su nombre, es dar la posibilidad de releer material que se publicó recientemente en otro lado. Y al tratarse de material de edición reciente, es mucho más fácil porque es como publicar una historieta nueva. Hablando técnicamente, mientras vos cuentes con los archivos, no tenés los problemas que implica un rescate.
Sí, te habilita la posibilidad de trabajar sobre la historieta en el caso de que los autores quieran. Tal es así que Malandras salió con dos capítulos inéditos hechos para el libro y se quitó un capítulo de la continuidad de la historieta que se puso como extra. Esa fue una decisión de los autores y tenía una explicación bastante lógica relacionada con el momento de producción. Ahora, Tacuara va a tener un capítulo completamente redibujado por Dante Ginevra que no estaba conforme con su laburo de ese momento. Eso también tiene que ver con el momento de producción, con los tiempos de entrega y la cantidad de trabajo que tiene el dibujante. Así que aprovechando la edición del libro, redibujó un capítulo completo y quedó espectacular.

Ahora, volviendo al tema de los rescates, yo tengo cuatro o cinco proyectos (de cuyos títulos voy a hacer reserva hasta que el proceso de producción esté mucho más avanzado) e iba a largar con alguno el año pasado. Después, con los aumentos del papel y de la imprenta, se hizo imposible mantener la producción que tenía prevista. Imaginate una que tiene costos añadidos como son estos rescates.

Porque si vos querés publicar una serie de Columba, como, por ejemplo, está haciendo Doeyo con Gilgamesh, necesitás primero un coleccionista que tenga todos los números que necesitás de esa serie y que te permita acceder al material. Ponele que eso esté. Necesitás que esa colección esté en buen estado y no siempre lo está. Puede haber páginas rotas, muy amarillentas, muy deterioradas o puede estar mal impreso directamente en la publicación original. En todos los casos, para hacer un buen libro, necesitás trabajar sobre ese material.
Necesitás alguien que lo escanee en buena calidad y una vez que todo el material está digitalizado, hay que empatar todo ese material, todo eso son horas de laburo que tenés que sumar al costo del libro. En el caso de Columba tenés que sacar ese color choto para publicarlo en blanco y negro y después tenés que ir a corregir: los pedacitos de dibujo que faltan porque estaba mal impreso o porque había una hoja rota y no conseguiste otro ejemplar en mejores condiciones. Después hay que letrear porque el letreado de Columba no sirve.
O sea que tenés todo un costo que no tenés con cualquier libro nuevo y, por supuesto, nadie te garantiza que se vaya a vender. 

Javier Hildebrandt

Uno de los editores de Hotel de las Ideas y diseñador de infinidad de libros dentro y fuera de esa editorial

Javier Hildebrandt

Con Hotel editamos varios rescates editoriales. Por un lado, los libros de Carlos Nine: El Patito Saubón, Crímenes y Castigos y el integral con los dos tomos de Fantagás. El primero que sacamos con la editorial fue Sudor Sudaca de Muñoz y Sampayo, después tenemos Cordoba Blues de Peiró, Drácula, Dracul, Vlad... ¡bah! de Alberto Breccia y Evaristo de Carlos Sampayo y Solano López

En general, en todos los casos trabajamos con archivos que nos envían que pueden venir de los propios autores, de herederos o de otras fuentes. También puede ser que nos pasen versiones impresas. Esto con la excepción de Evaristo porque ahí yo trabajé en la digitalización de los originales para la edición francesa que sacó iLatina en 2019. En algunos capítulos trabajé con impresos porque los originales se habían perdido pero ese fue el único caso en el que nosotros trabajamos directamente con originales del autor.

En los trabajos que son a color como Fantagás o el Drácula de Breccia a veces se observan diferencias bastante pronunciadas entre un capítulo y otro o incluso entre una página y otra. Ahí hacemos un trabajo de corrección de color para tratar de uniformar todas las páginas y que quede un libro homogéneo. Después pasamos a los textos que como suelen estar escritos a mano por los propios autores, requieren hacer un trabajo para que en el archivo queden solamente en negro en vez del color compuesto por los cuatro colores. Eso favorece el registro y hace que los textos se vean mejor. Y ahí viene el trabajo de corrección que, a veces, puede ser bastante arduo porque corregir sobre una letra manuscrita siempre es difícil.

Ese es básicamente el trabajo que hacemos cuando nos toca editar este tipo de material.

Ernesto Parrilla

Colaborador y community manager de Loco Rabia

Ernesto Parrilla

En Loco Rabia, el interés por rescatar obras de autores nacionales publicadas en el exterior o bien en Argentina, pero hace muchísimo tiempo, está siempre latente. Ante todo porque somos lectores y de alguna manera esas obras nos atraparon, nos enamoraron y nuestro deseo es poder compartirlas con la mayor cantidad de personas posibles.

Estos libros representan un trabajo a veces exhaustivo. Ya sea corrigiendo escaneos, rotulando cada página o gestionando los derechos que en muchos casos son administrados desde el exterior. Todas esas cosas demandan tiempo.

De quién más hemos editado obras “rescate”, es de Quique Alcatena, principalmente en la maravillosa dupla que hace con Eduardo Mazzitelli. Acero Líquido (que ha tenido cinco ediciones), Hexmoor (dos ediciones), Shankar (en dos tomos, con dos ediciones cada uno), Rakshassas y Kinnara, Los Jinetes y la Noche 1002, 1003, 1003 y Nuggu y los cuatro que había sido recuperado por Belerofonte para el mercado uruguayo y que nosotros publicamos junto con La niña de sal. De Quique, también editamos Wampum & Wigwams, cuyas historias fueron escritas por Gustavo Schimpp.
Siempre es un placer editar a estos autores. Afortunadamente, Quique tiene el material, por lo que si es necesaria una nueva digitalización del mismo, es accesible. En el caso de los trabajos de la dupla Alcatena / Mazzitelli, siempre editamos en conjunto con Grupo Belerofonte, de Rodolfo Santullo. Wampum, por su parte, fue fruto de la colaboración con Milenario Ediciones.

También nos hemos podido dar la satisfacción de publicar a Carlos Trillo, con obras cumbres de su magnífica trayectoria: En el caso de Basura, la serie que hizo con Juan Giménez en los ochenta, apostamos por editar la versión que rehizo para Fierro, sin color. Muchas veces nos planteamos la posibilidad de conseguir los derechos de la versión a color, pero siempre llegamos a la conclusión de que la que elegimos, es la que más nos gusta.

Publicamos Viejos canallas, la secuela de los Spaghetti Bros, con dibujos de Cacho Mandrafina y de la misma dupla recientemente editamos, juntos, Cosecha verde + El Iguana. De esta última historia, no existía edición nacional. Afortunadamente, pudimos conseguir los derechos y lo editamos en conjunto con Editions ILatina (de Thomas Dassance) en Francia.

Alvar Mayor, de Trillo y Enrique Breccia, fue también un sueño hecho realidad. Es una de las historietas favoritas de la vida de Marcos Vergara y cuando se firmó el contrato, la felicidad fue plena. Aquí hubo un gran trabajo para restaurar algunas páginas, ya que el escaneo había desdibujado algunos títulos hechos a mano por Enrique. Para estos libros contamos con la invaluable ayuda de Javi Hildebrandt. La edición cuenta con dos dibujos inéditos de Enrique Breccia, para la portada de los primeros dos tomos, mientras que la del tercero fue un diseño de Marcos. Aquí se respetó el orden cronológico de realización de los capítulos lo que puede verse en la firma al final de cada uno, donde Enrique dejaba estampada la fecha de finalización. Esto es importante remarcarlo, porque el orden de publicación en Skorpio, fue diferente.
En estos tres tomos están las 57 historias, por lo que es una edición integral de esta enorme obra en la que trabajamos codo a codo con 2D Ediciones.

En Cadáver Exquisito de Luis Scafati, hay varios rescates y uno en particular: las tiras de humor gráfico que salieron en Clarín, hace varias décadas (en ese entonces, firmaba como Fati), de su personaje “Rocamadour”, nombre que tomó de Rayuela, de Julio Cortázar.

Un rescate difícil de explicar en pocas palabras es San Martín por Breccia, porque en realidad no hay un rescate de una historieta hecha previamente, sino que hay una tarea de rompecabezas histórico comandado por Toni Torres que recopiló a lo largo de muchos años, cientos de ilustraciones de Alberto Breccia en suplementos infantiles, revistas y cuadernos escolares, publicadas en los 60, y con ese material en sus manos, pergeñó un guión para contar la vida del Gral. San Martín y de la historia argentina durante ese lapso. Aquí la labor editorial fue también enorme. Desde la maquetación de cada página, la organización de cada viñeta en la caja, acomodar los diálogos (tengamos en cuenta que ningún dibujo de Breccia contemplaba la inserción de globos o cajas de textos), tomar la decisión de qué parte del dibujo sacrificar en cada caso para darle paso a las palabras… fue un trabajó que demandó muchísimo tiempo y varias personas, desde la corrección, la rotulación, la diagramación, y algo fundamental: la edición digital de cada una de las ilustraciones, no solo para transformarlas en viñetas, sino para darle a todas una uniformidad.

Las obras de Alberto Saichann también fueron un sueño cumplido. En este caso, Alejandro Farias tenía muy presente su obra y se encargó de ubicarlo, de comentarle la idea, y posteriormente se escanearon varias historias y se concretó, en primer término, el tomo Saichann: La Flor / Bacteria / Bronx y, unos años después, Rio Kid y el Príncipe de las tinieblas. Un tremendo dibujante como Saichann debía tener ediciones nacionales de parte de su trabajo, sin dudas.

Gladiador y Planeta Jungla (también en conjunto con la uruguaya Belerofonte) nos permitieron poder publicar a otros dos grandes de la historieta argentina: Oscar Capristo y Ricardo Ferrari. Estas obras rescatan material originalmente publicado por la ex Eura Editoriale. Fueron de los primeros trabajos de rescate que publicamos en Loco Rabia, junto a Acero Líquido. Advertimos entonces, lo bien recibidos que fueron estos libros y la necesidad que había de parte del público lector de acceder a esas obras, prácticamente inalcanzables de otra manera.

También rescatamos trabajos de Horacio Lalia, por un lado The HellTrekkers, publicada originalmente en 2000 A.D. en los años ochenta y que tiene como guionistas nada menos que a Alan Grant y John Wagner, los principales autores de Judge Dredd. Y por el otro, Inspector Bull, con guiones de Carlos Albiac, en una edición que por primera vez reunía en castellano todos los capítulos que habían sido realizados para Italia, entre 1989 y 1990.

Otro gusto enorme fue publicar Las tierras del oso, por lo que representa Carlos Vogt y porque nos vuela la cabeza su trabajo. Gracias a este libro, pudimos conocerlo, tener sus originales, escanearlos y publicar un libro hermoso, que rescata una veintena de historias editadas originalmente entre 2010 a 2013 en la italiana Aurea.

Y aunque no lo parezca, también es un rescate Ladrones y Mazmorras de Rodolfo Santullo y Jok, porque es una obra publicada originalmente en el Reino Unido, en una plataforma paga, como lo es Aces Weekly (de David Lloyd) y que de otra manera, el público local no la hubiese podido conocer. 

José María Gutiérrez

Director del Centro de Historietas y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno que, recientemente editó Las Aventuras del Negro Raúl

La reedición de historieta antigua no entraña solamente la intención de poner en circulación hoy obras y autores inaccesibles fuera del ámbito de la biblioteca y el archivo. Sobre el patrimonio historietístico argentino ese acto es de exhumación, extrayendo del olvido para recomponer el relato histórico y que esas obras establezcan un diálogo con la creación presente, algo que verificamos en el caso de los Estados Unidos, donde todo aficionado y profesional conoce muy bien sus orígenes, sabe quién y qué papel juegan Herriman, King, McCay, McManus, Opper, y sus aportes son explorados, dialogan y se prolongan en los trabajos de autores contemporáneos, de Spiegelman a Ware, por nombrar los muy explícitos. 

Aquí se han extraviado, y esa recuperación es el centro de nuestro trabajo.

Ahora, traer aquellas obras sin recomponer su contexto de publicación no las repone. Del mismo modo que redactar la biografía de un historietista a partir de la cronología de sus datos vitales obvios (nacimiento, estudios, viajes) sin ponerlo en el contexto de lo que se publicaba entonces, en cada momento que dio a conocer una nueva obra, y a vincular a ésta con el contexto cultural, político, social que la nutrió y le dio sentidos, no aporta demasiado para conocerlo y valorarlo en su justa medida. Una “puesta en valor” implica exponer la obra recreando las circunstancias técnicas, para ofrecer la sensorialidad de la lectura original. En esta recuperación de las primeras historietas argentinas vamos aprendiendo que en la tarea de restauración de imágenes que siempre nacen de un impreso antiguo, muchas veces en estados muy delicados de conservación, a través de herramientas poderosas como la digitalización, implica riesgos. Por ejemplo, el de procesar en la limpieza y recomposición de líneas y tramas hasta generar una nueva edición que falsea el impreso original. El impreso de 1916 tenía una mugre, ruidos, fueras de registro, accidentes y deficiencias que componían la historieta que se leyó entonces. Tendemos ahora a procurar papeles color hueso, o a que imprima en colores que recreen aquellos papeles sobre los que aparecían esas historietas. Es muy complicado porque no hay experiencia y estamos supeditados a condiciones de edición acotadas por presupuestos y labores limitadas.

En Las Aventuras del Negro Raúl decidimos publicar en las mismas dimensiones de la edición original y a recrear las orlas y todo el aparato visual de la revista El Hogar de 1916. Creo que fue un acierto, y las deficiencias y errores que le encuentro son resultado de la manipulación actual a nivel imprenta. El trabajo de recuperación de imágenes lo hizo Federico Mutinelli, quien estudia los grandes modelos de recuperación de historieta antigua que se hacen en los centros editoriales del mundo.

Todos los documentos originales que reproducimos como anexo (fotografías, dibujos, manuscritos) los tomamos con cámara fotográfica, para capturar y reproducir también los estados actuales de los soportes, del papel, su materialidad, exponer también el paso del tiempo, el uso, la manipulación de los lectores, que forma parte de esos documentos, de su genealogía y su trayectoria vital. En ello la digitalización no nos sirve.

El término “rescate” no es el más feliz, ya que implica la recuperación de algo que estaba en poder ajeno. Estas obras están en nuestro poder, las conservamos en nuestros grandes reservorios. Resulta una ironía que hoy, en un premio que suele celebrar su entrega en la Biblioteca Nacional, para las ediciones de 2022 haya excluido de su rubro “rescate editorial” nuestra edición de la primera serie de historietas argentina que trae además la primera biografía de su autor, el seminal Arturo Lanteri. Te guste o no su calidad de edición, es un verdadero acontecimiento que excede lo editorial, es cultural. Esta exclusión habla de una molicie intelectual autodespreciativa, de una equívoca acepción de la recuperación del patrimonio cultural, y de una obcecada negación a reconocer el linaje de nuestra historieta en la verdadera dimensión que tuvo y que no es sólo una cosa de culto autocomplaciente del pasado tal vez glorioso sino de la conciencia de la entidad real de una de las producciones más ricas e inexploradas a nivel mundial, que verifico, a veces es más apreciada por los expertos extranjeros que por los compatriotas. En todo caso es más interesante pensar el “rescate” como una forma de redención, y no es la de aquellas historietas ni de esos creadores y editores, sino la de nosotros mismos con nuestras raíces y brotes.

Tomás Coggiola

Diseñador y editor de Comic.Ar

Tomás Coggiola

La tarea de rescatar algún material comienza por la elección de aquello que en algún momento fue publicado y hoy no se puede conseguir, no tuvo una buena publicación o fue recopilado/rescatado en el extranjero pero nunca en el país.

Cada libro que publiqué tuvo sus vaivenes, algunos más fáciles otros más complicados:

Por ejemplo, en Cuestión de tiempo, el material fue proporcionado por Juan Giménez, escaneado y remasterizado por él mismo, un lujo laburar con ese material, las diferencias con las publicaciones anteriores del mismo material son más que notables. El trabajo ahí fue de diseño y reletreado y una adaptación de los textos que hablaban de "tú" a "vos".

Lo mismo ocurrió con Asteroides, los originales ya fueron proporcionados por Marcelo Pérez en un estado impecable y con dos de las historietas más largas originalmente publicadas en blanco y negro, en colores. Ahí hubo un poco más de trabajo en el letreado y por supuesto el diseño, pero no más que eso.

En el caso de Bárbara, al no contar con originales, hubo que recurrir a publicaciones existentes, escanear lo mejor que se encontró y retocar, ya que muchas páginas sufrían la mala impresión de la época. Negros muy agrisados, manchas y demás defectos. Al ser una cantidad de páginas considerable fue un gran trabajo. Las ilustraciones de tapa y contratapa fueron recoloreadas respetando el color original, se reletreó todo y, como siempre, se realizó el trabajo del diseño de los libros.

Muy interesante resultó el trabajo de Animal Urbano. Acá contamos con muchos de los originales para escanear nuevamente y en los casos en los que no contábamos con originales usamos unas fotocopias en muy buen estado que nos proporcionaron los autores. En esta oportunidad hice un trabajo muy fino de retoque de las páginas para las ilustraciones que no llegaban al corte o algunos globos que había que mover de lugar por cuestión de espacio para el texto. Hay que tener en cuenta que muchas de las letras se dibujaban en los originales o en las fotocopias. Se hizo el trabajo de diseño de los libros, donde hay que remarcar que contamos con nuevas portadas hechas especialmente por Edu Molina para las ediciones, lo que le da más unidad a la edición de los tres tomos del integral.

En el proyecto de Elvisman, contábamos con archivos en una calidad bastante buena, eran los mismos que se habían utilizado para la publicación en revista. Sólo faltaba uno de los episodios que se recuperó, en parte, de unas copias que tenía Juan Ferreyra y, en parte, el mismo Juan volvió a entintar las páginas faltantes. El resto del trabajo consistió en retocar las páginas para que los fondos llegaran al corte del libro o para completar arte faltante a causa de algún globo con más o menos texto de lo que debería. Nuevamente como en el caso de Animal, estos originales tenían los globos dibujados y muchas veces el tamaño de la tipografía utilizada en el momento de la publicación no era igual a la que elegimos o utilizamos hoy. El diseño de la tapa ya estaba hecho ya que Elvisman fue el primero de los libros anunciados para hacer volver a la editorial Llanto de Mudo. A causa de la pandemia el proyecto quedó trunco y en 2021 lo retomamos desde Comic.ar Ediciones

Respecto a la publicación de Mikilo, considero que al ser los mismos autores los que lo recopilamos no se trata de un "rescate", más bien de una recopilación o reedición. Pero para el caso el trabajo fue muy parecido a lo que se hizo con Animal Urbano, con la excepción de que el material ya lo teníamos y conocíamos muy bien. Salvo algunas de las historietas, casi todo estaba en originales y lo que no estaba, había archivos escaneados en muy buena calidad. El resto fue reletrear y diseñar los tomos. En este punto puedo destacar la decisión de publicar todo el material como fue publicado originalmente, lo que estaba en color y lo que estaba en blanco y negro.

Otro que es difícil de catalogar como rescate es Dobles, ya que originalmente fueron tiras del diario Tiempo Argentino, pero ahí el dibujante, Fernando Baldó, hizo un laburo de remontaje para pasar la historia de páginas a tiras y cerrar el libro como una historia única, así casi ni te das cuenta que la historieta tuvo un formato anterior, incluso tiene la última página agregada para lograr un cierre.

Javier Doeyo

Editor de Doedytores (la editorial con más rescates de la historieta argentina, aunque él diga otra cosa)

Javier Doeyo

En relación al tema de los rescates, tengo cierta distancia con el concepto. No digo que esté mal pero me parece que le queda grande el término a ciertas obras. Me parece que agarrar historietas que salieron desperdigadas en una revista —o en varias— y juntarlas todas en un tomo no es rescatar nada. Juntar los diez capítulos de Marco Mono y acomodarlos para que genere la impresión de que empieza en uno y termina en otro, por más que haya salido en la década del ochenta y en tres revistas diferentes, no me parece la gran cosa. Lo mismo con cualquier título que haya salido en la Fierro de los ochenta, o inclusive en la Hora Cero.
Por ahí, me cabe adjudicarle el título de “rescate” al armar una obra con una historieta rara, que salió mal publicada o que le falta una parte.
Revisando nuestro fondo de catálogo, considero que los libros que alcanzan esa categoría son los menos, y yo destacaría tres:

La primera edición que hicimos de Platos Voladores al Ataque de Oesterheld y Breccia en el año 2002. En ese caso, hicimos la novela gráfica por un lado para que se pueda leer la historia y además el set de figuritas facsimilar. La idea de ese publicación fue de Hernán Ostuni y fue un gran esfuerzo y un quilombo juntar las figuritas porque ni siquiera se pegaban en un álbum y poquísima gente las conservó sueltas. Nunca llegábamos a conseguirlas todas.
Por suerte Hernán había ido al colegio con Rafael Bitrán que es un famoso coleccionista de figuritas y... ¡él las tenía todas! Rafael se avino a trasladarse con una carpeta con todas las figuritas hasta el estudio de uno de mis hermanos donde realizamos el escaneado. Gracias a eso, no solo tuvimos el set completo sino también varias copias de la misma, con lo que pudimos elegir la que estaba en mejores condiciones para digitalizar.
Creo que fue de lo mejor que hicimos nosotros. De hecho, me ocupé de buscar una cartulina que fuera similar a la original, que tuviera la misma tonalidad, tratamos de copiar los colores en el proceso de impresión. Había dibujos que tenían algún defecto, les faltaba un filete o tenían algún fuera de registro, y no los corregimos para que la edición mantuviera la máxima fidelidad respecto del material original.

En segundo lugar, sin lugar a dudas, Latinoamérica y el Imperialismo, la historieta de Oesterheld y Leopoldo Durañona que salió en El Descamisado. Esa fue una idea de Juan Manuel Viniegra, un amigo, compañero de la carrera de edición que también había estudiado historia. Él había sido de la JP y conocía la historieta. Yo, por supuesto, no tenía ningún Descamisado pero cuando me mostró las que él tenía, me pareció interesantísimo.
Ahí nos pusimos a juntar Descamisados, compramos algunos en San Telmo a precios siderales pero no llegábamos a reunirlas todas. Juan Manuel lo contactó a Roberto Baschetti, un profesor de historia que en ese momento trabajaba en la Biblioteca Nacional y nos confirmó que allá las tenían. Por supuesto que no se podían sacar, así que tuvimos que ir con la computadora y el escáner. Fue todo un protocolo, nos tuvieron que sellar los dispositivos para que después pudiéramos volver a sacarlos, nos prestaron una sala y tuvimos que escanear las páginas en partes porque El Descamisado era más grande que el escáner que teníamos.
Sanyú nos ayudó mucho con la parte de procesar las imágenes, porque la publicación original tenían una calidad de mierda. Algunos números estaban impresos en papel de diario alisado. Esas eran las de mejor calidad pero otras tenían un papel re berreta y estaban impresas como el orto. Después hubo que re-letrear toda la historieta.
También había unas cartas de Norberto Galasso que contenían ciertas críticas a alguna historieta en particular y las incluímos en el medio del libro, con el descargo de Oesterheld que se habían publicado en el siguiente Descamisado

Y, finalmente, Lucas Varela diseñó una muy linda tapa.
Ese sí fue un laburo precioso y nos dio muchísimo orgullo publicarlo.

Y el tercero que yo destacaría es La guerra de los antartes (nota del editor: se refiere a la versión original con guiones de Oesterheld y dibujos de León Napoo, publicada originalmente en la revista 2001 entre 1970 y 1971). Esa fue una idea de Felipe Ávila y a mí me gustó mucho. Me cautivó el dibujo de la obra, con ese estilo que mezclaba la ilustración publicitaria con Jorge de la Vega y el arte del Di Tella. El guion era extraordinario y en cierta medida, muy anticipatorio. Era un delirio, por supuesto, pero era extraordinario.
El tema es que en la revista 2001 había salido mal publicada, con algunos errores en el orden de las páginas y algo que parecía inexplicable: el último capítulo era una locura totalmente confusa. Había un salto entre el anteúltimo y el último pero después de ese salto que no se sabía cómo había pasado, ya no se entendía nada.
Ahí entra en juego Mariano Chinelli. Buscando textos para un libro de cuentos de Oesterheld que compiló para la editorial Planeta, él encuentra once guiones mientras que de la historieta se habían publicado solo diez capítulos. Ocurrió que de los dos últimos guiones se había producido un solo capítulo pero cortando y mezclando las páginas con tan poco criterio que, finalmente, el resultado quedó incomprensible.
Nunca pudimos dilucidar si en ese recorte intervino la mano de los autores o si se dibujaron los dos y la editorial los convirtió en uno. Para mí esta segunda hipótesis es la más probable porque si lo hubieran hecho los autores, incluso si don León solo hubiera tenido que elegir cuáles páginas dibujar y cuáles no, se hubiera entendido más. Para mí esa fue una cosa bastante chota que se mandó la editorial.
Para tratar de reponer esas páginas faltantes y que nunca habían sido publicadas (si es que llegaron a dibujarse) yo lo fui a ver a León a París y le tiré distintas alternativas. Primero le dije si las quería volver a dibujar y me sacó re-cagando. Después le pregunté si podíamos poner a alguien que le imitara el estilo y me sacó re-cagando de nuevo (risas). No quería saber nada el tipo.
Al final se resolvió como se ve en la publicación (otra nota del editor: los últimos dos capítulos intercalan las páginas dibujadas con los guiones de las páginas faltantes ilustrados con imágenes tomadas de otras partes de la obra) que me parece que está muy bien. Ese fue un arduo trabajo editorial nuestro que supervisó Fernando García, sin cuya intervención, tampoco se hubiera entendido nada! (risas)

Insisto esas son, para mí y según mi criterio, las obras de nuestro catálogo que considero verdaderos rescates. Lo otro es el trabajo que uno tiene que hacer como editor... como cuando le inventamos un final a Nadie con Trillo. Por ejemplo, lo que hacemos con Gilgamesh que es un proyecto importantísimo en el que interviene mucha gente, pero que en verdad tampoco es un rescate. No es más que ordenar un poco esa obra. No es posible comprarse todas las D'Artagnan así que nos las presta Toni Torres que es la persona que tiene más revistas de todo el mundo (risas).

Yo cerraría diciendo lo siguiente: Para mí como editor es mucho más divertido hacer rescates como estos tres que te nombré, que publicar, por ejemplo, 4 Segundos, El Condenado o El Eternauta, donde ya está todo hecho y solamente tengo que poner la tapa, luego todas las páginas en orden y ya está. Cuando hay algo que es una rareza o que simplemente no es una historieta —como la colección de figuritas— y lográs convertirlo en una obra... ahí sí hay un trabajo que a mí me resulta interesante de hacer. A mí me divierte hacer esas cosas.

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Escrito por:
Facundo Vazquez
Guía su vida por el bushido y la frase de Benjamin "Ustedes nunca vieron morir a un burro".
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