Historieta Argentina

Poncho Fue, de Sole Otero

Lecturas incómodas

Poncho Fue, de Sole Otero

Me gustaría asumir que todo el mundo ya leyó esta obra y que este artículo/nota/review es, como mínimo, prescindible. Pero resulta que, en contra de mis deseos, el público masivo aún no está enterado de la existencia de un mercado moderno de Historieta Argentina, y que uno de sus mayores éxitos en los últimos años es Poncho Fue, la novela gráfica que publicó Sole Otero (a quien ya le hicimos una entrevista realmente interesante que no pueden no leer) en 2017, primero en España por La Cúpula y unos meses más tarde en nuestro país por Hotel de las Ideas, y si no fue la historieta argentina del año pega en el palo.

Por lo tanto, siento que el público más metido en la “escena” (nunca entendí esa palabra) ya leyó la obra, y que ese público es el mismo que lee artículos en Ouroboros, por lo que ponerme a hablar del libro como si nadie lo conociera me parece bastante boludo, y eso sin contar el hecho de que ya hay un millón de reviews en internet. Pero el público se renueva, así que voy a intentar hacer esto lo menos aburrido posible.

Poncho Fue” es una historieta que trata de una relación tóxica entre sus dos personajes, Lu y Santi. Y esa es toda la trama que necesitás saber, realmente. No hay aventuras ni grandes giros argumentales, solamente la lupa puesta en algo cotidiano (bah, ojalá que no sea cotidiano para ustedes) y puesto en secuencia (algo similar sucede con El Ángel Negro) Lo que hace a este bodoque de 216 páginas (en un papel muy lindo, por cierto) la magnífica obra que es se define en dos factores: la intensidad de su narrativa y lo simbólico de su arte. Ampliaremos.

Compré este libro más o menos cuando salió a la venta y, como le pasó a otras personas a las que consulté, me lo leí de un tirón. Esa sensación de estar imantado a la historia tiene una razón de ser muy concreta: estamos leyendo una historia muy angustiante, y si la dejamos de leer entonces esa angustia no se resuelve. Hay que tener mucho estómago para no sentirse incómodo dejando a la mitad “Poncho”, porque es eso: una lectura incómoda.

Lo que no sé si le pasó a otros pero sí me pasó a mí es que no pude volver a leerlo. Agarrar el tomo en la biblioteca, hojearlo y acordarme de ciertas escenas me provocaba (aún lo hace) mucha angustia. Recién ahora con ya un año de respiro, pude sentarme, leerla, analizarla y escribir esto. Yo soy un sensiblón pero el libro es así de fuerte, igual.

¿Por qué tanto trauma? Porque las cosas que le pasan a la pareja protagónica, y especialmente a Lu, son muy fuertes. Al principio no tanto, solo son “baches” que hasta pueden parecer naturales de cualquier pareja. Incluso la obra no peca de imparcial mostrando solo lo malo. También vemos los buenos momentos, los altos garches, las palabras lindas, los compromisos, los viajes. Si haces un collage interesante de hecho puede ser una linda historia. Pero cuando las cosas se ponen heavy se ponen heavy en serio. La base del conflicto es Santi, personaje hijo de puta si los hay, y la forma en la que Lu lidia con su personalidad. Curiosamente no hay celos ni terceros en discordia, y casi no hay violencia física. Lo que más sufre Lu de parte de su pareja es violencia psicológica: le hace la cabeza, la vueltea, le hace gaslighting (que si no saben que es pueden leer un poco acá). Y ella cae una y otra vez en estas trampas emocionales, ya sea por sus inseguridades, miedo a perder esa relación, sensación de inferioridad… y podemos seguir. Hay muchos mambos en su cabeza y la mayoría preceden a su relación con Santi. La relación no causa estos problemas pero definitivamente empeora los síntomas.

Como dije, ella cae una y otra vez en este vuelteo psicológico y eso compone la mayor parte del libro. Hay muchas recaídas, muchas peleas y muchas “no peleas”, de esas que son incluso peores. Sole es la autora occidental que leí que siento que retrata mejor las relaciones interpersonales, con todo lo horrible que pueden llegar a ser.

Por otra parte tenemos el apartado artístico, que es una maravilla. Aunque no tiene el mejor dibujo tampoco lo necesita, porque lo que acá brilla es el color. Los acrílicos de Sole son impresionantes, no solo por la buena técnica, las paletas que usa y un estilo atractivo (esa portada y ese lomo arcoíris resaltan en todas las ferias y bibliotecas) sino por su funcionalidad dentro de la historia. Se nota muy fácil que la autora es una estudiosa de la narrativa cromática y que aplica sus conocimientos de psicología del color a la hora de ilustrar sus obras. En Poncho Fue hay un par de momentos en los que esto es clave, como cuando Lu empieza a descolorarse, incluso cuando pasan cosas “buenas”, dejando al lector con la incómoda sensación de que las cosas no están realmente bien. También hay que resaltar las secuencias de sueños, donde el color domina todas las viñetas, y los personajes son el blanco, representando el surrealismo de la situación.

No me gusta hacer mucho enfoque en esto, aunque vale la pena mencionarlo, siendo “esto” el factor autobiográfico de la historia, porque no conozco a Sole y tampoco me importa qué tan apegada a la realidad sea la historieta. Lo que me parece genial es la lectura que tiene como producción catártica (como dice Fer Calvi en el propio libro). Si apenas la mitad de lo que le pasa a la protagonista pasó de verdad, entonces ponerlo en papel debió haber sido un proyecto bastante jodido, pero también apasionado.

Le di muchas vueltas a por qué me afecta tanto Poncho Fue. La historia es intensa, pero no puede ser solo eso lo que no me deja volver a leer un libro por todo un año. Cuando finalmente volví a entrar en sus páginas y atravesé ese año y pico de noviazgo venenoso ajeno me di cuenta: lo que me jode es que reconocí en el personaje del novio psicópata e hijo de puta algunas frases mías, ciertas reacciones, incluso un par de respuestas que estoy seguro de haber dicho y que si no dije las pensé, o las habría dicho en otro momento de mi vida. Por supuesto que no me identifico con ese personaje en absoluto, pero al ver que este “antagonista” a veces razonaba como yo lo haría (aunque expresándose de la peor manera posible) no pude volver a leer porque tenía bastante miedo de pensar que yo podía ser alguien así. A ese punto de narrativa y diálogos realistas llega la obra que puedo terminar de alguna forma empatizando con el más forro de todos.

Asumo que no debo ser el único que se ve reflejado en estos personajes, sobre todo mujeres que hayan estado con tipos obsesivos, pesados y hasta psicópatas o hayan estado en relaciones tóxicas similares. Siento que a ellas está orientada esta historia, incluso más que a este gil, porque en su realismo está el mejor mensaje y es que al final hay una salida de todo eso. Solo hay que terminar de leer el libro.

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Escrito por:
Matias Mir
"El especialista"
Matias Mir
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