MENEM LO HIZO
Atravesando en forma casi completa el primer mandato presidencial del nefasto caudillo riojano Carlos Saúl Menem, y por fuera de las antologías tradicionales orientadas al público adulto, que constituían la oferta tanto de Ediciones Récord como de Ediciones de la Urraca; entre 1989 y 1994 vieron la luz los 43 números de Puertitas, publicación de El Globo Editor autogestionada por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno. Ideada para presentar por estos lares el grueso de la producción de ambos escribas para el mercado italiano, mixturó aquel material con el de grandes creadores europeos. La propuesta encontró cierta resistencia entre críticos y lectores, más por una cuestión de forma que de fondo, puesto que desde el apartado visual, proponía cierto estilo vanguardista, con un grupo estable de dibujantes cuya formación provenía básicamente del ámbito de la animación, algo a contramano de la escuela realista que siempre predominó en nuestro mercado.
Entre ellos se encontraba un joven Alejandro Fried (Montevideo, 1965), quien formó equipo con el consagrado escritor y guionista Guillermo Saccomanno (Buenos Aires, 1948) para gestar un original policial compuesto por nueve entregas, de las cuales se publicaron apenas cuatro, entre los números 15 a 18 -Julio a Octubre, 1991- de la revista, bajo el título Stone, el detective del Rock. De este modo, el serial completo terminó viendo la luz únicamente en la Skorpio italiana, de Aurea Editoriale, hacia 1996. Desde entonces hubo varios intentos de recopilar la obra en una edición nacional, algo que finalmente se logró durante este pandémico 2021. Presentado como Stone, Rock Stories, el libro de 76 páginas B/N en formato 24x17 cms. con solapas, fue lanzado por Deux Graphica Editorial al circuito de comiquerías argentino en Julio pasado.
ROCK AND ROLL Y FIEBRE
El personaje fue definido gráficamente por Fried como una mezcla entre la apariencia física de Mick Jagger, vocalista de los Rolling Stones, y el rostro del baterista de aquella histórica banda, el recientemente fallecido Charlie Watts, corte de cabello incluido. Tenemos, entonces, a un hombre delgado, cuarentón, que suele vestir jeans, botas, remera blanca mangas cortas, chaqueta de cuero con tachas y anteojos de sol. Un tipo que mantiene firmes lazos con el ambiente del rock norteamericano, del under al establishment, pero conserva los pies sobre la tierra. Y sus propios códigos. Menos investigador privado que hábil comodín del medio artístico; es una persona a la que acudir, por el precio adecuado, para determinados encargos que exigen discreción. Su entorno de acción no es fácil, motivo por el que anda armado con una Smith & Wesson Modelo 29 que lo suele sacar de apuros.
La primera trama involucra a un ambicioso productor musical que contrata al detective para encontrar a Tom Bradley, quien había integrado un célebre dúo blusero con su hermano Paul, que acaba de salir de prisión tras una condena de dos décadas por un infortunado crimen. El segundo relato lo pone tras la pista de Candy, una conflictiva adolescente que se ha dado a la fuga con el reventado Dark, líder del grupo punk Black Angels. Sigue una historia en la que su amiga Karen le pide encontrar a Bobby, esquivo y mediocre tecladista que, además de expareja de la muchacha, tiene una peligrosa obsesión con un famoso rockero inglés al que acosa. En el cuarto autoconclusivo, Stone es contratado para mantener ‘limpio’ al músico reggae Jimmy López, recluido de la vida social por sus adicciones. Tini Montes, productora y amante de la estrella latina, paga -y complica- el trabajo.
El próximo encargo corre por cuenta de Graham, viejo rockero amigo proclive a los excesos que, desde su cama de internación en un hospital, pretende hacer las paces con su hijo -al que abandonó hace décadas- antes de morir. La siguiente narración tiene que ver con una subasta de objetos pertenecientes a Mavis, estrella de blues en ascenso fallecida por sobredosis, en la que Stone jugará un rol determinante. El anteúltimo caso trata sobre un viejo interés amoroso: Sybil es una peligrosa adicta en recuperación que ha vuelto a su vida trayendo consigo un grave problema, que pronto lo alcanzará. Cierra el tomo la investigación de una infidelidad cometida por Teddy Boy, talentoso guitarrista que engaña a su mujer y madre de sus hijos, la estoica Marcia Calder, quien solicita pruebas para poder vengarse.
PAINT IN BLACK
En lo estructural, encontramos la brevedad característica de otros trabajos del guionista, unitarios de entre seis y diez páginas con tramas contundentes, giros efectivos y finales realmente impredecibles. Lo que distingue a estos relatos del resto de su obra es el entorno en que transcurren; la década del noventa en particular afectó de muchas maneras al género, desde los nuevos formatos de difusión a su repercusión e importancia cultural a nivel mundial. Mucho de eso se ve reflejado en Stone, del casette al CD, de la fama al ostracismo, de los excesos a la vida sana, mientras que otros tantos tópicos no llegaron a ser transitados, lamentablemente, debido a que la serie debió discontinuarse en forma abrupta.
El gran responsable del encanto que todavía conserva el material, no obstante, es su dibujante. Con menos de treinta años al momento de desarrollar el serial, lo que logra aquí es realmente impresionante, por donde se lo mire. Desde la atmósfera que imprime a cada historia, pasando por el diseño y expresividad de cada uno de los personajes, la forma en que logra sortear -mediante diferentes recursos técnicos y artísticos- cierto exceso de viñetas propio de la extensión que implica el autoconclusivo, hasta la impecable utilización del claroscuro -Fried fue alumno del ‘viejo’ Breccia-. Una síntesis de estilo que incluye algunas cositas del inolvidable Carlos Meglia -de quien era amigo y compañero de trabajo-, pero con identidad propia. Stone respira rock a través de los cuadritos, si eso es posible.
Con respecto a la factura técnica, no hay mucho que mencionar a excepción de cierta diferencia de calidad gráfica entre los cuatro episodios publicados en Puertitas y los cinco restantes, producto de la imposibilidad de haber realizado el escaneado sobre los originales, lamentablemente. Ojalá esto pueda corregirse en alguna futura reedición, junto con un reletreado digital que corrija algunas faltas ortográficas menores.
Mientras tanto, seguiremos aguardando el retorno del parco detective a bordo de su vieja Harley Davidson, para que nos regale nuevas investigaciones, de esas que involucran crímenes y rocanrol. Pongan algún track setentoso en la rockola del pub. La casa invita las 7Up.