La anécdota
Según fuentes que no puedo revelar (siempre quise empezar una nota con esa frase), la gran crisis de la historieta argentina que comenzó en la segunda mitad de los ochentas enfrentó a los autores con problemas que hubieran sido impensables en décadas anteriores. Así, aunque Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno habían logrado puentear a Scutti y ya estaban vendiendo el grueso de su producción al mercado italiano, se encontraron con que acá, en Argentina, estaban a punto de quedarse sin obra social.
Por aquel tiempo, la obra social de los trabajadores de prensa le exigía a sus afiliados independientes (es decir, los que no eran empleados estables de una editorial), que presentaran un cierto volumen de facturación para acreditar que, aunque fuera como freelancers, trabajaban en medios gráficos. Pues bien, llegó un punto en el que la facturación de estos dos grandes guionistas para las editoriales argentinas no llegaba a cubrir ni siquiera el cupo mínimo que se les exigía para mantener la cobertura médica. Aparentemente, de esta preocupación tan mundana y extra artística surge la idea de crear una editorial propia que les permita publicar en Argentina el material que ya tenían producido para Europa y también material europeo que consiguieran como canje.
Me encanta pensar que la anécdota es cierta porque de alguna manera refleja la humildad de la revista. Una revista que, a diferencia de tantas otras que surgieron en la época y que duraron muy poco, no se proponía como la salvadora de la historieta argentina ni salía con una propuesta programática que buscara revolucionar el mercado y devolver el medio a su perdido esplendor. O, si se lo proponía, no lo sabemos porque el primer número ni siquiera tiene un texto editorial que funcione como presentación. Trillo y Saccomanno, prácticamente los fundadores de la crítica seria de historietas en Argentina; los que empezaron a publicar textos teóricos en la “Skorpio” de los setentas cuando parecía impensable; los autores de la famosa “Historia de la Historieta Argentina” que reivindicó la categoría de arte con todas las letras para un medio que era visto como un trabajo industrial o apenas artesanal... Esos Trillo y Saccomanno salen a los kioscos, en diciembre de 1989, con un número uno que no tiene ni un parrafito de presentación. Ni un sellito en la tapa con el nombre y el logo de la editorial.
La revista no tuvo una recepción muy entusiasta por parte del público ni de la crítica. Es más, diría que generó bastante rechazo y siempre se la consideró como un producto de segunda calidad. Hoy es sistemáticamente soslayada cada vez que se habla del periodo y está, prácticamente, relegada al olvido. Pero si yo les digo que por sus páginas, además de sus dos fundadores, desfilaron Cacho Mandrafina, Rep, Jorge Zaffino, Felix Saborido, Carlos Meglia, Horacio Altuna o Eduardo Risso entre los nacionales; Robert Crumb, Joe Kubert, Milo Manara, Vittorio Giardino, Hugo Pratt, Alan Martin o Jamie Hewlett entre los extranjeros... creo que ya es evidente que la revista merece ser reivindicada y ocupar el lugar que le corresponde dentro de la historia del medio.
El universo “Puertitas”. Una pesadilla para los coleccionistas
Quien quisiera actualmente completar su colección de “Puertitas” se encontrará con que la revista tiene 43 números ordinarios. No obstante, al revolver pilas también se encontrará con la hermana porno, “Puertitas Super Sexy” (que, paradójicamente, sobrevivió largamente a la original, alcanzando 75 ediciones entre normales y recopilatorios), con tres números de “Puertitas Terror” y con cinco números que sirvieron como "refuerzo" para la versión erótica y que se tituló “Puertitas Sexy Comix”.
Pero también es posible que se encuentre un buen montón de “Extra Vacaciones”, “Puertitas Extra”, “Álbum de Oro” y “Súper Álbum” que le van a complicar la vida y le va a hacer dudar de si tienen todo el material publicado o no. La verdad es que todas estas últimas son reentapados de material ya publicado que, a causa de las bajas ventas, se reciclaba y volvía a circular. Pero, como un servicio al coleccionista obsesivo, les voy a aclarar el contenido de todos esos títulos misteriosos (o al menos los que pude conseguir):
”Extra Puertitas” son los típicos tacos que pegan tres revistas y las reentapan. Hay once en total. Los dos que dicen “Extra vacaciones” pertenecen a esta misma colección y corresponderían al número uno y tres. Hasta el sexto tomo hay cierta normalidad y se recopilan los primeros 18 números ordinarios, pero los números 21 y 26 eran especiales de 100 páginas que se recircularon sueltos cambiándoles las portadas y no fueron incluidos en los tacos. Así que si tenés la colección completa de “Extra Puertitas” tenés que saber que llega hasta el número 35 pero te faltan los dos especiales.

Los dichosos números 21 y 26 llevan como subtítulo “Álbum de Oro” y, como ya expliqué, hoy se consiguen con dos “portadas alternativas”. Cada uno sabrá si prefiere las originales de Manara y Jamie Hewlett o las espurias aunque más hermosas de Juan Zanotto. Pero el quilombo de los “Álbum de Oro” no termina acá porque (como si no hubiera otro nombre para ponerle) la editorial también publicó con ese título un reentapado de dos libros que habían salido fuera de colección: “Hombre de papel” de Manara y “El negro Blanco” de Trillo y García Seijas.
¡Un momento! Me retracto. Sí había otro título para ponerle porque los ocho números que van del 36 hasta el cierre de la revista fueron recopilados en tacos más finitos (de dos revistas cada uno) con el título de “Puertitas Súper Álbum”.
Éramos tan pobres...
Abriendo la puertita
Pero hablemos un poco del material que se publicó dentro de estos cuarenta y tres números:
Para empezar, la revista tiene inicialmente el subtítulo “Historieta y Humor” y, verdaderamente, las primeras entregas tenían muchísimas páginas dedicadas a arrancar algunas risas. “Fitopótamo” de Marín, “La familia Croak” de Peni y “Sección Informes” de Darwin y Parissi son tres tiras fijas en los primeros números de la revista y, en mi modesta opinión, francamente malas. Por la sección humorística, desfilaron en las entregas subsiguientes muchos otros nombres, desde los hoy olvidados Llansó, Gerardo Nallar, Meiji o Ceo hasta grandes como Rep, Sendra o Tabaré pero sin alcanzar un nivel descollante en ningún momento. De hecho, normalmente, bajaban el promedio general de la publicación.
Paulatina y acertadamente, las tiras de humor gráfico fueron desapareciendo y en el número 8, el subtítulo cambia a “La aventura dibujada”. Finalmente, tras la cancelación del naif “Fitopótamo” (que resistió hasta el número 14), la revista dejó de tener en el humor una parte del pacto de lectura explícito de la publicación.
Dejando la comedia de lado, los dos géneros característicos aunque no excluyentes de “Puertitas” fueron el policial negro y el fantástico. Esto le dio a la publicación una identidad que permitía diferenciarla fácilmente de las otras revistas de antología contemporáneas que eran más asociadas al género de aventuras de tono realista y a la ciencia ficción.
En principio, todos los guiones eran de Trillo y Saccomanno. El tema es que, mientras el primero produjo varias series recordadas que analizaremos más adelante, el segundo se dedicó mayoritariamente a escribir una enorme cantidad de breves historias autoconclusivas que resultan muy difíciles de reseñar en conjunto. Saccomanno es un novelista que admiro (tengo todos sus libros) y un gran conocedor de la serie negra. Le sabe todos los tópicos, recursos y trucos al dedillo y los usa con solidez y eficacia. A veces conmueve, a veces se queda un poco corto pero por norma general, cumple. Tras tantos años, para escribir este artículo, volví a leer sus historias como si fuera la primera vez y si bien eso es bueno porque volví a disfrutarlas, también es una muestra de que ninguna me había marcado tan profundamente como para recordarla.
Los dibujantes de la generación Puertitas
Hasta los ochentas, los dibujantes argentinos tenían un estilo claramente reconocible que estaba dado por las influencias de los grandes maestros. Era notable quienes habían sido discípulos de Pratt o de Breccia; quienes habían estudiado con Garaycochea o habían sido ayudantes de Solano López. De más está decir que con semejantes maestros, la calidad de nuestros dibujantes era soberbia pero también es cierto que se notaban pocas influencias de otros medios y países. Poco aire fresco, por así decir. Tal vez esta es la primera revista en la que se observa a un grupo de dibujantes produciendo en un estilo que se alejaba de aquel que durante décadas reconocimos como “historieta argentina” ya que incorporaban influencias de la línea clara europea, el manga y la animación estilo Disney.

Carlos Meglia y Horacio Domingues habían colaborado haciendo las ilustraciones de “La Biblia para los Niños” en 1981 y después de publicar trabajos más o menos olvidados en diferentes medios como “Billiken” o “Satiricón”, se fueron a trabajar juntos al estudio de Jaime Díaz donde hacían fondos y lay-outs para los dibujitos de Hanna-Barbera, Los Pitufos o Los Súper Amigos. Ahí coinciden con Armando Da Col y se forma el núcleo duro del estilo que va a caracterizar a “Puertitas”.
Además de la simplificación de la figura y la claridad del trazo, ellos incorporaron a la historieta técnicas y recursos propios de la animación, como los fondos y el coloreado digital, generando una imagen diferente a todo lo que se venía viendo por estos pagos. El resultado visual era muy prolijo y efectivo, al tiempo que cierto mecanicismo en los procesos les permitía producir la gran cantidad de páginas mensuales que demandaba el mercado italiano.
El contraste entre la línea clara de estos autores y el dibujo más oscuro y trabajado al que los lectores estaban acostumbrados llevó a los editores a tomar la decisión de incorporar, durante los primeros seis números, un tercer color (naranja, celeste o verde) para que las páginas no se vieran tan “vacías”. Al menos hasta que el público se acostumbrara.
Y no fue una moda pasajera ni un fenómeno exclusivamente local porque unos años después, con el éxito de “Batman: The Animated Series” de Bruce Timm en los USA también empezaron a ser reconocidos los dibujantes de estilo “cartoon” como Darwyn Cooke o Tim Sale en el comic de súper héroes.
De más está decir que no todos los dibujantes de la revista pertenecían al mismo grupo ni cultivaban la misma estética. También desfilaron por sus páginas autores clásicos y consagradísimos como Cacho Mandrafina, Gustavo Trigo o Felix Saborido, y otros que sin el mismo nivel de consagración ya eran habituales en publicaciones de otras editoriales como Alfredo Flores (en “Fierro”), Enio Leguizamón (de Columba) o Roque Vitacca (de “Billiken”). No obstante, lo que le dio a “Puertitas” el aspecto visual distintivo fue, sin dudas, ese grupo que venía del palo de la animación y que renovó radicalmente el estilo de la historieta argentina.
Hasta acá una caracterización general de lo que fue la publicación y sus orígenes. Estén atentos porque en la segunda parte de la nota, nos metemos a analizar las principales series que allí se publicaron dando, como siempre, los datos de las reediciones recientes para que puedan conseguir el material.