Alguna vez dije que “Fierro”, al menos por un tiempo, había sido la mejor revista de historietas del mundo. Para mi sorpresa, nadie me lo discutió. La propuesta editorial, calidad de las obras publicadas, la recepción crítica y otro montón de factores se habían conjugado para dar como resultado ese fenómeno increíble que hoy, tanto los que lo leyeron como los que no, aceptan sin discusión.
¿Será posible determinar con el mismo nivel de consenso cuál fue la peor revista de antología de la Argentina? Seguramente, será una opinión mucho más subjetiva y debatible pero me la juego igual: Para mí fue “Deux. La historieta del mundo” (pero si no están de acuerdo, pueden proponer su candidata en los comentarios), no por publicar autores malos o mediocres sino por tomar algunas obras muy dignas y publicarlas mal. Eso me parece imperdonable.
Aquel que no debe ser nombrado.
El primer número de “Deux” (a partir de acá nos ahorraremos el subtítulo) apareció en agosto de 2009. La economía del país en general llevaba varios años repuntando y eso había permitido el surgimiento de una infinidad de pequeños emprendimientos que de a poco fueron definiendo la forma del mercado de la historieta argentina tal como lo conocemos actualmente.
Entre los muchos nombres nuevos que aparecieron por aquellos años, uno alcanzó los abismos más profundos de la execración y de la infamia: Pablo Muñoz. Los comiqueros somos gente rápida para el amor y para el odio, y como todo grupo humano, resultamos muy vulnerables a guiarnos por la opinión ajena. A veces me pregunto si la catarata de insultos que se desata cada vez que se lo menciona es del todo merecida o es un ritual que repetimos por puro hábito. Me parece que se merece una revisión objetiva y exhaustiva de su trabajo en la que (según sospecho) nos encontraremos que algunas cosas son rescatables.
A falta de ese análisis más sistemático, mencionaré solamente algunos datos que nos permitan ubicarnos en la trayectoria de este nunca bien ponderado editor. En los 90s, Muñoz había laburado en los últimos estertores de las antologías clásicas de Columba; había conseguido los derechos para publicar Marvel en Argentina bajo el sello Símbolo y lo había hecho con una calidad tan horrible que todavía me despierto con pesadillas. Cuando se quedó sin guita colgó a todos los lectores durante meses pero después consiguió que Columba (su antiguo hogar) se hiciera cargo de las licencias, los títulos siguieran saliendo durante un tiempo más y con una calidad bastante superior. En un momento cerró Símbolo y abrió Comic Press. Con un sello o con otro, distribuyó “Hacha” (tres números) y trató de publicar algunos autores argentinos en formato comic book: “El ojo Blindado”, “Virus”, “La negra”, el apócrifo “El Eternauta. Odio cósmico”. Todos esos proyectos se discontinuaron tras unos pocos números dejando las historias inconclusas y a los lectores muy calientes. Incluso llegó a publicar “Sandman”, “Preacher” y “Sin city: Ese bastardo amarillo”, tres sueños húmedos de los lectores argentinos... lamentablemente con el mismo resultado: La cancelación tras dos o tres numeritos.
Para el 2004, cuando Muñoz aparece con el nuevo sello editorial “Deux Graphica Studio”, su nombre era sinónimo de “te van a dejar la colección colgada”. Afortunadamente, la nueva empresa tiene otro perfil, más orientado a los álbumes autoconclusivos que le daban al lector un poco más de seguridad. Acá es donde creo que se pueden rescatar varios títulos publicados por nuestro villano de turno: “Ana”, “Historias tristes” y “Freaks” del maestro Solano López; “Tango en Florencia” de Oswal o “Simón” de Trillo y Risso entre otros.
Este será el emprendimiento más persistente y productivo de Muñoz quien, tras cinco años en el mercado, consideró que ya había recuperado la confianza del público como para volver a intentar publicar una revista con historias continuadas: “Deux”
Deux ex machina
La premisa original de “Deux” no me parece mala para nada. La historieta argentina (sobre todo en la época de las grandes antologías) siempre había tenido una relación simbiótica con la historieta europea. Grandes autores europeos como Moebius, Bilal, Abulí, Bernet, Miguelanxo Prado, Manara, Altán, Arno y tantos otros habían sido publicados en las revistas argentinas; mientras que la mayoría de los mejores autores argentinos publicaban simultáneamente en el país y en Europa o, en tantos casos, eran publicadas en el viejo continente obras nacionales que permanecían inéditas acá.
Los 90s representaron un cambio de paradigma en ese sentido al abrir el mercado local al manga y el comic yankee: dos productos que fueron muy bien recibidos por el público argento. Entonces... ¿Por qué no publicar una revista de antología que ofreciera al lector argentino lo mejor de los cuatro mundos?
Este principio (que ya había anticipado la revista “Cóctel” en el año 1991) será el que organizará esta nueva “Deux”. Cuatro series con continuará arrancarán en el número uno: “Peter Pan” de Regis Loisel por el mercado franco-belga; “La bella del templo” de Nie Chongruy por Asia; “Por un puñado de sangre” de Kevin Eastman y Simon Bisley por la industria yankee; y “Historias del olvido” de Luciano Saracino y Javier de Isusi que es una colaboración hispano-argentina. La participación nacional se verá completada en algunos números con historias cortas de Ismael Mon o del “Cazador” de Lucas y Ramírez.
¿Cómo puede ser que un propósito tan noble termine tan mal? Analicemos un poco los cuatro títulos para entendernos mejor:

”Peter Pan: Opikanoba”. Una obra a la que no se le puede objetar absolutamente NADA. Es una gloria de principio a fin tanto en guion como en dibujo. El autor se ganó el Grand Prix de Angoulême por este trabajo (se entrega por el conjunto de la carrera pero todos sabemos que se lo ganó por “Peter Pan” y está muy bien que sea así). La edición no alcanza a hacerle justicia al original porque el tamaño es más chico y el papel no soporta la saturación de color que Loisel usa para este segundo volumen. Tal vez “Londres”, la primera entrega de la saga (que por su ambientación realista y algo sórdida utiliza colores más apagados), se hubiera resentido menos en esta calidad, pero el País de Nunca Jamás pierde bastante de su brillo. El segundo gran problema de esta edición es que se trata del segundo tomo de una obra de seis. El primer volumen lo habían publicado un tiempo atrás en formato álbum, el segundo serializado acá... los otros cuatro, te los estoy debiendo. La gran Muñoz.
“La bella del templo” se basa en un cuento de Pu Songling sobre un artista adolescente que llega a un templo abandonado, donde moran varios espíritus. Nie Chongruy es un virtuoso del plumín, muy solvente tanto en anatomía como en la expresión facial de los personajes. Su estilo detallista y recargado lo lleva a omitir los fondos en la gran mayoría de las viñetas para que la imagen no se vuelva confusa. No obstante, cuando se juega a dibujar paisajes, resulta deslumbrante. Más allá del dibujo, el guion no logró atraparme y es que “Deux” propuso serializar la historia en ocho partes (algunas entregas de apenas cuatro páginas) por lo que la obra queda demasiado “destripada”. Piensen que la revista no mantenía una periodicidad muy prolija y a su cierre, tras un año y medio había publicado tan solo 43 páginas de este manhua. Imposible disfrutar de una obra así. Otra que quedó inconclusa y ni ganas me dieron de buscar el final.
“Por un puñado de sangre”. ¿Qué carajo es esto? No, no... en serio ¿Qué carajo es? El guion es una versión de “Yojimbo” de Akira Kurosawa o de su homenaje/plagio, “Por un puñado de dólares”, de donde toma el título. Para los que no hayan visto ninguna de las dos: un asesino llega a un pueblo dominado por dos facciones criminales enfrentadas que se disputan sus servicios. Acá el pueblo es una escenografía de película del oeste; las facciones enfrentadas son vampiros y zombies; y la forastera es una alienígena muda con cuerpo de vedette muy siliconada y vestida con lencería erótica, sombrero y botas texanas. Me dirán que el absurdo puede ser divertido y es así... hasta me hubiera gustado leer una versión de ocho o diez páginas para reírme un rato pero son CASI CIEN de este bodrio intragable. Está mal escrito, mal narrado, la mayoría de los personajes son irreconocibles, no tiene ni pies ni cabeza. Lo que sí tienen casi todas las viñetas es culo y tetas.
Esto no es lo mejor del comic yankee. Más bien está cerca de ser lo peor que leí en mi vida.

Antes de analizar la cuarta serie quiero hacer una mención a la última entrega de Deux, el imperdonable número seis. Es difícil explicar cómo tantos errores de compaginación pudieron conjugarse en una sola revista. Tiene páginas fuera de lugar, páginas repetidas y páginas faltantes. El desastre es tan grande que de las cuatro historias publicadas, tres resultan ilegibles. Así que a los efectos de la continuidad de las series, “Deux” publicó seis entregas de cada una pero solo cuentan cinco porque esta última es imposible de leer.
Obviamente, si alguna parte del público, a pesar de los retrasos y del currículum del editor, seguía apostando a esta revista, era de suponerse que se iban a bajar después de semejante mamarracho. Así que ese fue el final de “Deux”: una enorme falta de respeto a los lectores y al material publicado.
Pero no es el final de esta nota porque todavía me falta hablar de lo mejor.
Rescate del olvido
La serie que me faltaba reseñar es “Historias del olvido”. Guiones del argentino Luciano Saracino y el vasco Javier de Isusi con un grupo de dibujantes e ilustradores españoles encargados de la parte gráfica. “Deux” lo presenta como “historias unitarias” y al comienzo lo leés así. Empezamos con dos historias cortas relacionadas por el tema del olvido. Una más realista y efectiva dibujada por David Rubin (Daniel tiene al padre internado con alzhaimer), otra más fantástica y superficial dibujada por Infame&co (los recuerdos de Carla y Clara inexplicablemente se intercambian en sus mentes).
Y de repente, la tercera historia me conmovió tan profundamente que tuve que dejar de leer por un rato largo para recuperarme. El dibujo de Danimaiz llega hasta ahí no más pero esa historia es una trompada a la mandíbula de diez páginas. Hasta acá llego como crítico. No puedo explicar más. Lo tienen que leer.
La cuarta historia, dibujada por Manu Ortega, afloja un poco el ritmo y retoma el tópico fantástico (Funes, un pueblito donde la gente empieza a olvidarse de todo). Y de nuevo la sorpresa: la quinta historia, dibujada por David Lafuente, es la continuación de la tercera. O es la misma historia contada desde otro punto de vista. Así que, mientras te detona la cabeza y te das cuenta de que estás ante algo mucho más groso de lo que habías previsto inicialmente, volvés a los relatos anteriores y entendés que no eran historias unitarias sino una novela gráfica. Todos los relatos están conectados y los personajes se cruzan unos con otros. Una hermosura.
En la sexta entrega vuelve Rubin y vamos entendiendo que la historia de Daniel y su padre es la que sirve como marco para organizar las otras... Pero es el maldito número seis de “Deux”, el que está todo mal compaginado, y de las seis páginas que componen este capítulo faltan tres.
Cuando pasaron los meses, me sospeché que “Deux” no iba a salir nunca más y que Muñoz me había ensartado otra vez, empecé a buscar si había alguna otra edición de esa obra. Vi que Dolmen la había publicado en España en el 2008 pero es una editorial que en Argentina casi no se distribuye y nunca me crucé el tomo en las comiquerías. Hubo que esperar hasta noviembre de 2013 para que una ignota y efímera “W Editores” se mandara a hacer una edición local.
Y ahí sí pude leer la otra mitad del libro: el cuento bellamente ilustrado por Leticia Ruifernández; la segunda historia de Carla y Clara a cargo de Abril Barrado, dueña de un estilo que oscila entre el realismo y el delirio más absoluto; el regreso al pueblo de Funes dibujado por el ídolo de masas Paco Roca, siempre sobrio y elegante; y las páginas finales de David Rubin para cerrar con broche de oro.
Creo que la editorial publicó apenas dos o tres títulos en tiradas chicas antes de desaparecer así que si llegan a encontrarse un ejemplar de estas “Historias del olvido” en una librería, sepan que es una verdadera rareza.
Por cierto, Dolmen publicó una secuela (HO2) que permanece inédita en nuestro país. Ojalá algún editor se despabile y la agregue a su catálogo.