Hace unas semanas, Netflix estrenó Mindhunter, una serie de género policial (con tintes dramáticos) que consta de 10 capítulos. La misma está producida por David Fincher, director de Se7en y The girl with the dragon tattoo, entre otras. Como suele suceder con la cadena, la primera temporada se estrenó enterita y picó mi curiosidad hasta que decidí unos días atrás empezar a verla. Y la verdad que me pareció muy bueno. Veamos…
Mindhunter nos traslada al año 1977 y al funcionamiento del FBI cuando este estaba empezando a cambiar hacia finales de la década. La historia gira en torno a dos policías, Holden Ford y Bill Tench, quienes forman parte de la Unidad de Ciencias de la Conducta, una sección encargada de estudiar el comportamiento de los criminales en situaciones de toma de rehenes, asesinatos, etc. El desarrollo de la serie empieza verdaderamente cuando Holden y Bill forman equipo para empezar a estudiar casos de homicidios violentos y a entrevistar a asesinos y violadores que hayan cometido atrocidades casi indescriptibles, lo cual podría ayudar a clasificar factores de riesgo, armar perfiles psicológicos y en un futuro, poder evitar este tipo de crímenes.
Al equipo se une Wendy Carr, psicóloga de la Universidad de Boston, que al parecer maneja mucho mejor las situaciones que los dos policías principales. A su vez, son comandados y “vigilados” muy de cerca por Shepard, director de la Unidad de Entrenamiento dentro del FBI.
Estamos históricamente en una época en la que el término “asesino en serie” todavía no existía. La historia nos va mostrando como este tipo de clasificación se va gestando queriendo llegar a la definición que conocemos hoy en día. Podríamos hablar de una serie bastante veraz y que se apoyó bastante en hecho reales, como así también en un libro el cual nunca había escuchado nombrar antes de mirar la serie: Mindhunter: Inside the FBI's Elite Serial Crime Unit.
Mindhunter es una serie en la cual el ritmo es marcado por los propios personajes. Si bien estamos hablando de una serie enmarcada en el género policial, no existen en ningún momento de la temporada las típicas escenas de tiroteos, persecuciones en auto o de tensión marcada por la acción basada en efectos de sonido. Esta es una serie en donde lo que importa son los personajes y como van evolucionando o, dicho sea de paso, involucionando. Estamos ante personajes muy pero muy humanos que se mueven en ámbitos bastante infernales y dialogan constantemente con asesinos acusados de, por ejemplo, matar a 8 mujeres en una misma noche y situaciones de ese estilo.
Quizás el logro más importante de la serie sea el hecho de que logra impresionarnos con los diálogos. Durante las entrevistas que los personajes conducen en los encuentros con diferentes asesinos, escuchamos las atrocidades más diversas y esto, sin necesidad de emplear efectos gráficos o escenas que muestren detalle alguna matanza, nos sorprende resultando ser tan efectiva como una serie o capítulo que “nos muestre todo”. Es todo muy minimalista, cero efecto, cero sangre y por otro lado, mucho diálogo, mucha psiquiatría, mucho intercambio de ideas y en algunas ocasiones alguna entrada o salida humorística que no queda para nada mal si necesitamos un respiro de la atmósfera oscura que envuelve a la serie.

Los personajes son muy diferentes entre sí. Tenemos a Holden: joven, bastante egocéntrico, con ganas de triunfar cueste lo que cueste y, dicho sea de paso, con una dificultad para relacionarse con los demás que resulta por momentos bastante molesta y violenta. El flaco empieza siendo nadie y mientras van transcurriendo los capítulos su personalidad va cambiando, ganando confianza y manijeando con las entrevistas. Es el personaje que se sumerge de lleno en el guión. Parece estar siempre al límite. No le importa más que conseguir resultados, le importa poco la manera. Para Holden, el fin justifica los medios durante toda la temporada. Odioso a más no poder pero no por eso menos interesante de ver.
Bill, en cambio, hace el papel de policía duro que está harto de la vida y quiere mandar todo a la mierda. Se compromete con las investigaciones pero, a diferencia de Holden, no logra separar su trabajo de la profunda crisis que sufre su vida personal. Es un compañero leal, pero su nihilismo a veces no encaja con la visión de Holden, que empieza siendo su aprendiz y después casi termina sobrepasándolo. Bill lo nota pero parece no importarle. De pocas palabras y bastante puteador, es también el que genera más situaciones humorísticas dentro de la serie, mezcladas con otros matices de tipo duro y cansado que posee el personaje, que lo convierten, para mí, en el antagonista perfecto para Holden.
Otro punto a rescatar de la serie es el papel que las mujeres desempeñan. Acá no hay mujeres que sirvan solo como apoyo agregado a los policías ni como mero recurso narrativo como sucede en otras obras del género. Wendy no será policía ni pertencerá al FBI pero tiene más cancha como psicóloga y entendimiento de la conducta humana que los dos policías principales. No tiene miedo en mandarlos a cagar y sabe muy bien cuando están intentando ocultarle algo. Sabe perfectamente cuando tiene que poner los trapos sucios sobre la mesa mientras los otros dos dudan y dudan envueltas en una nube borrosa. Es una mujer que está sola, intenta ocultar el hecho de que es lesbiana (no significando esto que sienta vergüenza de ella misma, a mi entender, sino que hay contextualizarlo en la época en la que está situada la serie) pero que en un ambiente hostil y puramente macho como puede ser el edificio del FBI nos muestra que no le falta cancha para hacerse valer y darle para adelante.
La novia del Holden, Debbie, es el otro personaje femenino principal de la serie. Nos encontramos también con una mujer fuerte, socióloga y a punto entregar su tesis de doctorado. Discute con Holden sobre cosas intelectuales constantemente y no tiene miedo a dar su opinión sobre lo que sea. Tampoco tiene miedo de hacerse valer por sí mismo, y aunque a veces se muestra dubitativa, su personaje nunca pierde esa fortaleza con la que se presenta al principio de la serie en la barra de un bar.
Un policial atípico que puede llegar a aburrir a los que estén esperando una serie con más hincapié en la acción pero que va a gustar a los que aprecien los guiones con diálogos bien escritos y con personajes variados que no hacen más que evolucionar durante cada capítulo.
Drama y asesinos en serie. Mucha cárcel y documentos con fotos horrendas. Policías en constante conflicto y mujeres fuertes que llevan la delantera en repetidas ocasiones. Todo apoyado en diálogos y escenas brillantes.
Y encima nos deja con ganas de más al final de la temporada. A esperar con impaciencia los nuevos capítulos…
Muy recomendable.
Salú!