Manga

Fuuka, de Kouji Seo

Una historia musical sobre una banda adolescente

Fuuka, de Kouji Seo

(Esto está lleno de spoilers así que si querés someterte a leer Fuuka entonces dejá de leer… acá).

No serán universos compartidos, pero en Japón el shonen semanal tiene su propia guerra de ventas semana a semana con las dos revistas de historias de acción y aventuras para chicos jóvenes más populares: la increíblemente exitosa Weekly Shonen Jump y la imponente Weekly Shonen Magazine. Esta última no tendrá titanes como One Piece o Naruto en sus archivos, pero no se queda atrás y es hogar de la recientemente finalizada Fairy Tail y la genial The Seven Deadly Sins. Por supuesto que, al compartir una demografía específica y altamente monetizable, las dos revistas chocan en todos los subgéneros del shonen, ya sea comedia o deportes o, en este caso, romance. Porque contra Nisekoi o el reciente We Can’t Study! de la Jump, la Magazine publica Fuuka.

Fuuka es una historia de drama romántico escrita por Kouji Seo, autor de otra historia similar de 2003, Suzuka, con la que de hecho comparten universo. La cosa va de un estudiante, Haruna Yuu, adicto a Twitter y que está todo el día con el telefonito hasta que se choca literalmente con Fuuka, una piba despistada y la definición de “libre” que va todo el día corriendo, se sube a todos lados aunque esté prohibido, no quiere seguir la carrera de… correr carreras como sus padres (los protas de Suzuka (!)) y decide que quiere formar una banda y seguir sus sueños como todo estudiante japonés de último año de secundaria con notas promedio que o hace eso o se convierte en un salaryman anónimo con tendencias suicidas. Fuuka, Yuu y tres compañeros más se juntan y forman la banda y arranca la cosa.

Hasta acá la única queja real que podía tener era el fanservice, pero hay que venderle a los pibes de alguna forma esta historia de música en la que no pueden escuchar las canciones, pero entonces llegamos al mayor hito de este manga, por el cual se hizo tan popular hace unos años y por el que todos rompen las bolas: a Fuuka la pisa un camión. Y la pisa un camión por andar boludeando mientras llegaba tarde al primer concierto real de la banda y por andar saltando como una loca como hizo desde el primer capítulo. No hay un asesino o una construcción argumental hacia eso, lo cual no es malo en sí, demuestra el choque de “realismo” que busca el autor, pero no sigue sin quedar como que o no sabía cómo seguir desarrollando al personaje o buscaba un efecto de shock barato asesinando al personaje cuyo nombre le da título a la obra que estamos leyendo.

Porque ese es el tema. Después de eso nos quedamos con una historia con el nombre del personaje muerto, y eso no le gusta a los editores, así que en menos de veinte capítulos nos presentan a la nueva chica de Yuu, Fuuka Aoi. Sí, se llaman igual, y como el mangaka no hace caras muy distintas Aoi tiene el pelo negro.

El fanservice se va poniendo cada vez peor (me encantaría poder encontrar esa viñeta donde una de las chicas habla mostrando el escote y al mismo tiempo tiene dos pies derechos) pero ojalá ese fuera el único problema. Los chicos deciden abandonar la escuela y dedicarse a full a su sueño en honor a su compañera muerta (que, por cierto, a esta altura era la novia de Yuu) y se unen a la única disquera que los aceptaría como los amateurs que son.

La historia con la disquera me causa mucha gracia porque a mediad que se vaya desarrollando la cosa les van a dar una casa/oficina, los van a obligar a ellos a vender los discos y las entradas, a que planeen sus propios tours, a que reserven ellos dónde tocar, a que diseñen ellos la imagen y diseño... y que sean ellos los que hacen recursos humanos y labores de Community manager. Básicamente los EXPLOTAN a estos menores de edad a cambio de… ¿poder tocar? En ningún momento se mencione que les paguen y la empresa casi entra en bancarrota un par de veces (y son ellos los que tienen que salvar a la empresa laburando como chinos). Al final es la disquera la que debería estar agradecida a ellos y no al revés, como acaba pasando.

Como siempre, a todas las chicas de la serie les gusta el protagonista en algún nivel. Una de ellas es la típica amiga de la infancia con la que se gustaban pero nunca llegaron a nada y ahora que ella quiere accionar él ya tiene novia o está de luto por la novia o tiene una nueva novia. El peor timing del mundo tiene la muchacha, así que cuando ya va por la tercera parte de su saga de rechazada básicamente intenta violar al pobre Yuu en medio del tour. Y Seo te lo vende como algo erótico lleno de fanservice que se termina con el protagonista gritándole que deje de frotarse contra él en bolas. Y esto lo leen tus hijos, ama de casa japonesa.

Siguiendo con los greatest hits de esta serie: La serie tiene un personaje principal abiertamente homosexual que no es un depredador del protagonista ni un afeminado, solo un pianista que deja su vida de rico porque el viejo no acepta que sea puto. El rubio de Mikasa es un personaje que lucha con su música por ser quien es y que nadie pueda decirle que lo esconda. Un representante de la lucha LGBT en el manga como hay pocos en las revistas más vendidas. Excepto que no porque en uno de los capítulos más recientes (a la fecha) le tira la gran revelación a su exprofesora: “Hasta ahora creí que solo podía amar a hombres, (…) pero sin darme cuenta comencé a amarte de la misma forma en la que amaría a un hombre”. No me lo heterosexualizaron, obviamente, pero sí me lo vendieron como gay y ahora me lo ponen con una novia (ella acepta ser su novia, por supuesto), así que lo tomo como una media traición que me lo bisexualicen en segundo plano. Ah, su primera novia tiene 29 y él 18, pero vamos a ignorar eso.

En otra trama típica de telenovela mexicana y justo para el estreno del anime que adapta los primeros capítulos con la primera Fuuka, nos meten un arco en el que aparece una mina igualita igualita a ella y que resulta ser una loca obsesionada con ella que aprovechó que se murió para copiarla físicamente. Sí, leíste bien, y la telenovela mexicana no termina ahí cuando nos enteramos que el papá de Fuuka Dos es el conductor de camión que le pasó por arriba a Fuuka Uno… ¡y que ambas eran amigas de la infancia!

La última queja de esta lista que sería más extensa si me pusiera a releer atentamente esta historia que ya lleva 17 tomos que su servidor viene leyendo semanalmente porque le gusta autoflagelarse va por el lado del objetivo de los personajes. Cuando arrancan la banda se ponen como objetivo tocar en el Budokan, lo cual logran como por el volumen 8 y porque son amigos de una banda mucho mejor que ellos y les dejan ser teloneros. Tan anticlimático como que Luffy encuentre el One Piece después de pelear con Arlong. Ahora los personajes flotan entre tramas románticas innecesarias y nuevos objetivos profesionales que incluyen sobrevivir a un imperio musical que por alguna razón los odia e invierte tiempo y recursos en destruir esta banda de adolescentes indie de moda.

En conclusión, es un manga de mierda. Si querés leer un manga musical, o uno de drama o uno romántico hay miles de opciones mejores que este con el que invertir tu tiempo y tu vicio, y con suerte serán reseñados en otra ocasión. Pero en otra columna, porque acá se habla de cosas decepcionantes, y nada decepciona más que Fuuka.

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Escrito por:
Matias Mir
"El especialista"
Matias Mir
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