En un intento de repasar las obras más importantes de la carrera del mangaka Inio Asano eventualmente tiene que llegar el momento de hablar de Nijigahara Holograph, obra compleja y para nada recomendable para primeros lectores del autor (aunque sí sea la base de un estilo que perfeccionaría en obras siguientes).
Publicada entre 2003 y 2005 en la revista Ohta Shuppan (y con un prólogo agregado en la versión recopilada en tomo unitario), “Holograph” es la segunda obra serializada de Asano, una serie de 12 capítulos que suele tener como resultado varios dolores de cabeza entre sus lectores debido a lo rebuscado de su trama, la inmensa cantidad de personajes que interactúan en tan poco espacio y, lo más complicado, la ejecución de la historia en orden no cronológico, saltando alternadamente entre el pasado y el presente de los protagonistas. Si a eso se le suman elementos sobrenaturales sin explicaciones literales y la ruptura del verosímil en momentos clave, no es raro que haya ganado fama de “obra inentendible”.
La idea de estas “anotaciones” no es la de declarar un análisis oficial y cerrado, sino la de intentar diseccionar la obra y entender su historia de una forma que sea más digerible. Por supuesto, está lleno de SPOILERS.
Al igual que en otras “anotaciones” (como las de Oyasumi Punpun), se hace complicado separar el todo en partes sin que se pierdan datos o se “spoilee” solo el análisis, y más aún en una obra que más que una historieta es un rompecabezas gráfico que el lector tiene que resolver. Asano nos da las piezas y nos propone el juego, así que empecemos a jugar.
También podés leer:
- Oyasumi Punpun: Anotaciones (parte 1)
- Oyasumi Punpun: Anotaciones (parte 2)
- Oyasumi Punpun: Anotaciones (parte 3)

“El valle de los dos niños”
Si vamos a empezar que sea por el principio, pero es más fácil decirlo que identificarlo en una historia que alterna la temporalidad de la narración constantemente. Por confuso que sea, el principio está en el final, en el epílogo de la historia. Si bien en la primera página del primer prólogo vemos a los dos bebés recién nacidos, la primera escena de esos bebés juntos está en el “día del atardecer”, esa última salida familiar en el valle de Nijigahara que tuvieron un padre, una madre y sus hijos gemelos. De la madre nunca sabremos el nombre, pero el padre se llamaba Kimura y los hijos eran Arie y Amahiko. Para Amahiko, ese fue su último momento feliz, a pesar de todo. Los niños jugaron y la madre se durmió en el regazo de su marido. Cuando despertó, le contó a Kimura que había vuelto a tener su sueño recurrente, que se convertía en mariposas y podía ver todo lo que ocurría en el mundo. En esa ocasión, se había encontrado con Dios, quien le reveló que quería destruir el mundo, pero ella sabía que en realidad esa destrucción era el avance hacia la eternidad. Ahí es cuando el día de campo se arruina porque Kimura se pone a ahorcar a su mujer, trastornado por la idea de una eternidad en la que siga siendo el hombre miserable que es. Su esposa le dice que no debe tener miedo, que ser feliz o ser miserable no depende de nadie excepto de él.
Después de eso, la mujer dejó a Kimura y separaron a los hijos. Arie se quedó con su padre y Amahiko se fue a vivir con su madre y el nuevo esposo de ella, el señor Suzuki, cambiando el apellido del niño y cómo lo empezarían a llamar todos de ahí en adelante. Al año siguiente, la mujer anónima escapó de su hogar y dejó a su nueva familia. Cinco años después, su cuerpo apareció bajo el túnel que da al río en el valle de Nijigahara. Aparentemente estuvo viviendo ahí abajo, en la red de túneles subterráneos, y tardaron meses en encontrarla.
No queda claro si fue Arie la que encontró el cuerpo o no, pero sabemos que fue llamada por una voz hacia el túnel antes de que fuera encontrada. Lo que también sabemos es qué pasó con ella desde lo de su madre. Unos cuatro años después, seguramente después de haber sido abusada sexualmente por su propio padre, buscando consuelo en alguien y poder comunicar su angustia, se hizo amiga de un chico bastante mayor llamado Makoto Higure, al que le dio la mitad del collar de mariposa que le había dejado su madre. Con Makoto solían juntarse después de la escuela y charlar sobre fantasías y mundos imaginarios, y juntos crearon en un diario una historia sobre una niña que es enviada por los dioses para advertir al mundo del monstruo del túnel, pero que es sacrificada por los humanos por miedo a dicho monstruo. Esa historia, intuimos, era su forma de decir que intentó advertir lo que vivía en su casa y cómo nadie le creía.
Makoto Higure intentó violarla. No queda claro si lo logró, pero la situación fue interrumpida por Kyoko, la profesora de Arie, que al intentar defenderla fue golpeada con un ladrillo por Makoto, quien huyó.

La ficción se vuelve realidad cuando Arie le cuenta a sus compañeros de clase acerca de su historia del monstruo del túnel, y ellos, aterrados por el fin del mundo, deciden vengarse de ella jugando al Hana Ichi Monme, un juego infantil japonés de a equipos donde la dinámica termina moviendo a los jugadores hasta que todos estén de un lado excepto uno, el perdedor. Ese día, el día en que se encontró el cadáver de la madre de Arie, ella es forzada a perder en el Hana Ichi Monme contra sus compañeros de clase, y es acorralada entre una fila de niños agarrados de las manos y un pozo ciego que da a las aguas turbias del túnel de Nijigahara. Arie pierde ese juego y queda en coma desde entonces.
Durante todos los años que permanece dormida, su padre viola su cuerpo inconsciente.
Paralelamente, Amahiko, ahora “Suzuki”, va a otra escuela donde sufre de acoso por parte de sus compañeros de clase. En un juego de Hana Ichi Monme en el techo del colegio, viéndose acorralado se tira al vacío, incapaz de reconciliarse con la angustia de “no ser necesitado”, ni por sus amigos ni por la madre que lo abandonó. Queda hospitalizado por bastante tiempo, ya que queda temporalmente paralizado de la cintura para abajo, además de sufrir de baches en su memoria. En su momento de mayor frustración, un anciano le entrega una caja de metal que, según él, puede concederle un deseo.
Meses después, Suzuki es transferido a la escuela y la clase a las que asistía Arie hasta hace solo unos días, decidido a usar su deseo para destruir el mundo.

“Zhuangzi soñó que era una mariposa”
Como siempre, a Asano le gusta relacionar su historia con folclore asiático y mitología, y una de las piezas que toca en Nijigahara Holograph es “El sueño de Zhuangzi” (o “Chuang Tzú”), la fábula sobre un filósofo que sueña que es mariposa y despierta sin saber si en realidad es una mariposa que sueña ser hombre o un hombre que sueña ser mariposa. No solo va a relacionar esto con la literal idea de las mariposas como la corporalidad de la mujer anónima durante su sueño, sino también para jugar con la percepción de los personajes de sus realidades y todo aquello que no es la realidad, es decir, los sueños.
La metáfora se da principalmente con el personaje de Kota Komatsuzaki, un nene pendenciero de la clase de Arie 11 años atrás, a quien le gustaba ella y justo fue a verla a su casa cuando estaba jugando su juego mortal de Hana Ichi Monme. No haber estado para salvarla va a ser un arrepentimiento que arrastre por el resto de su vida, y principalmente lo haga pelearse con su compañero de travesuras Hayato, quien termina por darle un ladrillazo y tirarlo en el mismo pozo por el que cayó Arie. A partir de entonces, las secuelas del golpe en la mente de Komatsuzaki lo van a hacer olvidadizo, despertar en lugares desconocidos y perder la conciencia y el control sobre sus acciones. En su primera aparición como adulto en la serie, vemos que sueña con él mismo de niño y con una mariposa que le habla y le dice que entre al túnel de Nijigahara. Cuando despierta, hay una mujer al lado suyo a la que no recuerda.
Guiado por las mariposas, como en su sueño y también como en su infancia, aunque no recuerde exactamente cómo, Komatsuzaki es testigo de una extraña escena: su jefe en su trabajo en un supermercado (que también es un antiguo maestro de su primaria, famoso por tratar con violencia a los alumnos y que cagó a palos a su amigo Hayato) le propone sin muchas opciones a otro empleado, Kimura (el padre de Arie, quien sigue en coma), que se corte los dedos con una fiambrera para cobrar el seguro y pagarle la plata que le debe. Lo siguiente que Komatsuzaki sabe es que asesinó a su jefe y también trató de matar a Kimura, y después de eso ya pasó un día y está besándose con la misteriosa chica en las orillas del río en Nijigahara antes de, sin razón aparente, adentrarse en el túnel.
¿Qué es lo que sucede? ¿Acaso los saltos de conciencia de Komatsuzaki son realmente causados por el golpe cuando era chico? Seguramente, pero también sucede algo más, porque efectivamente termina por hacerle caso a la mariposa de su sueño, la misma que lo hizo presenciar la situación de su jefe y su compañero y seguramente la misma que lo hace cometer el asesinato, salvando a Kimura, aunque también atacándolo.
La chica misteriosa con la que durmió la noche anterior a asesinar a una persona es Arakawa Maki, otra compañera de clase de la primaria. Maki gustaba de él en esa época, pero Komatsuzaki la rechazó no solo porque le gustaba Arie, sino porque después del incidente se prometió “nunca volver a enamorarse”, ya que no era capaz de proteger a nadie. Maki, 11 años después del rechazo, es una estudiante de arte frustrada que trabaja en una cafetería atendida por el atractivo y exitoso Makoto Higure. Maki eventualmente sospecha que Komatsuzaki pudo haber cometido un asesinato y ayuda en lo que puede a encubrirlo, pero decide perseguir la estabilidad que le propondría una relación con Makoto en lugar del caos de volverse a ver con Komatsuzaki.

Por supuesto que Makoto Higure es el mismo Makoto Higure de antes, y por motivos que vamos a explorar más adelante en este mismo análisis termina intentando asesinar a Maki, quien es salvada por Komatsuzaki, que salió del túnel para ejercer esta venganza en más nombres que solo el suyo. Después de que Komatsuzaki mate a Makoto, es ayudado y encubierto por Maki hasta que, siguiendo las órdenes de la mariposa, vuelve al túnel para encontrar un collar, guiado por una misteriosa figura de un solo ojo, y se lo entrega a Maki. Siendo esa su “última misión” por parte de la mariposa, regresa por última vez al túnel para cobrar su recompensa.
Komatsuzaki despierta en su habitación en una página idéntica a la de su primera aparición, excepto que sin la reflexión respecto a la mariposa y el sueño, pero la ausencia dice más que su presencia. Maki, a su lado, le dice que es su novia, y ambos conservan sus trabajos y nadie murió y Arie despertó del coma, así que van a comprar flores para llevarle al hospital. ¿Komatsuzaki soñó que le hacía caso a una mariposa y ahora es feliz? ¿O acaso era la mariposa y ahora sueña con una realidad mejor? Al igual que Zhuangzi, no puede saberlo, pero nosotros podemos arriesgar algunas respuestas, más adelante.

“El monstruo del túnel provocará el fin del mundo”
Arie intentó proyectar todos sus miedos y angustias en un miedo infantil más digerible para sí misma y, esperaba, para los demás: el oscuro y aterrador túnel debajo del puente de Nijigahara. Ella creó al “monstruo del túnel”, que no es otra cosa que una expresión de sus miedos, y si algo tienen en común los personajes de Nijigahara Holograph es que todos viven con sus miedos a cuestas. Ya sea el arrepentimiento, el dolor, el odio, la angustia o la obsesión, todos estos personajes cargan con un monstruo del túnel, que en realidad no es otra cosa que la realidad. A lo que todos le temen es a enfrentar aquello que los aterroriza, pero nunca van a poder ser libres a menos que se enfrenten al monstruo.
Ese monstruo se representa en la obra con las mariposas, que a su vez son el sueño que tuvo la mamá de Arie y Suzuki ese día de campo en Nijigahara. Este punto particular del análisis se ha discutido mucho, y hay quienes plantean que en realidad las mariposas son la propia Arie mientras está en el coma, pero para los propósitos de las anotaciones vamos a interpretarlas como la conciencia de la mujer anónima.
Las mariposas vuelan por todo el mundo y lo observan todo, y no son solo algo metafórico porque también, físicamente, una oleada de mariposas invade Nijigahara como una plaga en el presente de la historia. Maki las ve una noche en el valle con Makoto, salen en las noticias y cada vez se vuelven más molestas para la población general. Sin embargo, también interactúan de distintas formas con los personajes, desde intervenciones pasivas hasta movidas más agresivas.
Probablemente la intervención más intensa de las mariposas sea la que tienen con el ya mencionado Komatsuzaki, que es el primero que ve a la mujer anónima en forma de una sombra que acecha a Kimura el día del incidente de Arie, y a quien le hablan las mariposas en sueños desde que cae en el pozo (donde, casualmente, acababa de encontrarse el cuerpo de la mamá de Arie) y comienzan a poseerlo desde entonces. Podemos ver en el capítulo 11 la primera vez que entran en su boca cuando en el hospital le habla a Suzuki frente al cuerpo de Arie diciéndole que “aún no está lista para despertar”, algo que no tiene ninguna lógica viniendo de Komatsuzaki pero sí siendo las palabras de la mujer anónima. Las mariposas lo usan para salvar a Kimura, anterior esposo al que seguramente todavía debía querer, pero también para atacarlo y mandarlo al hospital, donde más tarde va a hacerlo suicidarse por lo que le hizo a Arie.
Otra venganza que cometen las mariposas a través de Komatsuzaki es contra Makoto, con quien hablan un año después del incidente de Arie, diciéndole que “pueden ver todo lo que ocurre en el mundo”, algo que suena menos como una observación y más como una amenaza, en plan “sabemos lo que hiciste con Arie”. Makoto recuerda lo que le dijeron las mariposas después de que Komatsuzaki le clave su propio paraguas en el cuello.
Vamos a ver en los siguientes apartados cómo las mariposas afectaron a los demás personajes en el valle de Nijigahara.

“Retomemos la historia”
Ya que hablamos de Makoto, es interesante entender cómo su historia de obsesión y horror termina encadenando a varias piezas importantes de este rompecabezas. Desde joven, Makoto presenta una personalidad antisocial que lo hace tomar decisiones drásticas irrenunciables una vez que las piensa, comenzando por su obsesión con Arie y cómo termina por hartarse de la historia que formaban juntos para pasar a lo que realmente le importaba, su cuerpo. No lo afectó mucho haber intentado violar a una nena o desfigurar a otra mujer para huir, pero sí quedó muy perturbado cuando Arie quedó en coma, y se obsesionó tanto con “seguir la historia” que armó una habitación secreta arriba de su cafetería donde le habla a una muñeca con forma de nena.
Cuando Makoto descubre que su hermanita leyó su diario de historias del monstruo del túnel (en realidad no fue ella, fue Suzuki cuando un día fue invitado a merendar) toma la decisión de prender fuego su casa y asesinar a toda su familia. Cuando, hablando con Maki, se entera que ella fue parte del grupo que linchó a Arie y la puso en coma, rompe el cuadro que ella le había regalado y planea asesinarla. Y, cuando finalmente le dan el golpe final bajo un cielo lleno de mariposas, corre a su habitación secreta para poder, en sus últimos momentos, reconectarse con la Arie que tanto lo obsesionaba.

“Deja de regodearte en el pasado”
Oscuramente no es muy difícil empatizar con Kyoko, la profesora de primaria que intentó salvar a su alumna, Arie, y terminó con una desfiguración facial que la dejó sin un ojo y con el rostro lleno de vendas durante años. Desde el incidente desarrolló un entendible miedo a los hombres y se desapegó de su vocación como profesora, ya que por preocuparse por sus niños solo recibió dolor. Ese desapego hizo que dejen de interesarle los problemas internos del grupo en general y la situación de Arie en particular, y aunque podría haber evitado que la dejen en coma, simplemente no le importó. Lo único que todavía le importaba durante el que sería su último año como profesora era ayudar al alumno nuevo, Suzuki, que no la conocía de antes, no la juzgaba por sus vendajes ni sabía lo que había pasado con Arie.
Tanto ella como Suzuki dejaron ese colegio el mismo año, y ella se casó con Hatori, un profesor que insistía con sus sentimientos hacia ella mientras trabajaban juntos y con quien tuvo un inapropiado y algo perturbador romance de oficina. Hatori y Kyoko tuvieron dos hijos, gemelos, pero para cuando los vemos en la trama del presente ya se están divorciando. Los motivos son ambiguos y profundos, pero tienen que ver con dos pistas que nos da Asano: la constante imposibilidad de Kyoko para avanzar en su vida, sin cicatrices físicas pero sí con las emocionales (“la cirugía reconstruyó mi cara pero no mi alma”) y las marcas de violencia doméstica que presenta una hija en el cuerpo.
En una versión muchísimo más triste de la fábula de Zhuangzi, Kyoko desea que los últimos doce años de su vida hayan sido un sueño antes de ser envuelta por las mariposas. Poco después encuentran su cuerpo suicidado en el túnel de Nijigahara.
Lo interesante es que, más adelante, cuando el Komatsuzaki adulto esté buscando el collar de media mariposa, la figura que lo ayuda es la de una mujer de un solo ojo. Queda a interpretación de los lectores si es o no Kyoko, pero para un autor que ama tanto los paralelismos como Asano, que justo Kyoko haya tenido hijos gemelos con padres separados y abuso físico en la familia queda perfecto para plantear un final cíclico (¡como en Oyasumi Punpun!) y que la angustia de vivir no es algo único a los personajes de esta historia sino que todas las generaciones van a vivirlo (¡como en Oyasumi Punpun!).

“Podría incluso acabar con el mundo en un instante”
A pesar de ser el personaje más importante de la historia, es curioso como recién ahora le dedico un apartado. Eso dice tanto de mi inhabilidad para analizar la obra como de la riqueza de historias y personajes en Nijigahara Holograph.
El primer día de clases de Suzuki en su nueva escuela, se encuentra con una mariposa y tiene una pequeña conversación con ella:
-Puedo ver. Puedo verlo todo. Puedo ver todo lo que ocurre en el mundo.
-¿Eres Dios? -pregunta Suzuki.
-No, pero he estado con él.
-Qué coincidencia, yo también. Cuando estuve ingresado en el hospital, Dios sufrió tanto por mí que me dio un regalo, esta caja de metal. En su interior hay una magia que puede cumplir cualquier deseo. Con este poder… podría incluso acabar con el mundo en un instante.
Primero nótese que se refiere al anciano que le dio la caja como “Dios”, y que en la última página del libro nos enteraremos que era él mismo de anciano. Segundo, comparémoslo con este diálogo que tiene su madre con Kimura en el “día del atardecer”:
-¿Has vuelto a tener el mismo sueño?
-Sí. Abandonaba mi cuerpo. Mi alma se convertía en mariposas y durante años podía ver todo lo que ocurría en el mundo. Una voz me hablaba, debía ser la voz de Dios. Dios me decía que estaba cansado del mundo… y que un día lo haría desaparecer.
También es clave la yuxtaposición de diálogos e imágenes, ya que cada vez que se menciona a Dios en esa escena, tanto en este diálogo como cuando Kimura le responde “¡¡Dios no existe!!”, la “cámara” apunta a Suzuki.
Ya es obvio a esta altura el juego que arma Asano, queriendo plantear a Suzuki como Dios, pero no es tan simple, y me gusta pensarlo en tres etapas para un mejor análisis.

EL DIOS DE LA DESTRUCCIÓN: Este vendría a ser Suzuki cuando es un nene en los capítulos del pasado. El poder que lo hace ser un Dios está en la propia caja de metal, así que comienza cuando está hospitalizado, después de la amnesia y olvidar a su propia madre y hermana. Cuando a este Suzuki le piden que dibuje su futuro solo pinta una hoja de puro rojo, el mismo rojo que vio en el atardecer en su último día feliz mientras su padre ahorcaba a su madre y su vida familiar terminaba para siempre.
En el primer capítulo Suzuki está a punto de destruir el mundo con la caja, pero el hermoso atardecer en el valle de Nijigahara junto a las palabras de su profesora (“no te rindas”) lo hacen desistir y soltar la caja en el valle, perdiéndola temporalmente. Cuando, capítulos después, la busca con su compañera Narumi Higure, conoce al hermano de ella: Makoto Higure, quien le regala un collar de media mariposa. En ese mismo capítulo, Suzuki se encuentra con un joven adulto de lentes que no es otro que él mismo, y ese confuso episodio va a ser clave más tarde.
Cuando se entera que su padre va a volver a mudarse y va a tener que transferirse a otro colegio y lidiar con nuevas experiencias angustiantes, Suzuki decide huir de su casa, ignorante además de que esa misma noche su “madre” pensaba matarlo (sabiendo que no era la madre biológica de Suzuki pero al parecer fingía que sí, entendemos mejor por qué lo trataba para la mierda, apenas lo alimentaba y termina por decidir asesinarlo con un cuchillo de cocina). El plan era encontrarse en el valle de Nijigahara esa noche con Narumi, pero ella nunca llega porque Makoto elige esa misma noche para asesinarla junto a toda su familia y prender fuego la casa. Es Komatsuzaki el que lo encuentra en la nieve (¿o acaso es su propia madre?).
Cuando la policía lo lleva al hospital, le dicen que lo encontraron abrazando la caja de metal, que mágicamente vuelve a él. Esa noche en el hospital va a visitar a Arie y ve que tiene el mismo collar que él, la otra mitad, pero un Komatsuzaki en trance le dice que “aún no está lista para despertar”. Esa enigmática frase no solo implica lo obvio, sino que también se refiere al propio Suzuki: que él no está listo para despertar, que las mariposas separadas por el destino aún no están listas para convertirse en una sola. Ante ese mensaje, Suzuki tira su mitad del collar por las alcantarillas que decantan en el túnel de Nijigahara, cerrando así el hueco cronológico del viaje del collar (si les interesa, es: madre de Arie y Suzuki > Arie > Makoto > Suzuki > Komatsuzaki > Maki, hasta ahora).
Al final las clases terminan, y en su último día, como último recurso antes de tener que volver a mudarse, ante un atardecer tan rojo como el del día que olvidó (y que acaba por ser su visión del futuro, como en ese dibujo un año antes), Suzuki desea la destrucción del mundo. El mundo no se destruye, obviamente, pero su deseo sí acaba con el flashback, acaba con la infancia y acaba con esa etapa de su vida.
EL DIOS DORMIDO: Esto vendrían a ser los 10 años de vida de Suzuki desde que se muda de la ciudad hasta que su padre muere y le revela que es hijo de su primera esposa. Suzuki vuelve al valle de Nijigahara en búsqueda de esa madre y se cruza, ahora sí, con un nene que le entrega una caja de metal y que no es otro que él mismo. La caja finalmente se abre en sus manos ante un atardecer rojísimo y Susuki, finalmente, recuerda.
(No me pidan una cronología de la caja de metal porque realmente no la entiendo. Susuki viejo > Suzuki nene > la pierde > ¿? > se la da a Susuki adulto, que la usa > ¿? > Suzuki nene la tiene de nuevo en su último día de clases pero no funciona).
Ya casi listo para despertar, Suzuki duerme en el valle de Nijigahara bajo las mariposas y va a visitar la tumba de su madre, con una esquina desgastada de todas las veces que fue a visitarla Kimura. Allí se encuentra con Maki, que le lleva el collar de media mariposa. Finalmente, en el valle de Nijigahara, se encuentra con Arie, recién despertada del coma. El Dios, también, está listo para despertar.

“Es hora de despertar”
El valle de Nijigahara está relacionado a una leyenda local sobre los Kudan, figuras mitológicas de cuerpo de vaca y cabeza humana cuya presencia implica malos presagios y que, si se tiran uno al río, dos acabarán en el otro extremo de la corriente. Entendiendo a los Kudan como metáfora de los personajes principales de esta historia (Arie y Suzuki), lo primero que podemos plantearnos es la idea del “mal presagio”, que sus mismas existencias, por el hecho de ser, implican un mal futuro. La vida para los Kudan es una maldición, y la gente solo intenta deshacerse de ellos tirándolos al río sin entender que eso solo los multiplica. Al igual que los habitantes del pueblo con la enviada de los dioses o los compañeros de la clase con Arie, parecería ser que la reacción más humana del mundo ante la premonición de que la vida va a ser horrible es matar al mensajero, deshacerse de esos pensamientos malos e intentar ignorarlos, pero la corriente siempre vuelve y del otro lado del río solo siguen apareciendo más Kudan.
Ni Suzuki ni Arie estaban listos para entender eso cuando eran chicos, y cuando ambos perdieron un juego de Hana Ichi Monme (o sea, cuando los "tiraron al rio") los dos se “durmieron”, cada uno a su manera. Recién de adultos, a los 21 años, con Makoto y Kimura muertos, los collares reunidos y Suzuki con sus recuerdos restaurados es que pueden despertar y reencontrarse.
“Las mariposas separadas por el destino se convertirán en una sola, y las vidas de la gente volverán al cauce donde reinan la paz y la prosperidad”
El reencuentro es dramático y catártico. Suzuki no ve a Arie, sino a su madre, la que olvidó, la que lo abandonó, la que le causó una infancia de mierda y con cuyo recuerdo debe reconciliarse. Ahí juegan los traumas, el Edipo, la propia mitología de la obra y los mambos de Asano, y Suzuki viola a su hermana, la mata a golpes y luego huye, devorado por las mariposas, enfrentándose a todo lo que siente, literalmente envolviéndolo, y reaparece perdonado frente a una Arie que, también, en su sueño, podía verlo todo.

“Ese también es mi nombre”
La historia es complicada y la forma en la que la ejecuta Asano no ayuda en absoluto, pero eso la vuelve una obra tan rica para la interpretación, para el descifrado de los significados detrás de las decisiones de secuencialidad. Como ya dijimos antes, Nijigahara Holograph es un rompecabezas hecho historieta, y la guía para entender dónde deberían ir las piezas está en la idea, la moraleja que quiere dejar su autor al contarla. Para mí, el mensaje que busca transmitir una obra tan oscura es irónicamente positivo: que, a pesar de las adversidades y las cosas horribles que nos pasen, todos tenemos el poder de seguir viviendo como queramos, como nosotros mismos.
En el “día del atardecer”, Kimura sufre porque siente que, si ese Dios del que le habla su mujer alcanza la “eternidad”, va a ser infeliz por el resto de su vida. Es un hombre al que le aterra tener que vivir siendo tan miserable como lo es en ese momento por el resto de su vida. La idea de sentir “el peso de ser uno mismo”, de cargar con los errores para siempre, es lo que conecta a todos los personajes de esta obra, y cómo lo resuelven (o no) es la verdadera historia que se cuenta en Nijigahara Holograph.
Si dibujásemos un espectro que vaya desde “vive sin ningún arrepentimiento” hasta “toda su vida es arrepentimientos”, la madre de Arie y Suzuki probablemente iría en el primer extremo y Kimura en el segundo. Ella es el personaje más libre de toda la serie: se casa, se separa, va con otro hombre y luego lo deja y a su hijo, sueña que es mariposas volando por el mundo e intenta arreglarlo un poco para sus hijos pero luego solo despierta y sigue con su vida. Como dice Kimura frente a su tumba: “Ella no fue ni será de nadie. Siempre tuvo la mirada fija más allá del horizonte”.

Arie, de niña, intenta seguir con esa libertad, pero su ingenuidad la hace ser usada por los demás. Al final, incluso ella “busca escapar del sufrimiento” al entrar en coma, pero ni así puede huir de verdad, porque es abusada por su padre. Para dejar realmente todo atrás, primero tiene que despertar.
Komatsuzaki es un personaje que vive arrepentido. No poder salvar a Arie marcó el resto de su vida, y vivió siendo usado por las mariposas para ayudarla a ella y a su hermano a despertar. Obtuvo su recompensa en una vida feliz de fantasía, pero en la realidad sigue siendo un hombre con problemas mentales, ahora prófugo por asesinato y secuestrado por Maki. En su mente es libre, en la realidad no tanto.
Makoto vivió los últimos 11 años obsesionado con hacer que Arie sea suya. Con un pasado tan horrible a cuestas y sin intenciones de cambiar, acaba recibiendo lo que merece.
Kyoko iría más cerca del último extremo de la escala, viviendo profundamente arrepentida y con miedo a dejar ir su sufrimiento. Sin embargo se arrepiente de lo que hizo y busca que la perdonen cuando es envuelta por las mariposas al igual que Suzuki al final de la serie. ¿Acaso eso simboliza que la madre de Arie la perdona por lo que hizo? Si seguimos con la teoría de que luego ella es “el monstruo del túnel”, eso podría tener sentido. Un monstruo de un solo ojo que busca redención.
Maki Arakawa termina aprovechándose del “despertar” de Komatsuzki para formar su propio futuro con él, cagándose en las mariposas y todo este quilombo. Es la que sale mejor parada, digamos.
Una subtrama pequeña y poco mencionada es la de Takahama, el chico al que le hacía bullying Komatsuzaki y posteriormente Hayato. Él no pudo dejar ir el odio hacia sus acosadores y acabó convirtiéndose en un asesino demente que mata nenes que van a su ex primaria mientras declara que “las mariposas han venido y nos llevarán hacia la eternidad”. Sufre la misma angustia que Kimura, la de que su alma siga siendo igual de miserable el resto de su vida.
Hayato es otro personaje poco mencionado en este análisis, pero que resulta más en un agente pasivo que otra cosa. Aunque de chico era un pendenciero, de adulto quiso rectificarse y se volvió policía, aunque sus errores del pasado lo atormentan. Haber dejado en coma a su compañera; haber golpeado a Komatsuzaki y ser el responsable del estado mental en el que comete asesinatos y que ahora esté prófugo; que Takahama, al que él acosaba, ahora también sea un asesino, un infanticida; que su compañera Maki sea cómplice del escape de Komatsuzaki; que cuando era chico se haya muerto otra compañera, Narumi, en un incendio; que haya aparecido suicidada su antigua profesora y también el profesor que lo golpeaba de chico; todo eso lo asalta mientras las mariposas vuelan a su alrededor y su mente regresa a la infancia, cuando lo aterraba el monstruo del túnel, solo que esta vez no hay una nena con collar de mariposa a la que sacrificar para saciar al monstruo.
Por último, Suzuki se enfrenta a toda su angustia y todo su dolor para poder, finalmente, convertirse en EL DIOS DESPIERTO, el personaje que completa su viaje, trasciende el tiempo y, cuando es ya anciano, puede pasar el mensaje a otro que sufre, un niño que se tiró del techo de la escuela y ahora no tiene la voluntad para ponerse de pie. A ese niño le regala dos cosas: una caja de metal con el poder de cumplir cualquier deseo (es decir, la esperanza en un futuro) y el consejo de que, sin importar lo cruel que sea el mundo, tiene que ser fuerte y decidir vivir su vida.
Y qué mejor persona para darle ese consejo que él mismo.

Y con eso concluyen estas modestas anotaciones, aunque las lecturas de Nijigahara Holograph nunca terminan realmente. Incluso después de tantas releídas, mientras repasaba el libro le seguí encontrando nuevos detalles, como el hecho de que Komatsuzaki aparentemente estuvo en el valle el día que Makoto atacó a Arie y Kyoko. Es un manga en el que ninguna página, ninguna viñeta es de "relleno" o de transición entre una escena u otra. Asano pretende contar las historias de más de diez personajes en dos periodos de tiempo distintos en 300 páginas y para lograrlo elimina todo lo innecesario, haciendo que la lectura sea densa. Si uno intenta leerla rápido acaba por perderse todos los detalles que unen tan rígidamente a la continuidad de los acontecimientos, pero como es casi imposible darle importancia a TODO en una lectura larga, algunos detalles acaban por perderse en los laterales.
Es un "blink-and-you-miss-it" perpetuo que llama a la relectura y por eso resulta en una de las mejores pero más incomprendidas obras de Asano. Con estas modestas anotaciones, espero hacerle un poco de justicia.
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Muchas gracias!