Discretamente y sin llamar mucho la atención, el 22 de diciembre se publicó el capítulo final de Mob Psycho 100 (Mobu Saiko Hyaku), el web-manga de ONE, misterioso mangaka famoso por su estilo de “garabatos” poco detallista. La serie venía publicándose a un ritmo muy irregular desde 2012, y con lo que completaría su quinceavo tomo concluyó a fines del año pasado en la revista online Ura Sunday, marcando así la segunda serie concretada del autor y su cuarto proyecto terminado contando un par de one-shots.
¿Tuvo un final digno? ¿Vale la pena leerlo? Vamos por partes…
Arranquemos por lo obvio. Sí, este manga es del mismo creador de One-Punch Man (al menos de su encarnación original, el webcómic). Más adelante voy a hacer una breve comparación entre ambos, pero quería destacar cómo la adaptación al anime del remake de Yusuke Murata de OPM le dio popularidad a Mob, y cómo eso logró que esta serie web que pasaba desapercibida hasta entonces lograse tener su propia adaptación al animé por el famoso estudio Bones (Fullmetal Alchemist, Boku no Hero Academia) sin necesidad de tener un “lavado de cara” estético como su serie hermana del pelado.
La trama de MP100 (me cansé de escribirlo) es tan simple como explotable: Shigeo (lo llaman Mob) es un pibe de 14 años con una personalidad planísima. No tiene gustos particulares ni ningún trato de personalidad. No se enoja ni expresa muchas emociones. ¿Por qué el protagonista es tan aburrido? Porque Mob es el psíquico más poderoso del mundo y si se estresa no hay límites para lo que pueden hacer sus poderes. Así que Shigeo va por la vida juntando estrés en su corazón haciendo subir un simpático contador que, si llega a 100%, puede desatar el caos.

A Mob lo acompaña un colorido grupo de personajes que se expande a medida que avanza la serie, pero los más importantes son Ritsu, su hermano que está aterrado de él, y Reigen, un falso psíquico que se aprovecha de la personalidad manipulable de Shigeo para cumplir las misiones que le encargan sus clientes.
En el universo donde transcurre la historia existen los poderes, pero prácticamente nadie los desarrolló a la altura de Mob, y no son algo socialmente conocido. Hay espíritus malvados y fantasmas que asustan y poseen a las personas y que existen gracias a las creencias populares o los recuerdos de sus seres queridos. Es un mundo con elementos fantásticos pero bien arraigado en nuestra realidad.
Lo primero que quería recalcar era, justamente, el realismo. Aunque Mob luche constantemente contra espectros o psíquicos, el guion es profundamente realista cuando se trata de interacciones interpersonales. Es una serie donde los personajes se permiten ser tontos o serios según el momento, donde pueden actuar de forma contradictoria a lo que dicen y donde son hermosamente multifacéticos. Hasta el personaje más de fondo en dos diálogos se profundiza y le da a la serie no solo la seriedad sino el humor específico que la caracteriza. El clímax de uno de los arcos más “serios” del manga, el arco de Claw (que coincide con el final del animé) es uno de los mejores ejemplos de esto. Ahí los malvados psíquicos del grupo Claw se enfrentan a Mob y sus amigos con el objetivo de dominar al mundo, y casi todos son derrotados por Reigen, un humano normal, cuando él utiliza el sentido común y les hace entender que “dominar el mundo” es un plan infantil y que son solo unos nenes al costado de la sociedad que nunca van a ser productivos si siguen jugando a los villanos. Es anticlimático, es fuerte y es graciosísimo, y representa todo lo que quiere expresar este manga.
Pero además del humor y sus personajes multidimensionales, MP100 tiene otra cara que lo hace un manga excelente y es cómo puede fácilmente meternos de lleno en lo más oscuro de la mente del autor. Ya desde el vamos la historia trata sobre un preadolescente inocente que tiene dentro la fuerza para destruir el mundo y cómo lidia con ello (uno de los momentos más profundos es cuando Mob se pregunta si alguien va a poder detenerlo si pierde el control). Pero eso es solo la punta del iceberg. Hablamos de personajes que se vuelven más poderosos mientras más culpa sienten y arruinan vidas para tener fuerza a costa de sus almas. Hablamos de que a Mob lo atrapen en un mundo artificial donde su vida es un infierno y lo dejen ahí por seis meses para obligarlo a usar sus poderes para asesinar. Hablamos de nuestro protagonista constantemente luchando contra la idea de usar sus poderes contra otros y sintiendo que el mundo no lo deja ser inocente. Personajes acomplejados por sus familias que viven literalmente en la basura sin dormir con tal de cumplir con los estándares, la idea misma de un dios en la tierra basado en la hipnosis y la pérdida de la individualidad, la muerte de todos tus seres queridos. Esta historia simpática se puede poner heavy de una página a la otra, y no hay advertencia.

El último factor que quería mencionar del guión es la flexibilidad que tiene ONE para plasmar sus arcos argumentales. El hombre es un genio cuando se trata de plantear ideas y tirar puntas que no van a tener sentido hasta dentro de años. Por ejemplo, en uno de los primeros arcos, Mob se enfrenta a un espíritu que manejaba un culto y logra vencerlo y disolver el grupo, pero los miembros de ese grupo se obsesionan con su salvador y forman un nuevo culto, el “Psycho Helmet Club” refiriéndose a la cabeza de balde de Shigeo. Además, el espíritu derrotado reaparece en la vida de Mob y va a convertirse en un personaje esencial de la historia, mientras que los Psycho Helmet resultan ser el núcleo de uno de los últimos arcos del manga. Más divertido aún: en un arco muy corto el chiste es que Reigen le paga a Mob con una bolsa de semilas de brócoli. Ese detalle insignificante se vuelve vital para el clímax de la pelea más brutal en la que se enfrenta Mob a diez capítulos del final del manga. Todo está conectado y hace que el mundo de los personajes se sienta vibrante y vivo.
Hablemos del arte. Ya lo había dicho en mi nota sobre Phantom Blood: el arte de esta serie es un asco. Bueno, no exactamente. Sí, son garabatos deformes y sin substancia. A veces las líneas están torcidas y en general está lleno de errores evitables si el autor simplemente se tomara más tiempo en elaborar la página, pero esa no es la idea de ONE, que sacrifica la prolijidad por la fluidez. Si uno está acostumbrado a leer mangas con el estilo genérico nipón, entonces esto puede resultar chocante. A pesar de todo eso, el arte de MP100 a veces puede ser sorprendente. Fuera de contexto, los momentos artísticos más elaborados pueden parecer comunes, pero en contexto, ver como de una página a otra el arte pasa de ser garabatos sin sombras a figuras complejas con tintas y blancos en los lugares donde tengan el mayor golpe es impresionante. El formato de webmanga le juega a favor, y ONE lo sabe. Su forma de plantear las páginas, de jugar con las sombras, de hacer fluir todo y de organizar la acción es sublime.
Particularmente me detengo en el diseño de Mob. El protagonista está hecho para ser plano y genérico, pero su diseño tiene una vuelta de tuerca. Cuando Shigeo llega al 100% y se desata todo su poder entonces los ojos se le ponen blancos, a su alrededor lo envuelven tramas complejas y sombras y su expresión siempre tranquila se convierte en un estallar de emociones. Es un contraste muy fuerte y solo se puede lograr si primero lo planteaste como un garabato simple.

Ahora sí, hablemos del pelado. La comparación obvia entre las dos series es la idea del protagonista simplón ultra-poderoso que desde la base ya sabés que le va a ganar a todos sus enemigos sin importar lo fuerte que sean. Es entendible, pero Mob se diferencia de Saitama (además de los factores obvios como que uno es un pibe y el otro un adulto) en que él, en su falta de personalidad, tiene una personalidad. Es un personaje complejo que tiene objetivos y miedos, aunque nos cueste a nosotros y a él verlo así. Pero la diferencia más importante y la que hace que, para mí, MP100 sea mejor es en la acción. Primero, los poderes. Saitama simplemente es el más fuerte que existe, mientras que Mob solo es muy, muuuy poderoso. Ya en las primeras peleas nos damos cuenta que el pibe puede sufrir daño, puede chocar con otros y hasta puede empatar. Más importante aún, ¡uno de los factores esenciales es que Mob NO quiere pelear con sus poderes! Siempre intenta buscar el camino del diálogo o evitar la pelea. Aunque yo sea el que más se emociona cuando Saitama finalmente se pone frente a un monstruo gigante y le pega un serious-punch, es infinitamente más interesante ver al protagonista buscándole la vuelta y sufriendo porque sabe que a veces no podés evitar el conflicto. Aunque obviamente es el chiste, el mayor problema de Saitama es que está aburrido. El mayor enemigo de Mob es (literalmente) él mismo.
Sacando los supervillanos, los fantasmas, les peleas épicas y las ridiculeces, esta es la historia de cómo un pibe medio tonto y manipulable pero de buen corazón busca la forma de desarrollar emociones sin que eso mate a todos sus seres queridos, y esa idea simplemente es conmovedora. En algún momento de la lectura Shigeo se convirtió en mi hijo y no me di cuenta, y eso para mí es la mejor señal de un manga bien planteado y con personajes bien escritos.
Podría sentarme y hablar de MP100 todo el día, pero estoy seguro que tengo un límite de caracteres, así que voy cerrando. En alguna parte de todo esto quería resaltar que Reigen me parece uno de los personajes de manga más copados, profundos y mejor desarrollados que leí en mi vida. También que, ahora que terminó el manga (con unos arcos finales uno más genial que el otro y un final que me llegó al corazón) tranquilamente se podría hacer una segunda temporada del animé que adapte el resto de la historia y lo que son sus mejores historias.

Pero si solo puedo escribir algo más, sería que, si quieren leer algo que juegue en el borde entre la comedia y la acción épica (pero quieren que no se sacrifique el desarrollo de los personajes en el intento) entonces agarren sin dudarlo el tomo más cercano que tengan de Mob Psycho 100.
Mob Psycho 100 ganó el premio Shokakugan al mejor shonen en 2017. Actualmente se publica en España por Editorial Ivrea. Fue adaptado al animé en 2016 y tiene una serie live-action con fecha de estreno en Enero 2018.