Historieta Argentina

Zona Queer: Feminismo, tortas y cyborgs

Sobre androides lesbianos y androides explotados

donna haraway mirina mariela acevedo y cam rapetti
Zona Queer

En esta sección analizamos elementos queer en el mundo de las viñetas.

¿Qué es un cyborg? ¿Cómo se relaciona con el feminismo? ¿De qué manera todo esto se vincula con y aparece en la historieta? Y finalmente, ¿qué demonios tiene que ver esto con Zona Queer? Son preguntas que me haré en esta ocasión, y que intentaré responder. De la mano de Donna Haraway, Mariela Acevedo y Cam Rapetti con “El lenguaje es un virus” (su participación en Clítoris. Relatos gráficos para femininjas) y Nahuel Sagárnaga con Mirina.

Cyborgs para la supervivencia de la tierra

“En el principio fue la palabra” es el título del capítulo segundo de Ciencia, cyborgs y mujeres, de Donna Haraway (filósofa y zoóloga estadounidense, nacida en 1944), en donde se lee:

¿[Las feministas] deberían dedicarse a criticar la ciencia sexista y las condiciones de su producción o, quizás, a sentar las bases de una revolución epistemológica que iluminase todas las facetas del conocimiento científico? (...) ¿Tienen las feministas algo nuevo que decir sobre las tormentosas relaciones entre conocimiento y poder? La autoridad feminista y el poder de nombrar, ¿darían al mundo una nueva identidad y una nueva historia? ¿Pueden las feministas dominar la ciencia?

Es así como Haraway comienza toda su teorización acerca de las feministas como cyborgs, analogía de alteridad. Se va a preguntar cómo desarrollar una ciencia biológíca socialista y feminista. Y va a decir que el cyborg es una “especie de yo personal, postmoderno y colectivo, desmontado y vuelto a montar. Es el yo que las feministas deben codificar”.

Pero, ¿qué es un cyborg?

Un cyborg es una criatura híbrida, cibernética, compuesta de organismos y máquina, siendo el primero la “alta tecnología” capaces de trabajar, desear y reproducirse; y el segundo, aparatos diseñados como textos y sistemas autónomos de comunicación. Según Haraway es “una criatura de realidad social y también de ficción” (...) “Es una imagen condensada de imaginación y realidad material, centros ambos que, unidos, estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica”. Es decir: un dispositivo (marxista, obvio) de transformación no solo textual.

La naturaleza y la cultura son remodeladas y la primera ya no puede ser un recurso dispuesto a ser apropiado o incorporado por la segunda.

El mito del cyborg implica lo siguiente: No existe una génesis de este, y este, a su vez, no sueña con una comunidad, “no reconocería el Jardín del Edén ni está hecho de barro, tampoco puede soñar con volver a convertirse en polvo”. Sus padres no son esenciales.

Este mito trata de fronteras transgredidas. Haraway expone que utiliza este concepto para demostrar que las feministas (y los socialistas) ven dicotomías: mente-cuerpo, animal-máquina, idealismo-materialismo, en las prácticas de la alta tecnología y la cultura científica.

El cyborg es texto, máquina, cuerpo y metáfora, todos teorizados e inmersos en la práctica en términos de comunicaciones

 

la creación de adán robot
Imagen de La Razón

Lenguaje-código

La biología pasó de ser una ciencia centrada en el organismo a una ciencia que estudia los sistemas cibernéticos. Se dio lugar a la teoría de sistemas basados en redes de comunicación en el que los seres humanos se convirtieron potencialmente en máquinas de utilizar símbolos. Los problemas de comunicación son la nueva naturaleza, quien ha sido construida como máquina de reproducción capitalista (acá se deja ver su pensamiento socialista).

Haraway va a hablar de la sociobiología y va a decir que esta busca estudiar las sociedades como zonas de comunicación y de intercambio de información. Los individuos son sistemas estudiados como partes de flujos estructurados de información y de energía, que interactúan con otros individuos dando lugar a sociedades. Estos individuos son estructuras intermediarias construidas por los genes y estos genes, a su vez, construyen los cerebros y órganos motores, siendo el primero una especie de procesador de programas lógicos. El lenguaje es la herramienta de autoconstrucción humana que le da forma a la cultura.

El cyborg es el binomio perfecto, la convergencia única que une lo humano con lo cibernético, la criatura de la criatura.

La tecnología de los cyborgs, asimismo, es la escritura. Su política es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta (esto es relacionado con el feminismo en tanto código único y perfecto como sistema falogocéntrico -en un sentido derridiano-). Dice que, al igual que la conciencia, la experiencia (femenina) puede ser reconstruida, recordada, rearticulada y que una de las formas de hacer esto es con la lectura y relectura de la ficción en busca de significados (de poder). Haraway reza:

“Las lecturas deben ser iniciadas y producidas, no surgen naturalmente del texto (...) Cualquier lectura es también una guía hacia posibles mapas de conciencia, de coalición y de acción (...) Entrar críticamente en competición por las lecturas es una práctica fundamental de los estudios sobre las mujeres que insiste simultáneamente en la calidad construida de la política y de los significados y tiene a los lectores como responsables de sus construcciones como formas de hacer y deshacer la categoría poderosa y polisémica de «mujer».

De esta manera, tanto la parte máquina-artificial como la parte máquina-orgánica se vinculan entre sí a partir de la necesidad del intercambio de información y la comunicación con otros. ¿Cómo es esta comunicación? ¿Cómo es la producción de textos no-ASCII, aquella que produce conocimiento científico o aquella que nos transmite ficciones? ¿Cómo han de ser las lecturas sobre estos textos? No es mi menester en esta ocasión hablar de textos escritos por inteligencias artificiales, mucho menos de arte digital creado por estas. Pero, ¿qué hay con “esos textos protagonizados por mitad máquina mitad humanos”?

La vez que Donna Haraway fue homenajeada en un cómic

“El lenguaje es un virus” (Mariela Acevedo y Cam Rapetti en Clítoris. Relatos gráficos para femininjas, Hotel de las Ideas, 2017) es un claro homenaje a la autora.

el lenguaje es un virus clítoris
Comienzo de “El lenguaje es un virus”, imagen extraída de la Fanpage de Revista Clítoris

La historia comienza sentenciando que, a pesar de la recopilación de datos, los recuerdos son otra cosa, ligados a la glándula (de conciencia). Aquí ya se hace eco del doble funcionamiento de un cyborg.

Esta historia trata un tema candente que llevo pensando desde hace algunos años: ¿cuál es el límite en la explotación sexual? ¿Una máquina?

La cosificación de los cuerpos es más intensa en las ficciones cyberpunk: los androides antropomórficos tienden a tener apariencia femenina. El humano tiene acceso a la ultra tecnología de avanzada pero nunca en esos cien, quinientos o mil años que, se supone que nos lleva de ventaja, aprendió acerca del consentimiento.

En lo teórico, una máquina no entendería de consentimiento, estaría programada para dar placer a cambio de coins. Lo problemático a efectos prácticos viene de la mano de la máquina mitad humana.

La historia de Acevedo y Rapetti nos habla de una sociedad distópica que recuerda a una ubicación símil Ámsterdam pero con cyborgs (sexuales).

No es casual que “Mona Hariwey” sea la diseñadora de la glándula. Alguien que “siguió” las ideas de esta científica, teóricamente, saboteó a una sex-machine, a lo que ella dirime: “¿En serio cree [a su interlocutora] que es posible eludir la programación que recibimos?”, implicando que no hay fronteras entre humanos y máquinas.

Mona Hariwey El lenguaje es un virus
Mona Hariwey en “El lenguaje es un virus”

Esta historia habla de la libre elección, de la des-programación, de romper las barreras de lo preconfigurado, de negarse. “Fronteras transgredidas” como dice Haraway, fronteras que no solo rompen estas máquinas.

La experiencia femenina es re-articulada a través de esta ficción. Pero también a través del sexo. Haraway postula: “El «sexo» del cyborg restaura algo del hermoso barroquismo reproductor de los helechos e invertebrados (magníficos profilácticos orgánicos contra la heterosexualidad)”.

¿Sueñan las tortas con ovejas eléctricas?

Mirina (Nahuel Sagárnaga, Loco Rabia, 2018) ¿o debo decir “La mujer lesbiónica”? Es una torta cyborg (su cerebro está adaptado a un circuito integrado) de CABA, que trabaja en una cafetería (a la que siempre llega tarde) y que lucha contra el mal.

Así como Mirina es mitad máquina, también es mitad humana y eso le permite desear y sentir más allá de su programación. Fue creada para la reproducción pero sus intereses sexo-afectivos se inclinan de forma opuesta.

mirina por nahuel sagarnaga
Imágenes extraídas de la Fanpage de Mirina

En una escena al comienzo de la historia, se nos presenta la potencia de Mirina como objeto controlado de forma remota para cumplir un objetivo. Nuevamente nos encontramos ante la situación de lo no-humano como objeto.

El robot villano, por su parte, aparentemente tiene en su código eliminar toda criatura que no cumpla con las funciones biológicas. Y digo aparentemente porque luego se descubre la verdad a propósito del origen de ese personaje, cuyas implicancias hablan de código como ideología.

La función textual de esta historia es ir al encuentro (desde la ciencia-ficción) de un mundo donde toda disidencia tiene lugar, incluso a pesar de ser materia de odio. Los dispositivos tecnológicos (en términos foucaultianos) en Mirina incluyen el lenguaje inclusivo, un uso de la lengua que busca neutralizar el código binario de las categorías genéricas: Mirina es post genérica.

mirina nahuel sagarnaga
Proceso de creación de Mirina por Nahuel Sagárnaga, 2018

El repaso cronológico que se nos ofrece, la inclusión de una entrada de blog (existente en internet), las diferentes voces (con sus respectivos letrados), la lengua rioplatense y las expresiones joviales mixtado con lenguaje tecnocientífico hace que la lectura de este cómic sea esencial para el archivo de producciones escriturales cyborg.

Conclusión

Alcanzar el conocimiento científico también es menester de las mujeres, así como dar voz a personajes mitad humano mitad máquina como analogía de la mujer, en sus escenarios de opresión tanto patriarcal como heteronormativo.

Haraway expone desde una marca socialista y de(s)colonizadora, en donde la figura del cyborg es el discurso anticolonial y feminista, que dialoga en un proceso analítico.

Se crea un mapa de conciencia de personas que han sido inscritas dentro de las marcadas categorías de raza y de sexo, tan exuberantemente producidas dentro de las historias de las dominaciones masculinistas, racistas y colonialistas. Se crea un conocimiento situado. Un conocimiento ubicado que discute la noción de naturaleza: ¿Cómo conocemos, cómo escribimos? Y sobre todo, ¿cómo leemos?

Zona Queer
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Escrito por:
Florcis Pérez
 Me gusta el helado de menta y los caramelos media hora.
Florcis Pérez
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